Capítulo 7.

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Estamos en el garage de su casa besándonos como locos, todavía no subimos a la casa y ya estamos descontrolándonos. Presiento que no llego vestida a la cama.

Pienso, pienso. Mi cabeza no deja de laburar... 

¿Qué es, Maite, lo que no entendés? ¿No sabés que te va a usar y despues se va a ir, como lo hacen todos, como lo hizo tu ex? No puede ser que estés deseando más que un beso, más que sexo.Y lo peor de todo: Lo vas a tener que seguir viendo y hacer de cuenta que no pasó nada.

¿Qué pasó con el juramento?Ni se te ocurra enamorarte Maite. Ni se te pase por la cabeza. 

Por Dios, esto es cualquier cosa. No está bien. Una locura...

-Usted es mi jefe, yo su secretaría. Esto es una locura. ¿qué es lo que no entiende? Además estoy cansada, quiero irme a mi casa, cambiarme de ropa, sacarme los zapatos, descanzar...No es conveniente.-Le digo cortándo el beso, apartándome y abrochando los botones de la camisa que él mismo minutos antes se encargó de desabrochar.

-¿Y por qué no dejás que te desvista y  cambie de ropa yo? ¿Por qué no dejas que yo te saque esos zapatos taco aguja que tenes que me vuelven loco? Olvida, Maite. Hoy no somos jefe y secretaría. Hoy somos Luciano y Jessica Rabbit.-Me dice dándome un corto beso en los labios.-Dejate llevar mujer, disfrutá, no pienses en nada. No puedo más, me vas a tener que comprar un pantalón porque éste va a romperse en cualquier momento...

Me besa, me sigue besando... Entre besos agrega:

-Si es una locura. Que sea la locura más linda que hayamos hecho nunca, Maite. Seamos locos, hagamos esta locura. Sé cuanto lo deseas...-Me dice sacándome la camisa, mejor dicho: arráncandola de mi. Por Dios, estamos en el garage, si alguien nos ve...

"Disfrutá. No pienses en nada" Golpea en mi mente una y otra vez la frase del Gamberro.

Acepto definitivamente su jueguito, arrancándole con fuerza su camisa (Sinceramente, estos no son momentos para ponerse a desabrochar uno por uno los botones). Me carga sobre sus hombros, como lo hizo para aislarme de la fiesta y besarme, y me lleva hasta entrar a la casa. Cierra la puerta termina sacándome la pollera, nos besamos. Le arranco el pantalón (por suerte no lleva cinturón, me hubiera costado horrores sacarlo), y entre besos y caricias terminamos acostados en el sillón, él encima mío. Piel a piel. 

Estamos desnudos, yo debajo de él. Bueno, no del todo desnuda. Mis zapatos. Todavía están en mis pies. Intenté sacarlos pero él me lo impidió.

-Te dije que te desnudaría yo.-Dice mientras va arrastrando su mano por toda su pierna hasta llegar a mis pies.-Y que yo mismo te sacaría esos tacos que tanto me gustan y tanto te molestan.

Y dicho y hecho: me saca los zapatos y...

Empieza a dar un recorrido con la punta del taco aguja de mis zapatos por todo mi cuerpo, lentamente. Un tour. Esos tacos estan haciendo un tour sobre mí. Sube desde mi pierna hasta mis pechos, dibuja círculos sobre mis pesones. Siento que vuelo. No se si siento, no se si estoy. Es más no se si sigo aca. 

Recorre desde mis pechos, mi vientre, mi ombligo, mis piernas, mis pies. Ninguna parte de mi cuerpo queda sin ser rozado por el taco. Lo mete en su boca y por  último lo introduce...

Lo introduce dentro...mío. Yo...Yo ya no sé dónde estoy.

¡Bendito el hombre que inventó los zapatos! ¡Bendito el hombre que inventó el taco aguja! ¡Bendito este hombre, que le dió otra utilidad a estos benditos zapatos taco aguja!

Necesito que entre él en mí, necesito sentir su piel junto a la mía más intensamente.

No me reconozco, yo no suelo ser así con los hombres en la cama. Con este quiero todo.

-¿Preparada Rabiosa hermosa? ¿Querés ser mía definitivamente?-Me dice dándole un beso al taco aguja que sacó de dentro mío.

No puedo ni hablar, estoy casi muda.

-S..Sí, ¡Sí! Quiero.

Me besa desde el vientre hasta mis labios y luego se introduce dentro mío, me penetra como nunca nadie lo había hecho, empujándo sus caderas con toda su fuerza, fuerza que acaba con toda mi cordura.

Justo en el momento en el que llegamos al clímax, aún dentro mío, se recuesta sobre mí, siento que absorve mi perfume, siento que huele mi piel y lamentablemente siento que se me va a volver un vicio estar con este hombre en la cama. Cama, sillón, comedor, cocina, baño, oficina... ¡Cualquier lado! Solo que...

-¿Y esa cara? ¿No te gustó? ¿No estás llena? ¿No supe complacerte, mujer?

-No es eso Luciano. 

-¿Entonces que es?

-Es que ésta es la primera y la última que te aprovechas de mi sensibilidad e inocencia. A partir de ahora, YO, voy a mandarte y VOS me vas a obedecer. ¿Está claro Gamberro?

-Rabiosa.-Concluye besándome en los labios, con gratitud, con felicidad, con amor.

¡Tonta, tonta! El juramento.

Bendito Zapato- María S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora