¿Qué toca hacer?.

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No le importaba en lo más mínimo saber cómo había terminado así, estaba más que acostumbrado a despertar de las peores maneras, más aún ahora que estaba secuestrado, y es que ver peleas a muerte, escuchar bombas estallar y sentir su rostro ser golpeado por un par de tonfas metálicas era rutinario, o al menos eso se decía a mismo.

Tsuna dedicó unos segundos de su limitado tiempo para contemplar la maravillosa situación en la que se encontraba, la sangre salpicaba por doquier y los quejidos adoloridos de su guardián de la niebla no tardaron en llegar a él, sinceramente no quería participar... ¡Espera un momento! ¿Qué demonios hacía Mukuro allí? ¿¡Eso significaba que Hibari-san también estaba cerca!?.

–¡Deja de perder el tiempo y reacciona!–Demandó el ilusionista exasperado al notar que el castaño estaba consciente y le miraba fijamente.

Como si fueran alguna clase de palabras mágicas la atención del enemigo se centro en él, fue en ese momento que Sawada deseo volver a dormir, eso no le salvaría, lo sabía, pero le evitaría el mal rato ya que no poseía las fuerzas suficientes como para defenderse o activar alguna llama decente, ser casi asfixiado no era algo fácil de superar.


Belphegor observó en silencio los rostros inexpresivos de sus compañeros y no era para menos, descubrir que el enemigo se había ocultado tan cerca de ellos era molesto, mas aún al darse cuenta de que Tsunayoshi y compañía estaban a pocos kilómetros de ellos, prácticamente el enemigo se plantó frente a ellos con un letrero en la frente, tenía que ser una broma.

–¿Seguro de que es aquí?–Ryohei observaba seriamente al azabache junto a él.

Si ellos estaban irritados Hibari no se quedaba atrás, de todos allí él era el más afectado, osea, secuestran al omnívoro, causan revuelo en su tranquila ciudad y, por si fuera poco, se escondían en uno de aua lugares favoritos.

–El mapa que el otro bebé encontró señalaba, sin lugar a dudas, este lugar.

El sonido de una explosión saliendo de aquél abandonado edición frente a ellos les alertó de que definitivamente era allí, ¿Qué hacían holgazaneando? ¡Tsuna estaba a punto de morir, tal vez, y ellos allí tan tranquilos!.

El primero en patear la entrada de aquél destartalado edificio fue Xanxus, las explosiones no le gustaban cuando su segundo al mando estaba en peligro y no era él el que los causaba, seguido por Dino, quien estaba seriamente preocupado por su otōto, Byakuran, quien debía asegurarse de que Rokudo estuviera a salvo cuanto antes, y todos lo demás, una vez llegado al sótano... La imagen que vieron no les gusto.

Misión imposible: ¡Proteger al décimo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora