Regresión.

813 81 20
                                    

Todos parpadearon asombrados ante tales imágenes que se habían presentado frente a sus ojos, la protagonista de aquellos recuerdos se encontraba alejada de Sawada y abrazada fuertemente a la que, momento atrás, había resultado ser una de enemiga de corazón frío.

—No quiero que le hagan daño a Kyo —fueron sus primeras palabras—. Tampoco quiero que Kyo les haga daño.

Tsuna pareció pensarlo y, con pasos lentos e inseguros, se acercó a las chicas, admirando con atención a la que parecía ser su media hermana fallecida.

Los orbes dorados de Natsume seguían con atención sus movimientos, su expresión era suave y su cabellera castaña se mantenía ligeramente rebelde ante la presencia de la gravedad, el parecido entre ellos, aún siendo ella una ilusión, era innegable.

—Tampoco quiero que ninguna de esas cosas pasen —aseguró llegando frente a ella, la zanahoria le miró fulminante—. Tampoco quiero que te haga daño a ti...

—Jamás lastimaré a Nat —interrumpió Sasagawa—. A diferencia de la mafia y los Vongola, sé el valor de la familia.

—Kyo, no deberías hablarle de ese modo a Tsuna —riñó la menor mientras acariciaba suavemente su cabeza—. Sólo quiere ayudar... Él no nos hará daño.

—Puede que él no lo haga —ironizó una voz femenina que no pertenecía a ninguno de los presentes—. Lo felicitaría si fuera así, pero dime. ¿Qué debería hacer yo?.

Todas las miradas cayeron en aquella reclutada por Nono Vongola, la espía número uno de la organización y la encargada de la completa protección de Sawada Tsunayoshi durante ese estado de emergencia.

Ni más ni menos que la madre del chico, Sawada Nana.

—¿Mamá? —balbuceó el atónito chico—. ¿Qué haces aquí? Qu... Quiero decir... Tú... Esto es...

—Tu madre fue la principal candidata para comandar CEDEF antes de que tu padre apareciera —anunció Xanxus con molestia—. El viejo me lo contó después de que me disculpara por lo ocurrido en la batalla por los anillos...

Pues bien, el mundo jodía bastante y él nunca parecía enterarse de nada...

Luchaba con todas sus fuerzas, ansiaba tomar nuevamente el control de su cuerpo y hacer que todos pagaran por su sufrimiento. Ni siquiera Kyoko podría salvarse si  llegaba a oponerse a sus órdenes.

Eres tan obstinada —escuchó decir y su ira creció—. No dejaré que lastimes a nadie más... El juego terminó, Kurumi-san.

—Nada termina hasta que yo lo diga —gruñó furiosa al notar que la otra de negaba a aparecer frente a ella—. Verás pronto que todo será como yo quiero, Sawada Tsunayoshi pagará por...

Nadie pagará nada —bufó la menor con obviedad—. No se acabó, quieras o no ya Kyo no quiere venganza.

—Ella sí...

—No, ella nunca quiso hacer daño a nadie —aseguró Natsu con molestia—. Sólo eras tú, ella sólo quería tenernos cerca, porque nos amaba, nos ama.

Kurumi se mantuvo en silencio, negándose a rendirse en su idea de hacer que todos sufrieran lo que ella pasó.

Jamás desistiría tan fácilmente.

Su hermana había terminado siendo mejor en persuadir de lo que lo era su madre en su apariencia de mujer despistada. Tendría mucho que aclarar con ella cuando volviera a casa en dos semanas.

La razón del retraso en su charla familiar era simple y llanamente debido a que la castaña había emprendido viaje en busca de su marido, había escuchado un claro "voy a matarlo" cuando la vio partir.

Añadido a eso tendría una reunión en cinco días con su abuelo, explicar todo lo relacionado a los acontecimientos era considerado un asunto de gran importancia de ameritaba la presencia del jefe mafioso cuanto antes.

Los asuntos se habían calmado relativamente, Belphegor había dejado de actuar tan perturbadoramente atento para con él y había logrado darle esquinazo a todos sus problemas.

Sí, era una paz a la que podría acostumbrarse.

—Te ves tranquilo —comentó su pelirrojo mejor amigo mientras se sentaba junto a él—. No es propio de ti que las cosas te salgan tan bien.

—Habla la envidia misma —se burló divertido sin abrir sus ojos—. Aún así tienes razón, la vida parece empezar a amarme.

—Sí, bueno... —Enma carraspeo nerviosamente—. No creo que sea así, ¿recuerdas lo que dijiste tiempo atrás? ¿De que éramos mejores amigos en la buena, en las malas y hasta el infierno?.

Sawada meditó sobre aquello, no sonaba en lo más mínimo a algo que él diría en su vida, por lo que no tardó en decidir qué el pelirrojo tenía razón. Definitivamente había dicho semejante estupidez alguna vez.

—Vale... Hagamos como que recuerdo —sugirió escuchando un bufido de parte del Simon—. ¿Qué ocurre con eso? ¿Decidiste que prefieres ir al cielo y me dejarás solo?.

—Nada de eso... —el silencio del otro no le causaba buena espina—. Es sólo que existirán ocasiones en las que haré cosas... No porque quiera, osea, me hackearon...

—¿Tu punto es...?

—Que hablaras con Hibari —murmuró logrando que los orbes castaños de Tsuna se abrieran al fin—. Lo siento, hermano, pero eres tú o mi salud integral.

—¿¡Qué clase de mejor amigo eres tú!? —exclamó al verle levantarse y alejarse de él, dejándolo a solas con Kyōya—. ¡Vuelve aquí, cabeza de menstruación!.

—También te amo, hermano —se burló mirando nervioso al azabache—. B... Bueno, me retiro, te recordaré siempre, Tsuna-kun.

—¡Enma, serás...!

La puerta de la azotea fue cerrada bruscamente y el cielo se halló a sí mismo como el centro de atención de su único e intimidante acompañante... Honestamente aquello no le inspiraba demasiada confianza.

Squalo bufó, incrédulo al imaginar que aquello fuera más que un sueño de lo más bizarro.

Xanxus, su jefe bastardo, impedía insistentemente que se levantarse y le atendía personalmente todos sus caprichos, aquello era un asunto de locos.

—Squa-chan, debes estar más emocionado, querido —riñó Luss—. Boss te ha estado atendiendo como nunca antes, ¡es un milagro!.

—Sabes mejor que nadie que no creo en esa clase de cosas —le recordó el pelilargo—. Y no puedo estar feliz con esta clase de situaciones, debo ir a revisar a aquella mocosa, la amiga del mocoso Vongola.

El sol sonrió enternecido por la preocupación de su buen amigo para con una joven chica, sabía que tarde o temprano desarrollaría un buen instinto maternal, aunque sólo él entendía el por qué de su pensamiento.

—Levi y los niños Vongola ya la revisaron y llevaron a un buen hospital —aseguró con una sonrisa tranquila—. No debes preocuparte, Squa-chan.

La lluvia sólo gruñó momentos antes de que un azabache entrase en la habitación y le entregase de la manera más delicada que le fue posible una caja de dulces de todo tipo...

Honestamente, Xanxus empezaba a causarle terror al ser tan considerado.

----
Luego de cuatro meses he vuelto para darle fin a esto... Soy un fracaso, lo sé xd

Misión imposible: ¡Proteger al décimo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora