Capítulo 17: Soy Linsday

412 64 15
                                    

Jealou murió, se ha ido, ahora descansa en paz. Agarro a mi hija y corro hasta Ethark y él me abraza. Gracias a aquel hombre, que decía ser mi esposo, pero que siempre estará en mi corazón, el líder de HimnoVida fue destituido. Ahora solo queda una cosa por hacer.

El amigo de Jealou, Conrad, se nos acerca y se ofrece a llevarnos a la embajada de los Ilarium, para evitar la invasión. Subimos a su vehículo blindado, aquel de la Guarda Proyectual y nos dirigimos hasta allí, lo más rápido posible.

Bajamos del vehículo a toda velocidad y corremos hasta el gran edificio. Cuando llego estoy muy impactada. Oh, cielos, con el Rey. Miro hacia arriba, estoy asombrada con su altura y su camuflaje es perfecto. Parece un jugador de básquet, solo que con vestimenta formal y sin la ropa deportiva.

―Padre ―dice Ethark y se arrodilla ante él―. Detengan la invasión.

―Hijo. ―El enorme extraterrestre lo mira seriamente y luego me observa a mí junto a mi bebé―. Parece que los humanos juegan con tus emociones.

Oigo unos tacos y giro mi vista al visualizar a la Reina, un cabello violeta que llega hasta sus caderas, con un vestido pegado al cuerpo, su camuflaje también es bonito. Aunque no hay necesidad de esos zapatos con esa altura.

―La raza humana ya se ha burlado demasiado, ha ido de más en contra de nosotros y nuestro régimen pacifista. Vamos a demostrarles que no se juega con los Ilarium cuando se nos provoca. ―Frunce el ceño―. Nuestro respeto hacia ellos ha caducado y deben pagar.

―Por favor... ―ruego yo.

―Si de todas maneras ya están acabados ―expresa el Rey.

Su hijo se levanta del suelo y los mira a ambos.

―Uriseth ha sido destituido, pueden comprobarlo, no necesitan hacer esto, otro líder tomará el puesto.

La madre pestañea dos veces muy lento y lo observa moviendo la cabeza despacio, esos ojos lilas demuestran que lo escucha atentamente.

―¿Qué nos garantiza que no sucederá lo mismo?

―Somos una raza que nunca le da la espalda a nada, podemos ayudarlos con su problema del virus con nuestra tecnología y así, no podrán intentar más nada contra nosotros ―explica mi compañero y el Rey se le acerca, inclinándose hasta él―. ¿Padre? ―expresa confundido.

―¿Los humanos merecen una oportunidad? ―pregunta seriamente, entrecierra los ojos y lo observa esperando expectante su respuesta, parece que lo analiza―. ¿Eso crees?

―Sí, eso creo. ―Ethark me mira a mí y me sonríe―. Todos merecemos una segunda oportunidad.

El Rey vuelve a ponerse recto y hasta se lo piensa, luego mira a su esposa, entonces observo dándome cuenta de su conexión, él sonríe para luego dar su veredicto.

―Concedido. ―Lo mira orgulloso―. Pero será tu responsabilidad.

El príncipe asiente, feliz.

―Sí, padre, y la acepto con mucho honor.

Luego de esa reunión familiar, las naves se van como si nada hubiera pasado. Es increíble como los Ilarium piensan, me encanta esa paz que tienen alrededor suyo, es tan mágica.

Aunque solo se trate del ADN, yo siento que es más.

Las buenas noticias siguen surgiendo, mientras el tiempo comienza a transcurrir, Conrad toma el puesto de líder y eso logra que se llegue a un común acuerdo con la embajada. La tecnología avanza y pronto se piensa que habrá una cura. Lo mejor de todo, es que ahora me siento yo misma y junto a mi compañero e hija, aún más.

Nos quedamos en el planeta tierra, pero algún día conoceré aquella estrella, la cual siempre me señala Ethark en mi nueva casa. Conrad ha sido muy amable de darnos un nuevo hogar. Los recuerdos de Jealou están en esa otra casa y prefiero no quedarme allí.

Aunque en este momento...

Apoyo la flor sobre aquella lápida que se encuentra al lado de otras dos tumbas, una pequeña y otra de su mismo tamaño, en aquel cementerio lejos de HimnoVida.

―Al fin, Jealou... ―Sonrío―. Al fin estás con Linsday. ―Miro la pequeña lápida―. Y la chiquita Alanís. ―Una lágrima revoltosa se me escapa por la mejilla y la limpio―. Ahora eres feliz.

Siento una mano en mi hombro y me giro, así que le sonrío a Ethark, entonces él me entrega a mi beba.

―¿Nos vamos?

Asiento y entrelazo mis dedos con los de él. Caminamos hasta la nave que está a lo lejos en el horizonte. Mientras avanzamos, puedo sentir nuestra conexión, por lo tanto sonrío.

―¿Me asustaré de tu planeta? ―Me río.

―No creo, tú eres muy valiente. ―Mira hacia adelante mientras continuamos avanzando―. Aunque en realidad no estás pensando en eso.

―Cierto ―le doy la razón y luego beso a mi hija, que la sostiene mi otra mano―. La conexión es algo maravilloso ¿Piensas que Alanís tendrá una como la nuestra? ―Me giro nuevamente a observarlo.

Sonríe.

―No lo sé, Alanís es diferente, quizás solo sea una humana y ya.

―Quizás, pero me encantaría que tuviera esto del ADN. ―Me agarro fuerte de su mano―. Es como mágico y me deja una sensación agradable.

Se ríe.

―Eres linda. ―Me roba un beso rápido―. Te amo.

Hago una sonrisa risueña.

―Yo también te amo. ―Me agarro de su brazo, entonces levanto la vista cuando llegamos a la compuerta de la nave y esta baja―. Es hora de conocer tu mundo.

―Mi mundo son ustedes dos.

―Entonces podemos estar tranquilas. ―Nos damos otro beso y al entrar veo como la compuerta se va cerrando.

Camino hasta la ventana cuando despegamos y le señalo a mi hija la tierra, sintiéndome diferente, como renovada.

―Mira, linda, el mundo está cambiando. ―Ethark me abraza por detrás y le sonrío―. Entiendo muy bien la conexión ahora.

Es tan grande como con la de mi compañero, ahora todo está bien, la felicidad es entera, se comparte en el aire. Puedo notar aquel sentimiento de paz, porque además ahora sé quien soy.

Mi identidad es la que yo me creo, o sea que soy yo misma, sigo siendo Linsday y siempre lo seré.

Fin.

LinsdayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora