Capitulo 32: Bienvenida

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La paz se desvanecía y el dolor se hacía presente de nuevo.


Pensaba que todo habia terminado, que la oscuridad en la que se habia sumido era el final.


No habia dolor, sufrimiento, desesperación, no habia nada, solo calma. Una inmensa calma que la llenaba.


Y ahora estaba ahí, de nuevo.


El dolor abriéndose paso en su cuerpo, antes, incluso de que sus ojos se abrieran y pudiera ver el mundo que la rodeaba.


Sentía la suave almohada, bajo su mejilla. Quiso moverse, girarse, y el dolor atravesó su espalda, haciéndola contener el aliento.


Un gemido escapo de sus labios y una mueca se dibujo en su rostro.


-Tranquila –una cálida y suave voz llego a sus oídos, frunció el ceño –No debes hacer esfuerzos –sintió la mano acariciando su frente, apartando su pelo. –Poco a poco la pesadez irá desapareciendo de tu cuerpo. –sintió su aliento cerca –Solo abre los ojos. Vamos, se que puedes hacer. Abre los ojos Freya.


Y lo hizo. Lentamente sus pestañas se elevaron y la luz comenzó a filtrarse a través de ellas. Parpadeo, sintiendo la molestia de claridad y finalmente consiguió abrir sus parpados. La imagen borrosa se presento ante ella, pero incluso sin verla con claridad, supo que era una mujer. Una mujer que estaba arrodillada a su lado, con el rostro muy cerca del suyo, observándola. No era Gaya, no era su voz.


-¿Que... quien..? –sintió la boca seca


-¿Soy? –Niara se incorporo y camino por la habitación hasta llegar a la jarra de agua, vertió un poco en el cuenco y volvió a su lado. –Soy Niara Bukchaman, esposa de Duncan MacLain, conocida como la Guerrera. –volvió a arrodillarse y acerco el cuenco a sus labios –Ten, bebe.


Parpadeando para que su vista se aclarara, acepto el agua, tragando despacio. Tosió ante la molestia en su garganta y pronto Niara aparto el cuenco.


-Tranquila –dejo el cuenco sobre la mesilla y le sonrió –Tenia muchas ganas de que despertaras, de poder conocerte al fin.


-¿Don.... Dónde estoy? –Freya enfoco la vista a su alrededor y frunció el ceño –El cast...castillo.


-Si, Aclair, tu gente y la suya te trajeron hasta aquí –se incorporo y se quedo observándola –Y el Invencible me mando llamar para que viniera a socorrerte.


-¿Tu...viniste hasta.. aquí por..? –Freya frunció el ceño


-¿Por ti? – sonrió divertida –En parte sí. No dudaría en acudir si Aclair me necesita, pero por la desesperación que me dijeron que padecía, supe que eras realmente importante para él.


-Yo... umgh –intento moverse y apretó los labios ante el dolor. Fijo la vista en su rostro -¿Cómo estoy?

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