Capítulo 9: Las culpas...

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Estoy en una nave extraterrestre, nunca imaginé estar en una. Todo es tan extraño, aunque los humanos hayamos mejorado en nuestra tecnología, la de ellos es tan diferente que ni se puede describir.

Toco mi vientre, nerviosa, y camino por el lugar. No veo mucho, más que luces, aunque creo que es un pasillo aparte, en la entrada del vehículo espacial. Ethark se mantiene quieto y me mira. Luego de que le recriminara lo que dijo se quedó callado. Por su parte, el otro extraterrestre, sí se fue del ambiente. Hemos quedado solos, pero parece que ni estuviéramos juntos aquí. Sigo pensando que él es todo un misterio, me pone tan confundida cuando lo veo, no entiendo por qué confío tanto en él, si apenas lo vi recién y encima me secuestra.

―¿Vas a quedarte ahí parado? ―intento comenzar una conversación―. Sin hacer nada. Digo, me secuestraste ¿Ahora qué? ―Frunzo el ceño―. ¿Vas a diseccionarme? ―Él se ríe cuando exclamo aquello―. ¿Qué?

―Nada. ―Una sonrisa encantadora se plasma en su rostro y siento que toda mi tensión ha desaparecido por completo―. Es que... no sé de dónde se te ha pasado por la cabeza que yo haría algo así.

―¿Qué? ¿Por qué? ―Me cubro―. ¿Acaso piensas algo peor?

Levanta una ceja, confundido.

―¿Estás insinuando que quiero hacer algo indebido?

―Pues cuando secuestras a alguien, la persona siempre quiere hacerle algo malo a la otra, es evidente.

Cuando explico aquello, él se queda pensando un rato, antes de responderme, parece que lo analiza detenidamente.

―Entonces supongo que secuestro no es un término adecuado. ―Ladea la cabeza―. Los humanos son tan complicados, no entiendo su comportamiento tan... destructivo ¿Acaso no piensan en los demás? ―Vuelve a hacer una pausa, pensativo―. No me gusta para nada.

―No te hagas el santo, secuestrador ―lo agredo y siento una sensación que no me gusta. Como si sintiera su propio dolor, le dolió lo que le dije y lo sentí―. ¿Qué me pasa? ―Me miro confundida.

―Es nuestra conexión, solo eso ―aclara y no me observa―. Yo también siento tu confusión en este mismo instante. ―Se toca la cabeza e intenta explicarme amablemente, luego me vuelve a ver―. Así es como es, más tiempo pasamos juntos, más crece. Eso es lo que representa la confianza en mi raza.

―¿Qué conexión? No tengo idea de qué hablas.

―De nuestro vínculo. ―Da un paso para acercarse y yo retrocedo.

―¿Qué vínculo? No tenemos un vínculo, no te conozco. ―Mi espalda termina chocándose contra la pared cuando sigue avanzando y yo retrocediendo.

Apoya su brazo a un costado de mi cabeza. Levanto la vista, es tan alto.

―Ciertamente es muy extraño para mí también, nunca se me cruzó por la cabeza que una humana podría ser mi compañera. Es tan extraño. ―Se acerca a mi rostro despacio―. Pero ocurrió así y no puedo detener este fuerte sentimiento que siento hacia ti, es mágico. El ADN tiene esa fuerza inexplicable que me impulsa y la he aceptado con todo mi ser.

―No te acerques ―le advierto cuando casi lo tengo a centímetros de mis labios. Siento una lucha interna dentro de mí cuando digo aquello, un vacío que me lastima cuando lo rechazo, es tan fuerte esta sensación―. No me has dicho... o no entendí, eso que dices. Soy una mujer casada, no me vengas con cortejos de extraterrestres y además, no soy tu compañera ¿Qué te da derecho a elegir por mí?

Frunce el ceño.

―Me estás culpando de algo que no he hecho. Vine a este planeta, con el simple propósito de restablecer las relaciones diplomáticas de nuestros planetas, porque los humanos lo dictaminaron así. Fue ingenuo de mi parte venir solo, todos los Ilarium pensábamos que los terrestres eran pacíficos, pero nos equivocamos.

―¿De qué estás hablando? ―pregunto confundida ante su explicación.

Continúa relatando y yo presto mucha atención. Me siento hasta interesada en lo que me cuenta y no sé por qué.

―Los humanos me atacaron por sorpresa, fingieron ser mis amigos y me pusieron algo en la bebida. A pesar de que no suelo tomar cosas que no tengan que ver con mi planeta, por cortesía, accedí ¿Viste cuando hablabas de diseccionar? ―pregunta y asiento atónita―. Pues hubo muchos tejidos que me quitaron cuando me desperté, ADN, pero sobre todo espermas, componente el cual, experimentaron en ti. ―Comienza a preguntarme cosas, que resuenan en mi cabeza―: ¿Comprendes ahora? ¿No te pareció extraño el lugar donde despertaste? ¿Acaso no piensas que te han mentido? ¿Sientes realmente que yo podría lastimarte cuando ellos fueron los que estuvieron jugando con tu mente? O peor, tu cuerpo, tu hijo, todo. Dime la verdad ¿Crees que te estoy mintiendo? ―Se calla esperando mi respuesta.

―No... no creo que me mientas. ―Bajo la vista―. Es inevitable, siento que eres sincero. ―Mis mejillas arden y mi corazón se acelera rápidamente―. Debió ser muy duro para ti estar en esa situación. ―Vuelvo a mirarlo―. ¿Cómo escapaste?

―No fue difícil, ya que simplemente pensaron que estaba muerto y tiraron mi cuerpo en las afueras de HimnoVida. ―Quedo impactada cuando dice aquello. Es horrible, inhumano lo que hicieron. Hace una pausa viendo mi expresión de horror y espera para continuar―. Si quieres...

―Tú sigue ―exclamo como si supiera lo que iba a pronunciar.

―Me contacté con mi nave, la maquinaria se acercó hasta mí y me arrastré hasta esta. Una vez despegó y llegué a mi planeta, me asistieron, eso es todo. ―Siento que resumió lo que cuenta, como si intentara protegerme de su relato aterrador.

Esta conexión es tan extraña.

―No entiendo como tu raza no tomo represalias. Digo, tú eres... ―Mi cabeza me duele intentando saber lo que se cruza en mi mente, lo que quiero decir, algo que olvidé―. Tú eres... ¿Dijiste relaciones diplomáticas? Creo haber oído eso antes.

―No te esfuerces, te harás daño ―expresa preocupado y vuelvo a sonrojarme.

―¿Por qué te angustias tanto si recién me conoces?

―Es inevitable, es nuestra conexión, ya te lo dije. ―Vuelve a acercarse a mi boca―. Si tan solo me dejaras afianzar nuestro vínculo como la última vez, quizás hasta recuerdes que ya nos hemos besado.

―¿Qué? ―Me sorprendo―. ¿Nos hemos besado?

No sé por qué esas palabras me ponen en una sensación de confort, es tan gratificante y a la vez no tiene sentido.

―Una vez. ―Me mira fijamente con sus ojos celestes―. Pero fue tan fugaz que no tiene ni nombre ¿No me dejarás repetirla? Prometo que será inolvidable.

LinsdayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora