Capítulo I

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Desperté.

El reloj de mi pared me recordó que habia dormido ya casi 12 horas. Me acerqué a la ventana y recordé los amaneceres de Hogwarts, eran algo maravilloso.

Pero no tenia que sentir nostalgia, en menos de 1 mes ya estaría de nuevo recorriendo los pasillos del castillo.

Me metí en la ducha y luego de 5 canciones ya estaba bajando a desayunar.

-Buen día cielo- mamá besó mi frente y puso frente a mi un plato con fruta y tortitas.-Ya están listas tus cosas?

-Emm... ya casi listas- dije llevándome un bocado de fruta a la boca.

-Esta mañana recibí una carta de Molly y dijo que los gemelos pasarán a recogerte luego de medio día.

-Entoces tendré que apresurarme- terminé de comer y subí a empacar mis cosas. Este verano era la primera vez que terminaría de pasar mis vacaciones en casa de los Weasley para luego tomar el tren y empezar tercer año.

Me detuve en el espejo un momento y me di cuenta que a pensar de haber dormido mucho tenía unas manchas oscuras bajo mis ojos y estaba más pálida de lo normal. Mi cabello oscuro enmarcaba mi rostro y me hacía lucir un poco enferma a mi parecer.

Antes de finalizar segundo año, algo había empezado a cambiar en mi. Tenía sueños extraños y pesadillas que me hacían levantar llorando en medio de la noche. A veces esos sueños eran algo tan real que a veces sentía que al despertar las cosas que había soñado las vivía o me pasaban durante el día.

Muchas veces soñé con un gato colgado a una antorcha de la cola y al poco tiempo encontraron a la señora Norris -la gata del señor Filch- en la misma posición que la soñé. Me asusté porque llegue a pensar que de pronto no lo soñé si no que lo hice yo cuando dormía.

La situación del castillo ese año no fue la mejor, personas petrificadas y Ginny desaparecida. Además que yo había empezado a soñar todas esas cosas, me estaba volviendo loca. Pensé que yo era la que hacía todo eso dormida porque al despertar todo estaba exactamente como en mis sueños.

Fui a hablar con Dumbledore y le confesé todo. Le dije que creía que yo era la que estaba haciendo todo, no conscientemente pero creía que lo hacía. Dumbledore me conoce, y no me creyó ni una palabra, lo que estaba pasando en el castillo era más grave que las travesuras de una supuesta sonámbula.

Me contó una historia.

Yo se que tengo sangre de ángel por parte de mi mamá y se algunas cosas sobre los nefilim, pero Dumbledore me contó que ellos pueden heredar dones y que muy probablemente lo que yo soñaba no era precisamente sueños si no algo más.

En vacaciones de Navidad viaje con mi madre a Alacante, la ciudad y refugio de los nefilim. Mi madre no pisaba esa ciudad hace mucho tiempo pero no entendía porque no lo hacía cuando era la ciudad más hermosa que había visto. Parecía un lugar encerrado en una primavera eterna, todo brillaba. Parecía de cristal.

Ahí vimos a un hombre, bueno, si se le puede decir así. Era una figura alta y muy delgada pero que generaba una sensación de poder sobre los que se encontraban a su alrededor. Vestía una túnica con capucha color pergamino con aspecto gastado que cubría todo su cuerpo y cara. Recuerdo su rostro, era un gris pálido pero sus ojos y boca estaban cerrados con marcas que no entendí. Me pregunté como podría comunicarse, y al momento tuve respuesta. Sentí su voz en mi cabeza, pegue un grito y ni madre me tomo del brazo en señal de que me callara. El hombre me pregunto mi nombre y dijo no reconocer mi apellido. Mi madre dijo el de ella 'Penhallow' y el hombre pareció satisfecho con la respuesta. Luego, me llevaron a un gran salón donde había más hombres parecidos a él. Me dejaron en medio de todos y pude sentir sus voces en mi cabeza, todos a la vez y no entendía nada de lo que decían. Bueno, omitiendo la parte en la que me desmayé lo que hicieron ellos fue buscar si yo tenía un don, y efectivamente lo tenia.

Dijeron que era muy raro que alguien como yo, no pura, lo tuviera. Pero podía pasar, la clarividencia me había sido otorgada y estaba apenas desarrollándose.

Eso explicaba todo lo que me pasaba y dijeron que debía ser cuidadosa, era un don muy poderoso; es por eso tengo el aspecto de enferma. Me la pasaba durmiendo y teniendo toda clase de 'sueños', aún no logro dominarlo y solo pensar en una persona ya me hace ver algo sobre ella. No la gran cosa pero veo algo que le puede pasar unos minutos después y resulta un poco asfixiante enterarte de todo anticipadamente.

Deje de recordar, me arregle un poco y terminé de empacar todo.

-Toma Violeta, come algo antes que vengan por nosotras- mi gata paso rozando mis piernas y se puso a comer en su plato.

Mientras esperaba, encontré una copia de El profeta en el sillón, tenía en la portada una foto de un hombre que gritaba con rabia y era retenido a la fuerza. En ese momento sentí un dolor atravesar mis ojos y rebotar en mi cabeza, solté el periódico y mi vista se nubló.

Pude ver unos ojos, negros, reconoci la figura de un perro grande y negro que corría hacia alguien, lo mordía y arrastraba hasta una cueva bajo un árbol.

-Ella!- mi madre me tenía en sus brazos. Mi vista volvió y me di cuenta que estaba en el piso- Qué paso? Que viste?

-Era un perro, parecía un oso, y se llevaba a una persona... no se a quién.

-Qué hacías antes de que te pasara?

-Leía- señale el periódico, mamá lo tomó y su expresión cambió. Vi en sus ojos un brillo de sorpresa. Dobló el periódico rápidamente. -Cielo, lo olvidé. Fred y George te están esperando en la entrada, ya subieron tus cosas al auto. Cuídate mucho y escríbeme pronto. -Me besó en la frente y me abrazo muy fuerte.- No te olvides de escribir a tu hermana y de saludar a Dumbledore de mi parte.

-Lo haré mamá. Cuídate tu también. Te amo.- La abracé y me acompañó hasta la puerta.

-Hola chicos- salude a los gemelos.

-Muchachos pero que guapos están- dijo mamá saludando de beso a ambos.

-Gracias, señora D'frend. Pero todos sabemos que yo soy el mas guapo de los dos- señaló George y mamá rió.

-Hola enana- Fred revolvió mi cabello y me dio un abrazo. Era muy alto y para mi tenía derecho de decirme enana.

-Oye!- reí - Hola Fred, como has estado?

-Bien, mejor ahora que vienes el resto de vacaciones con nosotros. - sonrió.

-Cuiden de mi niña muchachos. Ella escríbeme apenas puedas y agradece a Molly de mi parte. - Mamá me abrazo.

-Si mamá, lo haré. Nos veremos pronto. Te amo.

Los gemelos se despidieron y entramos al auto. George condujo hasta una calle vacia para poder elevar el auto y Fred viajo en la parte de atrás conmigo. Contamos todo lo que nos paso en el verano y me reí mucho con los dos. Pero la imagen de los ojos negros seguía en mi cabeza.

Para Siempre FredDonde viven las historias. Descúbrelo ahora