28. Contrarreloj

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- ¿Porqué no me lo dijiste?

Sentía mi pulso acelerandose, ¿que estaría pasando por la cabeza de Tsukki ahora mismo? ¿Le doy asco? ¿Podríamos seguir siendo amigos? No, no, Tsukki no es así, Tsukki estaría bien con eso, ¿verdad?. No podía pensar con claridad, pero tenía que responder algo rápido. Ya no había forma de ocultarlo, pero quizás podría conseguir restarle importancia.

- N-No lo sé - Por más que me esforzaba, mi voz no sonaba tranquila.

- Yamaguchi, no me molesta. - Dijo luego de un suspiro, sonaba tan tranquilo cómo siempre.

- Ha...Gracias, jeje - Me sentía estúpido, me ardían demasiado los ojos, no quería llorar ahora, no enfrente de él.

- Hey, Yamaguchi.

- Perdón, perdón - Otra vez lloraba, otra vez caía tan bajo, otra vez me sentía asquerso conmigo mismo y sin embargo no me importaba tanto cómo la persona que tenía delante: iba a perderlo, ya nada sería igual, ya no se sentiría igual para ninguno de los dos, si no me odia ¿entonces cómo seguiremos de ahora en adelante? Cada vez que hablemos él pensará en eso, ya no podré acercarme.

- No llores...

Tsukki estaba secando mis lágrimas, hasta me ofreció un pañuelo! Y parecía sorprendido, el es tan bueno conmigo, perdoname, perdoname Tsukki.

- Te doy asco? - Pregunté intentando evitar que me temblaban los labios.

- Para nada, ahora, ¿Quien es el chico que te gusta? - Tsukki volvía a estar serio, tenía la típica mirada de un amigo que intenta ayudarte con la persona que te gusta, si, sólo un amigo.

Realmente estaba bien? ...

Tenía el derecho de ser su amigo sintiendo otras cosas por él? No sería acaso lo mismo que engañarlo? Todas las cosas que me gustaría hacer a su lado, todos los tontos pensamientos que tenía podrían volverse realidad. Era mi oportunidad, quizás jamás cambié nada pero tengo que intentarlo.

- Yamaguchi - Tsukki me llamó una vez más al ver que no contestaba.

- Me gustas. Eras tú el chico, Tsukki.

- Ya veo. - No parecía asombrado. Esperaba alguna reacción, pero Tsukki sólo se quedó mirándome muy seriamente, ¿Entonces ahora seguiríamos cómo siempre? ¿O ya no quiere que seamos amigos?

- Perdón, Tsukki.

Tsukishima ¿porqué diablos no dices nada? Había mucho silencio, estaba empezando a ponerme muy nervioso; no quería empezar a hablar estupideces, pero no pude evitarlo.

- Yo...No te lo dije antes porque no quería arruinar nuestra amistad, si quieres decir algo, porfavor dilo, lo que sea.

- ¿Hace cuanto te gusto?

- Eh? Creo que desde el último año de primaria, pero no me di cuenta hasta éste año... - Me ardía la cara, ¿Porqué tenía que decir esto?

- Y ¿Porqué te gusto?

- E-Eh por muchas cosas.

- ¿No quieres decírmelo? - Intenté pensar bien que decir y tranquilizarme.

- M-Me gusta tu forma de ser, aunque a muchos le moleste que seas un poco m-mezquino y reservado, creo que es lindo cuándo compites con otros por temas tontos aunque sea sólo para llevar la contraria -lo sé, algo está mal conmigo, jaja- Siempre te admire desde pequeño por ser tan seguro y no dejar que nadie te pase por encima, me gusta mucho almorzar contigo y volver a casa juntos, me encanta la forma en la que das todo en los partidos, recuerdo que cuándo empezaste a bloquear y a practicar más seguido estaba realmente feliz y de un momento a otro te volviste increíble! Me gusta ver tu cara cada día, me gusta que me gustes, por más tonto que suene! y lo lamento, pero me gustas mucho Tsukki!

Un molesto timbre se escuchó a lo lejos, a pesar de habernos detenido para charlar, estábamos a una cuadra de la escuela y ya era hora de entrar!

- Ah! Tenemos que entrar! - Corrí hasta la escuela pero en cuanto crucé la puerta, Tsukki me arrastró fuertemente hasta detrás de un árbol enorme que estaba en un macetero del patio. ¡Porqué habré pensado que podría huir tan fácilmente!

- H-Hey Tsukki! No sería bueno llegar tarde el primer d-día...No? - Dije pegado a la pared contra el árbol, eso fue algo violento, tsukishima se acercaba ¿Me pegaría? - T-Tsukki...?!

- Cállate Yamaguchi. - Ordenó. 

Con un amplio y ágil movimiento levantó mi rostro desde la barbilla y pegó sus labios con los míos. Tuve por un segundo, el instinto de apartarlo ya que fue muy rápido y no lo vi venir, pero ahora no podía decir nada. Lo dejé hacer, la intensidad del beso retrasaba mis intentos de pensar, Tsukki era un gran besador, estaba por quedarme sin aire. Sentí su brazo rodeando mi cadera y nos separamos un segundo, permitiendome inhalar una buena cantidad de aire y devolverle el beso, instintivamente. Mis brazos se enroscaron en su cuello, era tan alto. Alejé cualquier pensamiento de mi cabeza cuándo sentí su lengua, me avergonzaba pensar que estábamos en medio de un beso tan apasionado, pero no podía detenerme.

Finalmente nuestros labios se separaron, pero no me atreví a abrir los ojos y ver a Tsukki a la cara. Los cerré fuertemente jurandome nunca olvidar esa sensación en toda mi vida y asegurandome de que no era un sueño. Cuándo los abrí Tsukki se secó la boca rápidamente con el dorso de su mano y me miró con brillo especial en los ojos que no puedo describir.

Sentí la energía de esa mirada bajar por todo mi cuerpo y caí en cuenta de que había estado presionando mi pulgar contra mis labios. Todo mi cuerpo estaba ardiendo, se sentía tan extraño y genial.

- Vamos, Yamaguchi - Llamó Tsukishima mientras me concentraba en las bonitas baldosas del piso para evitar que viera la sonrisa de estúpido que de seguro tenía mi cara.

- Sí - Contesté simplemente. Me armé de valor y levanté la mirada, Tsukki desvió la mirada avergonzado en cuánto le dediqué una sonrisa, cómo si acabara de pasarle todo mi nerviosismo. De repente me sentía más tranquilo.

- ¡¡Ah!! ¡Tsukki, la hora! ¡Llegaremos tarde, vamos!

Corrí unos pasos, pero Tsukki seguía caminando a su ritmo. Tomé su mano y muriendome de la vergüenza por dentro lo arrastré hasta la entrada. Tan sólo quería abandonar ese lugar o de lo contrario los recuerdos volverían a cada segundo a mi cabeza. Llegamos justo cuándo estaban por cerrar las puertas. Tsukki no parecía tan felíz de ser arrastrado todo el camino, pero no me preocupó. Estaba seguro que él sabía que jamás soltaria su mano.

One More TimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora