ALI

52 10 5
                                    

Las primeras veces siempre son las más difíciles.
Como el primer día de clases.
Ya había asistido a la Universidad una semana, pero solo eran los cursos propedéuticos, de introducción. Las verdaderas clases comenzaban ahora.
Es quizás contradictorio pero odio-amo el primer día. Porque todos somos iguales, estamos nerviosos, asustados y no conocemos a nadie.

Cuando terminó mi primera clase, tomé mis cosas y fui a buscar una banca para sentarme a comer.
Minutos después de estar allí, un grupo ruidoso de chicos se acercó a mi banca. Al principio me sorprendí pero luego vi a Alex entre la multitud. Se agachó y besó mi mejilla.
-Hola Ali, ¿qué tal tu primer día de clases? -me preguntó sonriente.
-Bien, supongo -respondí, arqueando una ceja.
-¿Es tu chica Alex? -preguntó uno de los muchachos del grupo.
-¿Qué con eso, Manny? -le respondió Alex, con una dura mirada.
Supe que tenía que permanecer callada.
El chico levantó ambas manos, a la altura de su pecho. -Nada, nada -susurró.
-Ali te presento a estos bastardos, mis amigos y algo así como mi segunda familia. Carlos (Car), Emmanuel (Manny), Francisco (Frank) y Samuel (Sammy) -dijo Alex, señalando a cada uno.
Me dieron la mano, por turno, y luego se sentaron en la banca. Pronto estaba rodeada por cinco hombres.
Comenzaron a hablar sobre ecuaciones matemáticas y me salí de la conversación, fingiendo que revisaba mis apuntes en la libreta. Pero se sentía bastante cómodo estar allí, rodeada, protegida. Nunca me había sentido así.
Terminé de comer y me levanté. -Debo ir a clase, nos vemos luego chicos.
Dijeron adiós con la mano y siguieron conversando.
-Te acompaño a tu salón, Ali. -dijo Alex y se paró a mi lado.
Caminamos en silencio hasta el edificio C y entramos al salón. Solo había un par de estudiantes.
-¿Qué fue eso? -pregunté, indignada.
-¿A qué te refieres?
-No te hagas el tonto. ¿Besaste mi mejilla? ¿Mas o menos admitiste que era tu "chica"?
-¿Qué hay de malo con besar tu mejilla? Así es como las personas se saludan. Además, escucha, si no digo que estás conmigo, ellos no van a respetarte.
-De acuerdo. Pero no vas a obligarme a que te bese frente a ellos o que me porte "cariñosa" contigo.
-Para nada. A menos que tú quieras hacerlo -me guiñó un ojo y negué con la cabeza.
-Ya vete de aquí -le dije y empujé su duro pecho con las manos, pero solo conseguí que retrocediera un par de pasos.
-Te veo luego -me lanzó un beso con la mano y se marchó.

¿Cómo sanar un corazón si no está roto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora