¿Qué tan rutinario se puede volver mi día? Mi novio Austin es un psicópata, siente que es el centro del mundo, que yo soy su sirvienta y debo trabajar para él, mientras que pasa su día sentado en el sofá mirando partidos de fútbol porque ni siquiera sale a buscar como generar dinero, debo mantenerlo con mi propio sudor. Soy enfermera en el único hospital del pueblo, a veces me considero una celebridad porque todos me conocen aquí, es difícil que salga a la calle y vuelva sin haber saludado como mínimo cinco personas, mi especialidad en la medicina es pediatría, siempre me gustó servir a los más pequeños y poder sentir que ellos crecen sanos y fuertes gracias a mí. Pero en este lugar no es tan satisfactorio, recibo visitas de niños día por medio cuando me gustaría que lo hagan todos los días, somos tan pocos habitantes que nos conocemos hasta las huellas, solo tenemos dos escuelas y yo atiendo a todos los niños, no hay uno de ellos que no conozca mi consultorio, por suerte nunca vienen hacia mi con algo grave, es usual atender algún resfrío pero en su gran mayoría solo les hago chequeos mensuales para saber cómo están nada más.
Entonces mi trabajo es rutinario, no hay grandes exabruptos, en cuanto a mi vida privada también es rutinaria, Austin se cree dueño de mi vida, siempre tiene alguna excusa para maltratarme, física o verbalmente, estoy cansada de esto pero no tengo a dónde ir ni a quién acudir, tampoco tengo muchas posibilidades de huir, mi novio es íntimo amigo del oficial de policía, en pueblos como este, eso es sinónimo de inmunidad, me podría matar y nadie va a movilizar un pelo por el hecho, para empeorarlo, si me voy, ellos me vigilarán y harán que Aus me encuentre, en resumidas palabras no tengo opciones para cambiar mi vida y esto parece una rutina de ejercicios, todos los días son los mismos problemas y las mismas soluciones. Hasta me ha obligado a tener sexo con él, hay días en los que llego del trabajo exhausta porque debo hacer papeleos o algún pueblo o ciudad de alrededor nos envía un paciente y me toca atenderlo a mí, entonces solo quiero llegar a mi casa y poder ducharme, comer y dormir para seguir trabajando al otro día, pero el señor quiere satisfacer sus necesidades sexuales entonces tengo que sufrir por él, si no acepto me golpea y si lo hago también me maltrata porque al parecer eso le genera placer. Es un psicópata, lo nuestro ya no es amor, sigo en esta casa porque no tengo forma de salir, sino estaría viviendo sola o con alguna de mis amigas que tanto quiero pero esta basura que tengo de pareja, no me deja verlas ni compartir mucho tiempo con ellas. Tengo que tomar la iniciativa y dejar este hogar o poner una solución definitiva respecto a él.
Uno de mis días tan cotidianos, estaba llevando papeles para nada interesantes a la oficina de Sarah, mi jefa, cuando veo a un hombre con un cuerpo que parecía tallado a mano, su espalda era perfecta, vestía una camisa negra con los bordes en el cuello, rojos, unos jeans ajustados que parecían hechos para él, sus zapatos hacían notar su presencia en el lugar, brillantes y ruidosos a su paso, no soy especialista en traumatología, pero en esos segundos que lo vi, le saqué una radiografía, aunque observé en primer lugar su cuerpo, cuando subo la mirada y hacemos contacto visual de sus hermosos ojos azules, esa cara me parecía familiar, como si alguna vez nos hubiéramos visto antes, y parece que no fui la única que sintió eso... su mirada fue profunda, ambos nos dimos vuelta para mirarnos, sabíamos que nos conocíamos, pero, ¿De dónde? No importa, debo seguir con mi trabajo y llevar estos papeles, luego me pondré a pensar en quién era ese hermoso hombre, podría considerarlo un forastero porque nunca lo vi por el pueblo, aunque para mí era una cara conocida, es increíble la confusión que tengo en mi mente en este momento, pero no importa, sigo con mis asuntos y le dejo esto a Sarah.
- Sarah, aquí tienes el papeleo semanal de los niños.
- Muchas gracias Ri, buen trabajo.
En el hospital le decimos "Bolita" porque siempre lleva una bola de esas que sirven para sacarse los nervios, nunca entendimos porqué, es decir, ella no es una persona que sufra de eso y tampoco este lugar da tanto trabajo, pero cada uno con sus costumbres es feliz. De regreso a mi consultorio, me esperaban dos niños, Thomas que venía por un chequeo rutinario y Aaron, se recuperaba de una gripe así que si visita se debía a ver sus mejorías. Entro y me preparo, me tomo una pastilla para el dolor de cabeza que me estaba matando y cambio mis zapatos de tacón alto por unas sandalias mucho más cómodas porque los pies me torturaban peor que mi cerebro a punto de explotar, me levanto para llamar y Thom, cuando alguien toca mi puerta y dice:
- Doc, ¿Está ahí?
- Si, un momento, ya le abro.
Era una voz grave, sonaba muy masculina, era una voz digna de escuchar, y cuando abro... era el chico lindo del pasillo pidiendo para entrar a mi consultorio, estaba al borde de entrar en shock, de inmediato lo hice pasar.
- Dime, ¿En qué te puedo ayudar?
- Te vi en el pasillo, tu cara me pareció conocida.
- A mí también pero no recuerdo de dónde.
- ¿Tu nombre es Riley?
- Si
- ¿Riley Histap?
- Si, ¿Cómo sabes?
- Mi nombre es Luke.
- ¿Luke Carvan?
- ¿Ahora entiendes de dónde nos conocemos?
- Rayos, se me había olvidado, fuimos compañeros en el colegio secundario, mírate, se nota que te has esforzado para tonificar tu cuerpo, ya no eres el flacucho de antes. ¿Qué te trae por aquí?
- La necesidad de un poco de tranquilidad me trajo hasta aquí, me estoy mudando esta semana y conseguí un trabajo de programador en una tienda que se está iniciando aquí, me pidieron unos certificados médicos así que tuve que venir por los chequeos pero nunca imaginé que te podía encontrar en estos pasillos, permíteme decirlo y no me malinterpretes pero te ves mucho más hermosa que en nuestras mejores épocas de adolescentes.
Esas palabras que salieron de su boca hicieron que hasta la última parte de mí temblara, me tenía loca ese hombre, era perfecto y me acaba de decir hermosa, bueno, no tan directamente pero no importa, fue su intención, me estaba derritiendo por él.
- ¿A qué hora sales de trabajar?
- A las 17, mi horario normal si no hay exabruptos es de 9 a 17.
- ¿Tienes planes para hoy en cuanto salgas?
- Por el momento no.
- Perfecto, te espero cuando termine tu turno, yo invito el café.
- De acuerdo, allí estaré.
No lo puedo creer, hace unos minutos era el hombre hermoso del pasillo, ahora es Luke, el galán de la secundaria y actual bombonazo invitándome a tomar un café con él, esto debía ser solo un sueño. Estoy ansiosa por terminar mi turno e irme, tenemos mucho que hablar sobre todo lo que nos sucedió durante estos años...
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Dime que me amas
RomanceLa suerte, casualidad, karma, destino, o el nombre que se le quiera dar, puede unir, separar y hacer que estas dos acciones se repitan tantas veces quieran y en el orden que sea, tal es el caso de esta joven con un encuentro un poco atípico en su vi...