Capitulo 21: Pecado

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-Se supone que vinimos aquí para buscar a los guerreros de tu hermano –Freya lo miro fijamente –No para acudir a fiestas


-Ulises pensó que te agradaría –Aclair frunció el ceño 20observándola –Es una celebración celta.


-Quizás lo que menos necesite es recordar cómo era todo antes de.... –vio la culpa reflejarse en los ojos de él y se sintió francamente mal. No estaba enfadada, no con él. Pero Ulises, el si era un problema, organizar una celebración, una que sabía perfectamente que le traería recuerdos, recuerdos agradables y dolores al mismo tiempo. Aquella vida que habia tenido, la vida que habia perdido.


-Le conocías –Aclair la miro fijamente


-¿Eh? –se tenso


-A Ulises –el pareció analizarla, observando su reacción con tranquilidad -¿Le conocías? Vuestros clanes son celtas, os reuníais para vuestras celebraciones.


-De vista –se obligo a tener calma –Recuerdo haberle visto, alguna vez.


-Ten –Aclair alzo el brazo, mostrándole una piel –Hará frio en la noche


-Gracias –extendió el brazo y la tomo.


El calor se extendió por su cuerpo inmediatamente, pero se sintió extraña, alejada del confort que el frio le ofrecía. Fue entonces cuando se dio cuenta, de hasta qué punto habia cambiado.


-Laird –Quinsi se acerco a ellos, observándoles con precaución –Todo ha empezado.


Descendieron la colina en silencio, acercándose al pueblo. Se veía hermoso, cubierto de nieve, rodeado por la oscuridad de la noche, iluminado por las antorchas y con el ritmo de la música sonando.


Música, esa música que tantas veces habia escuchado, esa que le recordaba quien era, de donde venia. Y esos recuerdos la atormentaban ahora.


-Es maravilloso –Quinsi hablo al pasar por la puerta principal de la muralla, donde dos guerreros se encontraban apostados a ambos lados.


Sintió sus mirada penetraste clavadas en ella y manteniendo los labios apretados, con la mirada al frente, evitando cualquier contacto visual directo, siguió caminando.


Era un error, estar allí, acudir al pueblo.


Llegaron al centro del pueblo y por un instante, los miedos, la rabia, el odio, el dolor, todo desapareció. Solo estaba aquella hoguera, las mujeres danzando a su alrededor, una danza que solo los celtas conocían. Se quedo mirando aquella hoguera, aquel fuego, mientras la música penetraba en sus oídos, mientras las imágenes de los suyos, de su gente, se proyectaba ante ella, celebrando, celebrando la vida.



-Bienvenidos –El Laird MacGanigan se paro ante ellos, fijo sus ojos en Aclair y asintió –Es un honor teneros en esta celebración.

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