Me perdí a mi.

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Dolía como los mil infiernos, había sufrido una gran cantidad se torturas en su vida, cortesía de Reborn, mas nunca había sido atravesado por una bala, ¡Eso dolía, joder!.

Como sea, valía la pena siempre y cuando Squalo y Haru estuvieran bien, Tsuna dirigió una mirada de preocupación al dúo de heridos, ambos lucían bastante inquietos y le dedicaban miradas inseguras y molestas, no les había gustado que se arriesgara por ellos.

–¿Duele mucho, Tsuna-kun?~–La cantarina voz de Lussuria provocó que el castaño le mirará, percatándose, por fin, de la presencia de cierta nube.

–S-Sí, un po-poco.

Sawada se retorció e hizo una mueca, debido a la situación el sol lo atribuyó a sus heridas, no había notado el avergonzado y ruborizado rostro del menor, la intensa e insistente mirada de Hibari sobre él le incomodaba, no tenía la menor idea de como enfrentarlo y mucho menos podía verle a la cara, si lo hacía recordaría...eso.

Byakuran estaba molesto, ¿Cómo no estarlo?, el cuerpo de su piña estaba herido, una de sus piernas había sido atravesada por el filo de la espada del Yamamoto falso, ¿Qué clase de obsesión tenían aquellas personas con la décima generación?, y por si fuera poco tenía un hematoma en el lado izquierdo de su rostro ¿¡Quién demonios se había atrevido a hacerle eso a su ilusionista!? Jamás lo perdonaría, nunca lo sabría pero eso fue propinado por el propio Mukuro cuando controlaba el cuerpo de su aprendiz.

–¿Podrías hacer algo por él, Daisy?–La fría mirada del Gesso estremeció a las coronas fúnebres, quienes le dedicaron una mirada fugaz a la niebla que había logrado derrotar a su enemigo y se aproximaba a ellos a duras penas.

–Sí, veré qué haré, no se preocupe, Byakuran-sama.

Quería patearlos, hacerles reaccionar a todos ellos y es que repentinamente se había quedado sin habla, o sin intentar hablar mejor dicho, al notar al intruso entre ellos.

Luego de que Tsunayoshi los salvará a él y a Miura sus sentidos se habían alertado hasta llegar más allá del límite y ahora podía ver aquello que los mantenía callados y a aquél que miraba fijamente a su cielo, Xanxus estaba en maldito peligro y él no podía hacer nada.

Misión imposible: ¡Proteger al décimo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora