Capítulo 12 | No te rindas

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Dos meses no son nada cuando transcurren al lado del chico que amas, Nate y yo tenemos una relación, él sigue siendo el mismo, yo también soy la misma. Nuestra vida no ha dado un giro de trescientos sesenta grados como ocurre en las películas después de algunos meses cuando los enamorados ya han establecido su relación, simplemente seguimos juntos.

Dejé la universidad hace una semana pero mi padre no lo sabe, tampoco le he comentado nada a Chase, tengo pensado decírselos pronto, por el momento ninguna otra carrera ha llamado mi atención, solo quiero relajarme, disfrutar de cada lugar de Gardeniet y seguir amando a Nate.

Sigo viviendo con Liz anderson, Tina también vive con nosotras, ella ha conseguido un empleo en una tienda de libros.

Tina ha cambiado, es menos extrovertida pero eso en ella es una ventaja, su apariencia también se ha visto modificada, cuando estábamos en la secundaria usaba blusas cortas con las que siempre se mostraba incómoda, su cabello siempre estaba tan bien peinado pero al parecer eso tampoco la hacía sentirse a gusto. Ahora usa playeras con nombres de bandas de Rock, ha dejado crecer su cabello rubio y siempre lo lleva suelto, le agrada que el viento de Covell mueva su cabello con la misma libertad que ella ahora expresa desde de su corazón.

Liz ha comenzado la carrera de psicología en la universidad Sanders, se encuentra muy motivada, ella es una gran chica, siempre mantiene su positivismo aun en “Los días Elizabeth” así le llama ella a sus días no tan buenos.

Y Nate Gardner… bueno digamos que él no está dispuesto a rendirse

—Buenos días Hayashi, pensé que no vendrías.

—Por nada del mundo dejaría solo a mi novio el día en que su nombre será recordado.

—No exageres, talvez no les guste la pintura.

—Aquí vamos de nuevo con el pesimismo —suspiré— escúchame Nate tocaremos las puertas de cada galería de arte en la ciudad, me dijiste que son muchas, visitaremos una por una, estoy segura que a alguna le gustará tu arte.

Él lleva en una caja la pintura de esa noche especial en la que nuestros cuerpos se encontraron en medio del placer, el dolor y el amor. Ahora esos sentimientos representan una oportunidad para él, necesita dinero para sobrevivir, necesita que su pintura sea reconocida para que su talento pueda abrirle más puertas.

—¿A dónde iremos primero Nate?

—Calle Wallace, la galería lleva el mismo nombre.

Había mucha gente en esa calle, puestos ambulantes de frutas, verduras y objetos de todo tipo daban un aspecto colorido que me provocó un ligero dolor de cabeza, la galería de arte estaba rodeada de unas cuantas casas viejas que parecían negarse a morir con el paso del tiempo.

—Buenos días ¿En que puedo ayudarles? —preguntó una chica de vestimenta formal y enormes gafas color rojo.

—Mi nombre es Nate Gardner, soy pintor, me gustaría mostrarles una pintura que hice, hace ya un par de meses, sería muy amable que la tomaran en consideración.

—Claro, dame un momento, la mostraré a mis superiores, yo solo soy la encargada de dar la bienvenida a los clientes.

La chica no hizo buena cara, pude notarlo desde que Nate le entregó la caja con la pintura, pero obviamente no quise decirle nada a él.

No quiero desanimarlo, su pesimismo es más letal que el arma guarda en su bolsillo, arma que ni siquiera sé porque lleva a todos lados.

Esperamos menos de cinco minutos, en unas sillas de colores psicodélicos que lo único que provocaban era un aumento en nuestra ansiedad.

—Señor Gardner, le he mostrado la pintura a mis superiores, me temo que no será posible exhibirla en la galería.

—¿Por qué? —levantó la voz.

—No es el estilo que buscamos, las obras de desnudos no son acordes a nuestra política.

—Pero solo se ve su espalda —afirmó Nate.

—Lo siento mucho señor Gardner, buenas tardes.

Nate se encuentra muy alterado, él responde con enojo a la frustración, acaricio su rostro para transmitirle algo de calma pero es inútil.

—Son unos bastardos.

—Calma Nate, solo es el inicio ya verás que…

—Cállate —me gritó— estoy harto de tu positivismo ineficaz.

Inmediatamente cuando esas palabras salieron de su boca, sentí ganas de llorar, él se dio cuenta que estaba descargando su enojo conmigo.

—Lo siento, maldita sea, no debí haberte dicho eso —me abrazó con fuerza.

—Tranquilo, sólo no vuelvas a gritarme así, no me gusta.

—Lo prometo Hayashi.

Hora de ir a la segunda galería ubicada en el corazón de Covell, no es precisamente la parte central de la ciudad, solo es una gran estatua de cobre en forma de corazón, con algunas plantas enredaderas en relieve.

—Bienvenidos a Dortsmud, la galería más prestigiosa e icónica de la ciudad —dijo el encargado en un tono igual de soberbio que su exagerada bienvenida— ¿En que puedo ayudarles?

—Mi nombre es Nate Gardner, me gustaría mostrarles una pintura que hice y sería un honor que la tomaran en consideración.

—Un momento joven, ¡Monique!—gritó— he traído una pintura —se dirigió a un escritorio donde estaba una chica joven de cabello rojo encendido.

Todo se volvió una mierda para Nate, cuando la chica vio la pintura casi se atraganta con el sándwich de queso derretido cuyo olor impregnaba la “prestigiosa” galería, esa chica no dejaba de reír.

Los puños de Nate se cerraron y frunció el ceño, la burla no acabo ahí, el encargado también acompañó a la chica en sus risas, aunque este al menos guardaba un poco la compostura frente a nosotros. Cuando me di cuenta Nate se acercó al escritorio, le arrebató la pintura a la chica y nos fuimos inmediatamente del lugar, caminamos hasta llegar a una plaza con una sobrepoblación de palomas, en ese lugar solo había una solitaria anciana alimentado a esas aves que no son mis favoritas en lo absoluto.

—¡Hijos de puta!

—Nate, calma.

No quise decir nada más y ser victima de su enojo desmedido, no podría soportarlo no solo por mí, también por su frustración, como detesto ese sentimiento en él.

—¡Malditos sean! —gritó sacudiendo sus brazos y llevándolos a su cabeza para desacomodar aun más su cabello rubio.

No quería dirigirle la palabra todavía, en ese momento metió su mano en el bolsillo y sacó su arma, disparó al aire sin pensarlo, las palomas alzaron el vuelo, la anciana salió corriendo, segundos después finalmente exploté.

—¿Por qué llevas esa arma? sé que me salvaste de esos tipos y los ahuyentaste el otro día pero deberías deshacerte de ella.

—No puedo deshacerme de ella, tengo miedo que alguien entre a mi casa y robe mis pinturas.

—Eso es muy irracional Nate, eso no sucederá.

—¿También piensas que mis pinturas son un asco como para que nadie quiera robarlas siquiera? —preguntó de manera grosera.

—Creo que son hermosas ¿Acaso eso no es suficiente para ti? si pensara que son un asco no hubiera dejado que me pintaras desnuda.

—Tu persuasión no funcionará Hayashi pero… Te amo tanto.

—También te amo Nate —suspiré— valora lo que tienes por favor.

Visitamos seis galerías distintas ese día, todas rechazaron la pintura. Al visitar la última Nate arrojó su arma a un lago cercano mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

Lluvia de EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora