Capítulo 3: Su conexión...

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Siento el grande brazo de Ethark que aún me rodea y me ruborizo, esta conexión que tenemos me hace sentir tan confundida. Me tenso e intento apartarme, soy una mujer casada, no puedo andar dejando que otro hombre me toque. Además, es un extraterrestre, piensan diferente a nosotros los humanos.

¿Quién sabe que se le está cruzando por la cabeza ahora?

―Suéltame ―exclamo en un susurro, como si mi mente no quisiera que lo haga. Su brazo se aparta y siento como si hubiera perdido parte de mi alma al separarme de él. Me giro a verlo, pero apenas me encuentro con sus ojos celestes, bajo la vista―. Gracias.

―No planeo hacerte daño, Linsday, a partir de ahora tú eres mi prioridad.

―No entiendo ¿Quién eres? ―Vuelvo a observarlo, aún nerviosa.

―Pues... ―Se detiene y levanta la vista, viendo a un costado.

―¿Qué sucede? ―Miro para donde él cambió su visión.

Cierto, ya se ha terminado el toque de queda, es cuando los que no pertenecen a HimnoVida salen a deambular. En este caso, delincuentes, secuestradores, parias que no se pueden controlar.

Aunque algunos los llaman rebeldes.

Los miro bien, esta pandilla es solo de humanos, pero a veces son de extraterrestres y eso es mucho más peligroso, ya que si no siguen a la ley los nuestros, menos esos. Por suerte, son personas, pero eso no significa que esté a salvo.

Soy una mujer embarazada, valgo oro en estos tiempos.

Prácticamente si no voy con cautela podrían venderme, hay que irse rápido de aquí, o esto se pondrá peor.

―Eh, Ilarium ―dice uno nombrando a la raza de Ethark―. ¿Estás secuestrando a la chica? Eso no parece bien. ―Se ríe.

―No me ha hecho nada, pueden irse tranquilamente ―aclaro.

Esto se ve feo.

Se acercan con sonrisas cínicas en sus rostros, tienen armas capaces de lastimar a otras razas. Esto no me gusta para nada, aunque Ethark sonríe estando tranquilo y despreocupado. No lo conozco, así que no sé qué es capaz de hacer, aun así me preocupa esta situación.

Y seguramente cuando regrese Jealou se enojará conmigo.

―Deberías acompañarnos. ―Uno de los hombres me agarra el brazo, entonces Ethark frunce el ceño y toma con fuerza la muñeca del agresor―. ¡Agh, suéltame! ―grita adolorido, así que sus otros dos compañeros levantan sus armas.

―Yo que ustedes, no haría eso ―amenaza el extraterrestre.

No les importa su advertencia, entonces rápidamente disparan a diestra y siniestra, sin piedad. Ethark avienta al hombre que sostenía mi brazo y este cae sobre ellos. Lo que no entiendo, de dónde ha salido tanta velocidad, porque me ha llevado detrás de una pared, antes de que algún tiro nos dé.

―¿Estás bien? ¿No te has hecho daño, verdad? ―pregunta muy cerca de mí y hasta siento su respiración, mientras me observa detenidamente.

―Estoy... estoy bien. ―Me toco la cabeza―. Solo algo aturdida.

―Te llevaré a tu casa, he sido imprudente ―dice sin expresión en su rostro y mira el lugar de un lado a otro.

―¡No hace falta! A... además yo soy la que vine a buscarte. ―Lo defiendo de su propia acusación.

Sonríe.

―Me agradas, Linsday. ―Veo como se acerca a mis labios y yo le muevo la cara.

―Creo haberte dicho que soy una mujer casada, no puedes hacer eso. ―Mi corazón se acelera y mi pecho duele al rechazarlo ¡Pero soy toda una contradicción!

No me comprendo.

―Puedo y debo. ―Toca mis labios con su dedo pulgar―. ¿No entiendes nuestra conexión aún?

―No sé de qué hablas. ―Intento no mirarlo y respiro agitada.

―¿Acaso te doy miedo?

No, es todo lo contrario, me atrae y mucho. Lo único que me aterra, es no saber el porqué.

El gran pavor de sentir que estoy traicionando a Jealou está latente.

―Yo... yo no quiero hablar de esto. ―Lo miro y le quito la mano de mi boca―. Yo quiero que me digas lo que todos me ocultan. ―Frunzo el ceño―. ¿O tú también me vas a mentir?

Ni idea qué sucede, pero lo más raro, es que no quiero que este desconocido me traicione ¡Y lo acabo de conocer!

Esto no tiene lógica.

Algo suena en el bolsillo de su pantalón y se separa de mí, logrando nuevamente que me sienta vacía por dentro. Saca un pequeño artefacto y parece que se comunica con su especie, porque se encuentra hablando en su idioma nativo. Lo cual es muy extraño, pero más lo escucho, más lo entiendo.

¿Desde cuándo conozco el dialecto extraterrestre?

―Debo irme ―de repente me dice―. Es importante.

―¿Eh? ―Me sorprendo―. ¿Y a dónde vas? ―Un nudo aparece en mi garganta―. ¿Me dejarás sola?

¿Qué es esto de no querer que se vaya? Estoy completamente loca.

―No, alguien te escoltará hasta tu casa ―explica.

Frunzo el ceño.

―¿Y por qué no tú?

―Porque tengo que encargarme de asuntos diplomáticos.

¿Eh? ¿Por qué de repente esto se convirtió en una conversación de política? Parece que realmente Ethark no es cualquier extraterrestre.

LinsdayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora