Capítulo II

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Ya llevaba una semana en casa de los Weasley, que entre jugar quidditch, cocinar con Ginny y Hermione y desgnomizar el jardín se había pasado muy rápido.

Esa tarde iríamos al Callejón Diagon a encontrarnos con Harry, que por alguna razón había terminado fuera de casa de sus tíos, y a comprar todos los libros.

-Bueno Ella, que tal si le escribimos a tu mamá que debe estar esperando por una carta.- dije para mi mientras buscaba un pergamino.

Me senté a escribir y tiempo después alguien golpeó a la puerta de la habitación.

-Adelante!- grité

Fred apareció al abrir la puerta y tenía puesto una camisa de algodón ligera con unos jeans algo manchados que revelaba que había estado en el jardín.

-Que tal? Perdón, te interrumpo? Puedo volver más tarde..

-No, no. No te preocupes. Ya terminé de escribirle a mi mamá. Tu que hacías? - dije señalando sus pantalones

-En el jardín como siempre- rió- pero encontré algo que pensé te gustaría ver. Quieres venir?- Fred extendió su mano.

-Claro!- me levanté y tomé su mano ahora  fui yo la que lo haló hacia el jardín casi corriendo.

Llegamos al jardín y en una parte había un montón de agujeros en la tierra.

-Ven por aquí- Fred me guió hacia un agujero que estaba más apartado y casi escondido bajo un arbusto.- Agachate y mira al fondo.

Hize lo que me dijo y había un pequeño gnomo, que a diferencia de los demás que había visto, este parecía tímido y un poco asustado. La criatura sostenía entre sus manos una piedra brillante de un color azul oscuro.

Fred se acercó también al agujero y lo sentí muy cerca de mi.

-Esta herido - susurró

Cuando lo dijo, pude notar mejor al gnomo. Sostenía una piedra, pero no de color azul. El azul brillante era su sangre que cubría la piedra.

-Fred!! Debemos ayudarlo!- me levanté muy rápido y choqué con su cabeza.

Escuche a Fred quejarse por el golpe. Cuando lo miré sentí bajar la sangre a mis pies.

Fred estaba sangrando por la nariz.

-NO PUEDE SER! FRED PERDONAME! ESTAS BIEN?!- me arrodille a su lado y con la manga de mi suéter intenté limpiar la sangre de su rostro.

-Tranquila, tranquila. -Fred se incorporó un poco pero cerro los ojos en signo de dolor.
Me quite el sueter y se lo entregué, lo tomó entre sus manos y lo sostuvo en su nariz.- Estaré bien, tendrás que hacer algo más que un golpe en la nariz si quieres verme mal -rió e hizo una mueca de dolor.

-Fred... ven vamos dentro y déjame curarte. Estás sangrando mucho.

-No, no. El que si necesita ayuda es el gnomo de ahí dentro. Estaré bien, en serio.
Adelante, ayuda a la criatura.

-Esta bien... -me acerqué al agujero, el gnomo estaba con los ojos cerrados pero aún sostenía la piedra con la poca fuerza que tenía.

Tomé al gnomo entre mis manos y lo saque de ahí dentro. Retiré la piedra que sostenía pero el gnomo abrió los ojos y se aferró con más fuerza a ella.

-Tranquilo amigo, solo voy a ayudarte.- coloqué al gnomo en mis piernas y trate de ver la herida. Había sangre seca cerca en la piedra y ya no había hemorragia.

-Fred no creo que pueda hacer mucho, ya perdió mucha sangre- me sentí mal y corrí la piedra hacia un lado, el gnomo aun la sostenía. La herida era profunda. No sabía que pudo hacerlo.

Para Siempre FredDonde viven las historias. Descúbrelo ahora