4

591 37 7
                                    

Las horas pasaron y ya eran las siete de la noche por lo que empezó a darme hambre, fui a la cocina e hice la cena cuando Pablo apareció, me agarró de la cintura y empezó a besar mi cuello mientras yo intentaba safarme de su agarre pero me era imposible, el maldito tenía más fuerza.

-Soltame

-No, tengo ganas de coger

-No me interesa, dejame en paz por favor

-O te dejas o lo hago por las malas

-Estoy en mis días idiota

-Por tu bien espero que sea así

-Bue, dejame terminar de cocinar

Pablo me soltó y se fue por lo que me senté en una silla y me puse a llorar, ¿cuánto tiempo iba a poder esquivarlo para no tener sexo con él? Lastimosamente era mucho más fuerte que yo.

Cuando acabé de cocinar serví y comí en silencio al igual que Pablo, ya cuando acabamos nos fuimos a mirar una peli cualquiera aunque yo no le prestaba atención, estaba más distraída pensando en cómo iba a librarme de Pablo. Él miraba atentamente la tele hasta que empezó a cabecear hasta quedar dormido, cuando acabó la peli lo moví para que nos vayamos a la habitación, algo dormido se levantó y fue a nuestro cuarto para luego acostarse y quedarse dormido por lo que me acosté a su lado e intenté quedarme dormida pero me puse a pensar en todo lo que había pasado estos días con Jonathan, las lágrimas salían de mis ojos como si nada, aun no entendía el porqué de tanto odio hacia mí por parte de Joni, si es mi hermano ¿por qué me hace todo eso?

De un rato a otro sentí que Pablo se dio la vuelta y me abrazó por la cintura haciendo que me tense un poco, me apegó más a él y su mano fue bajando hasta mi cadera para dejarla ahí, suspiré aliviada y puse mi mano sobre la suya, él entrelazó sus dedos con los míos y siguió durmiendo como si nada.

A las horas desperté y miré a mi lado pero Pablo no estaba así que fui a buscarlo ya que eran las cinco de la mañana, lo busqué por casi toda la casa hasta que escuché unos gritos provenientes de una habitación así que me acerqué a la puerta para escuchar todo.

-¡No me vas a quitar a mis hijas maldita! ¡Y me vas diciendo donde estás!- gritaba histérico.

Estuvo por un rato en silencio hasta que volvió a gritar asustándome, luego se calló otro rato y gritó frustrado, lo último que escuché fue el golpe del celular contra la pared por lo que abrí la puerta y entré, él estaba llorando desconsoladamente.

-Andate por favor

-Hey, ahora necesitas apoyo, ¿qué pasó?

-Se llevó a mis hijas a Rosario y no me deja verlas, sin mis bebés no vivo __________, ellas son mi todo y la maldita de su madre me las quitó solo por despecho

-No puede llevarse a las nenas así como así, debió haberte pedido permiso, ¿o ya estás divorciado?

-Sí, y tenemos custodia compartida pero en ningun momento acepté que ella se lleve a mis hijas a otra ciudad, si yo le estoy pagando el apartamento y todo

-Entonces denunciala

-Eso haré, gracias

-De nada

-Bueno, vamos a dormir, es tarde

-Sí

Los dos volvimos al cuarto y nos acostamos separados por lo que suspiré, hasta hace rato estábamos bien y ahora distantes, supongo que nada entre nosotros jamás va a funcionar.

-¿Y pensaste lo que te propuse?- preguntó después de un largo rato en silencio.

-Dame más tiempo

-Está bien pero pronto quiero respuesta

-Bueno

Se dio la vuelta y siguió durmiendo por lo que yo solo miré a un punto fijo en el techo y seguí pensando. No es que Pablo me parezca un hombre poco atractivo, al contrario, hubo un tiempo en el que me gustaba pero por culpa de Joni y sus habladurías dejamos de hablar debido a las peleas que él provocaba entre nosotros aparte de que Pablo aun estaba casado.

Al final de tanto pensar quedé profundamente dormida, sabía que tenía que decidir rápido pero estaba entre mi orgullo y mi futuro.

La apuesta {Pablo Pérez}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora