Capítulo 5: Mi rostro...

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Respiro agitada, no puedo permanecer por más tiempo escondida aquí, debo enfrentarlos. Por mí, por toda esta situación y sobre todo por mi bebé. Tomo todo el aire que puedo y me preparo para soportar los nervios. Giro a través de la puerta y entro a la habitación, tocándome el vientre.

―¿Tienen algo para decirme, ustedes?

―Linsday. ―Veo a Ethark que se levanta del sillón y por alguna extraña razón sonríe―. Sabía que te había percibido ―exclama, pero no entiendo a qué se refiere.

¿Sabía que estaba escondida?

―Lin, no puedes estar aquí ―dice Jealou, parado al lado del otro oficial y visualizo al líder de HimnoVida, sentado en el otro sillón, Uriseth―. Lo siento mucho ―se disculpa con él.

―No hay por qué ―le responde el hombre de cabello oscuro, luego mira a Ethark―. Continuaremos esta conversación en otro momento. ―Se levanta y veo como se retira al pasar por mi lado.

Su presencia me causa escalofríos.

Jealou se me acerca y me agarra del brazo, queriéndome hacer salir de la sala. En ese pequeño transcurso en los que mis pies se mueven, los ojos celestes del extraterrestre con quién tengo una conexión me observan, pero él no se mueve. Solo mira como el castaño me saca de allí, pareciera como si sintiera impotencia.

―¿Qué haces aquí? ―dice mi marido cuando estamos lejos de la sala y me quita por completo de mis pensamientos―. ¿Cómo saliste de la casa? ―apenas exclama eso me percato y me suelto abruptamente.

―Eso me recuerda... ―expreso molesta―. ¡Cambiaste la contraseña! ―Aumento la voz―. ¡¿No confías en mí?! ―grito mientras mi ira crece―. ¡¿Qué te pasa?!

―Intento protegerte. ―Mantiene la compostura, se nota enojado. Desde que desperté, no parece conforme con nada de lo que hago.

―¡¿De quién?! ―Me altero―. ¡¿De Ethark?! Él no te ha hecho nada.

―Sabes que HimnoVida no es seguro ―me aclara y es obvio que me cambió el tema. Le molestó mucho que nombrara al extraterrestre.

―¡Lo sé! ―Respiro agitada―. Siempre... ―Creo que me estoy mareando, ha sido mucho estrés―. Siempre he sido precavida.

―¿Lin?

Tengo un vahído, pero continúo.

―Y me he cuidado, no tienes de que...

Me agarra de los brazos.

―Debemos ir al médico ―me aclara y ya que estoy aturdida me cuesta responderle.

―Eso... te lo dije antes.

―No tiene nada que ver una cosa con la otra.

Siento que me levanta entre sus brazos y comienza a caminar. Noto el movimiento que me pone peor. Va rápido, se ve preocupado.

―Claro que tiene que ver... ―Mis ojos empiezan a cerrarse.

―Una cosa eres tú y otra muy distinta es el bebé. ―No entiendo qué quiere decir y no alcanzo a preguntarle porque pierdo el conocimiento.

~~~

Abro los ojos y siento que vuelvo a tener aire en el cuerpo, es como si lo hubiera perdido. Otra vez me encuentro en este lugar acostada, no es el hospital, de eso estoy segura. Nunca he creído que este sitio sea una clínica. Suena a algo siniestro lo que digo, pero es lo que pienso.

No quiero estar aquí, quiero irme de aquí.

Oigo el pitido otra vez y me quito las cosas del cuerpo. La máquina se escucha más fuerte, sin embargo la ignoro, me levanto de la cama, entonces salgo del cuarto. Solo estoy yo con mi embarazo, el pasillo, mi bata azul y unos pies descalzos. Espero no pincharme, pero necesito huir de allí y pronto.

Continúo por los pasillos y veo guardias acercarse, así que me oculto rápidamente. Miro a todos lados, así que encuentro una puerta restringida. Mi respiración vuelve a agitarse como antes, mi cuerpo no me está respondiendo como es debido.

Intento encender la luz del cuarto y cuando lo hago, hubiera deseado no encontrar la perilla. Es una cámara para los muertos, algo así como una morgue, pero no puede ser porque hay aparatos por todas partes.

Estoy más asustada que antes.

Avanzo hasta el final de la habitación y siento que cada vez estoy peor. Pongo mi mano en mi vientre y veo en el fondo una cabina, un ataúd de cristal. Congelado se podría decir, dentro no se ve nada por el frío que parece que emana de allí, pero leo la etiqueta.

"Linsday Katrina A1"

Al leer mi nombre completo quedo petrificada, pero sigo leyendo.

"Día de muerte: 07/01/4001"

¿4001? Pero si faltan meses y ni siquiera ha nacido mi bebé ¿Van a matarme? No, espera. Pongo mi código de nacimiento en la cabina para que esta se abra.

La máquina hace ruido de aire saliente en un chiflido y comienza abrirse. Mis ojos se llenan de lágrimas y el terror se apodera de mí.

Retrocedo al ver mi rostro, mi mismo rostro en el ataúd de una muerta, que se supone que soy yo, pero no soy yo. Tiemblo y miro su estómago, ha sido carcomido por el virus, es horrible.

―Tengo que salir de aquí.

Comienzo a correr muy alarmada, desesperada, no sé qué hacer, solo lloro y no entiendo qué pasa.

¡¿Acaso me clonaron?! ¡¿Qué es esto?! ¡¿Por qué?!

―¡Jealou! ―grito al verlo y lloro todavía más. Me agarro de su chaqueta, asustada―. Mi... mi rostro... cadáver. ―No puedo ni entender lo que quiero decir―. Ayúdame.

―La viste ―dice sin sorprenderse y me sobresalto―. Tranquila, no pasa nada.

―¡No entiendes! ―grito y siento que me voy a desmayar otra vez―. ¡Es yo, pero no es yo, Jealou!

―Tranquila ―repite y me abraza―. No tienes de qué preocuparte A7.

¿Por qué dijo el código de mi apellido modificado?

No tengo tiempo de analizarlo porque siento el pinchazo de una jeringa en mi cuello y como había previsto pierdo la conciencia, pero esta vez, por culpa de mi marido, que ya ni lo reconozco.

¿Quién es Jealou? ¿Quién es Linsday?

Ya no tengo idea de nada.

LinsdayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora