26. Fortaleza y Recuerdo

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*narra Iwaizumi*

- Has sido un alumno excelente, te deseo mucha suerte, Iwaizumi-Kun.
Me despedí de la profesora que más me había fastidiado todos estos años y apreté con más fuerza el diploma en mis manos. Mi madre me esperaba afuera así que salí al patio en su busqueda, mirando todo con detalle jurando grabarmelo todo hasta el último instante.

- I-Iwaizumi-Senpai!

Una horda de jóvenes de ojos llorosos corrió a mi encuentro. Alrededor, varias caras se veían al borde del llanto. Yahaba se abalanzó a mis brazos, Kindaichi retenía las lagrimas, Kunimi me dedicó una respetuosa reverencia y Kyotani permanecía serio y distante, mirando de reojo a Yahaba, que no parecía tener intensiones de soltarse. Jamás olvidaría al equipo, me concentré en recorrer cada una de sus caras.

- El equipo va a estar un poco sólo sin los de tercero, asegurense de orientar bien a los nuevos y cuidar bien de todo. Todos son grandiosos, así que se los encargo ¿okey? - Dije sintiendo cómo mi garganta se cerraba con cada palabra.

Watari rompió en llanto después de que todo el equipo hiciera una reverencia y una voz lejana me llamara. Me acerqué a Matsukawa y Hanamaki dejando atrás al equipo.

- ¿Intentando despedirte sin perder la dignidad?

- Algo así - Contesté riendo.

- Bueno, al menos lo conseguiste, Oikawa no paraba de llorar. - Dijo Mattsun pasando el brazo por el hombro de Makki.

- Donde está? - Pregunté buscando en los alrededores. Ambos suspiraron.

- No puede separarse del gimnasio, ya sabes. - Contestó Makki.

- Fueron tres grandes años...

- ¿Que harán ahora?

- Bueno, yo seguiré desempleado hasta que me echen de mi casa, quizás vaya a la universidad de medicina. - Contestó Mattsun, sonriente.

- Yo no lo sé, por ahora es seguro que mi familia me pondrá a trabajar en el supermercado de mi tío, no va a ser nada divertido. - Contestó Makki.

No hicieron falta las palabras, sólo un golpe de hombros y un amplio abrazo mezclado con el sentimiento de angustia y felicidad. Diablos, eso dolía.

Me dirigí al gimnasio. Parecía ayer cuando llegué junto a Oikawa después de dejar la Kitagawa Daiichi, todo se veía tan limpio cómo jamás lo había visto. Todo estaba reluciente, las paredes, las bancas, las pelotas, el suelo, y en el centro estaba Oikawa. De pie con una pelota en la mano y su diploma en la otra. Supongo que lo más doloroso es que el rey deje su corona, de alguna forma, pensar en eso hasta me dolió a mi. Al parecer Oikawa no se percató de mi presencia, seguía parado en el centro de la cancha, observando la pelota y apretando el diploma firmemente.

Me deslicé silenciosamente hasta su lado y coloqué mi mano en su hombro para que supiera que estaba allí. Se giró lentamente y una lagrima se resbaló por su mejilla. Todo brillaba, ya no quedaba nada alrededor. Sus labios articularon mi nombre y Oikawa me miró con la belleza de una flor suplicante en el último día de la primavera. Lo atrapé entre mis brazos con el miedo de que en cualquier momento fuera a caer y sentí los suyos cerrarse sobre mi cuello. La primera gota de lluvia ahora se había convertido en una tempestad, y yo también quería hacerlo. Quería llorar.

- I-Iwa-chan, yo trabajé tan duro, me esforcé tanto para llegar aquí... - Dijo con dificultad entre las lagrimas. - ¿Todo eso va a desaparecer?

Hundí su cabeza en mi pecho y lo aprisioné más entre mis brazos, quería que supiera que estaba ahí, que siempre lo había estado.

- Claro que no, tonto, sólo es tiempo de pasar a otra etapa. - Contesté mirando al vacío. Las paredes del gimanasio se iluminaban con la luz que se filtraba por las pequeñas ventanas. - Oikawa, yo también me esforcé mucho, no tanto cómo tú, claro, pero todo éste tiempo aquí fué genial. Me hubiera gustado ser más fuerte para disfrutar al máximo todo el tiempo en el club, ganando y llevándonos a la gloria, pero ese siempre fuiste tú y ahora podrías incluso pasar a las nacionales, considéralo un premio...

- No! No quiero que Iwa-chan me dé lecciones de moral o lo que sea! No eres debil! - Oikawa se zafó del agarre y ahora incluso se veía enojado - Si no estuvieras ahí, si nadie estuviera ahí no hubiera sido posible, tienes el poder de hacerme fuerte. ¿Acaso no lo vés? Yo soy el único debil!

- Pfff! - Solté una risa. De repente, Oikawa parecía avergonzado - Oikawa! Tú vas a ir a las nacionales! Y luego te alcanzaré y podré rematar una vez más esos malditos pases tuyos! Ahora deja de llorar y sé hombre, shittykawa.

- Iwa-chan jamás lo lograrás! Sólo alguién perfecto como yo podría hacerlo~ - Contestó con esa estúpida tonada que usualmente usa y se echó al suelo, mirando al techo.

- Repítelo, mierdikawa - Dije resaltando la última palabra y lanzándome sobre el, que sin poder defenderse, siguió el juego y dimos varias vueltas en el suelo hasta que término el arriba mío y sujetándome por los hombros.

- Hey, Iwa-chan, después de ésto te olvidarás de mi, ¿verdad? - Preguntó inmóvil, con una expresión lastimera. Sabía a lo que se refería, después de todo iríamos a universidades diferentes, pero jamás había considerado eso cómo una opción.

- ¿Qué? No, no, eres muy molesto cómo para olvidarte tán fácilmente - Oikawa esbozó una sonrisa y de un momento a otro se acercó demasiado.

Apoyando ambas manos en mi pecho juntó nuestros labios. Mi cuerpo no respondía y sólo me quedé observando cómo cerraba sus ojos lentamente. Tenía sus pestañas tan cerca y sus labios tan cálidos. Fué un instante infinito y en cuánto se separó sentí la húmedad de sus lágrimas en mis mejillas.

- Y eso... - Intentaba decír algo pero no sabía si sentirme increíblemente feliz o encantadoramente triste.

- Para asegurarme.

En un rápido cambio de posición me puse arriba suyo y presione sus labios antes de que dijera nada. Parecía sorprendido.

- No voy a olvidarte y no pienso aceptar que tú lo hagas. Ese beso no va a ser de despedida y lo único que te aseguras es de que quiera violarte aún más aquí mísmo. - Dije seriamente. Reí al ver cómo los colores subían a su cara y lo besé rápidamente. Un beso más corto que el anterior, pero quizás con más significado.

- ¿Y eso porque? - Preguntó cubriéndose la boca y riendo por lo bajo.

- Para asegurarme de que lo recuerdes, más bien, que recuerdes éste momento, no sé, cuéntaselo a nuestros hijos.

- Se lo contaré a nuestros nietos! ~

- También puedes contarselo a ellos, vamonos, ya todos se van y aún no salude ni a la mitad.

One More TimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora