Capitulo 4:

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¿Que harías tú si la persona que más amas, te dice que no ha olvidado a su ex?
No sabía si quedarme aún y seguir perdiendo mi dignidad por verlo feliz ó irme de una maldita vez.
Decía que era toda su felicidad, que me necesitaba más que a nadie.
Yo solamente quería ayudarle, nunca fui con la intención de enamorarme.
Me envolvió con palabras bonitas, me vio frágil e inocente, se aprovecho de eso y solo me utilizó. Igual que a la otra chica.
Lo único diferente aquí fue que, ella se dio cuenta a tiempo.
Yo mientras, seguí cayendo en su estúpido y barato cuento.
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Desperté, creo que a las 7 de la mañana, ya ni siquiera me acuerdo, sólo sé que salí de su habitación y fui directo a la mía.
Me di un baño y volví a dormir, estaba algo cansada, se suponía que debía ir en camino a la universidad.

Llegue tres horas tarde. Salí con un reporte y trabajos extra, al llegar le dije a Lee que lo necesitaban mañana y después salí corriendo directo al trabajo.

Llegue a media noche, pues trabajaba en un bar, de sirvienta.
En cuanto llegue me quede dormida al instante, me desperté al sentir que alguien se acostaba a mi lado.

Era Oliver, iba a gritar cuando habló.

-Dejame dormir contigo, ellos están regresando ~susurró aterrado.
-¿De que esta hablando?
-No me hables de usted ~suplicó dolido~ no me trates otra vez así, Hannah ~susurró esta vez llorando.
-Me llamo _______.
-Ya basta Hannah, no te pido que me ames, solo déjame estar tan solo un momento contigo, de nuevo, como en los viejos tiempos.
-Oliver, ¿se encuentra bien?
-Mas que perfecto, ya te tengo a mi lado.

Me abrazó y se dejo caer en la cama, estaba cansada, así que decidí dejarlo ahí, quería dormir y si lo movía o trataba de llevarlo a su habitación sería mas pesado.

Al despertar lo vi a mi lado, me moví un poco y él me atrajo hacía él. Su mano subió hasta mis pechos y la quite de inmediato, de un movimiento brusco me aleje de él.

Recuerdo perfectamente qué en cuanto abrió sus ojos y me vió, su rostro cambió drásticamente.

-¿Que coño haces aquí? ~gritó.
-Mas bien, ¿que haces tu en mi habitación?
-¿Qué?

Su rostro de asombro me daba risa, saltó de la cama y salió de ahí corriendo.

En todo el día, las pocas veces que llegue a toparlo en casa, siempre evito mi mirada, parecía que se escondía de mí, pues, en cuanto me veía o escuchaba, salía corriendo y con la mirada fija en el suelo.

No Me Dejes AhogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora