Salí de mi habitación y hacía más frío que el día anterior, el invierno estaba llegando y no nos estábamos dando cuenta.
Me encontré a Claris que iba a entrar en la habitación para entregarme ropa de invierno.
— Prepárate, esto no va a ser fácil superarlo— dijo soltando una sonrisa.
— Lo sé, nos espera un invierno muy largo— contesté volviendo a entrar en mi habitación para vestirme.
— Hola, van a ir a la casa blanca, ¿ Queréis ir?— dijo Mia acercándose al sitio dónde estábamos hablando.
— ¡ Si! Nunca he podido verla— dijo Claris.
— A mi también me gustaría, voy a avisar a Carl y su hermano— dije volviendo a entrar en la habitación.
— Hola Carl— dije.
— Soy Michael — respondió.
— Uy, perdón no os distingo— respondí echándome la mano a la cabeza.
— No pasa nada Carl está ahí — dijo Michael levantándose de la cama.
—¿ Queréis venir a la casa blanca?— pregunté.
— Si, nos hará mucha ilusión — respondieron.
Preparamos las cosas, ya estábamos listos para salir.
Rebecca entró en nuestra habitación.
— Rápido, venid, se trata de James— dijo alterada aunque no se notase.
—¿ Qué ocurre?— pregunté mientras corríamos.
— Ha vomitado sangre— respondió de inmediato.
Fuimos a la enfermería de Marta, que no está muy lejos de nuestra casa.
—¿ Qué ha pasado con James?— preguntó Claris.
—Estamos operandole para ver qué es lo que le pasa— dijo Marta.
— Pero los materiales de aquí no son muy buenos para la operación — apresuró a decir Carl.
— Pero sirven, lo que no he tratado nunca son con embarazos— explicó.
— ¿ Se podría morir?— preguntó Michael.
— Si empeora sí, no podemos dejar que su estómago no esté bien hidratado, a perdido mucha sangre y a la vez mucha agua y alimentos, si se hidrata poco el estómago se irritará y se irá cayendo a trozos, y eso si que no se tratar— explicó Marta.
Marta entró en la sala de quirófano para seguir operando ella.
— Oye tengo una pregunta, ¿ Quién la está ayudando a operar?— pregunté.
— Maggie, ella sabe de medicina un poco— dijo Claris.
—¿ Cómo lo sabes?— preguntó Carl.
— A veces nos da por hablar solas— dijo haciendo una mueca.
— Ya vamos a salir, venid ya— dijo Maddison interrumpiendo la conversación.
Nos montamos en coches con pinchos en la parte delantera.
—¿ De dónde habéis sacado los pinchos?— pregunté.
— Se fabrican muchas cosas con los restos de otras sabes— dijo Rose.
—¡ Para el coche!— ordenó Maggie.
El coche frenó en seco, vimos en el suelo a un chico herido.
Nos acercamos para ver si estaba mordido pero no parecía ser ese el caso.
Se levantó bruscamente.
—¿Quienes sois?— preguntó con miedo.
— No te vamos ha hacer nada— dijo Maddison.
El chico miró a su alrededor, parecía buscar algo. Luego salió corriendo, a la vez que cojeaba, hacia un sitio cerca del bosque que estaba al lado de la carretera.
Cogió un arco y nos apuntó con el.
— Meteos en el coche— dijo acercándose al coche.
— Hola soy Kyle— dijo guardando el arco en el maletero.
Era rubio, tenía los ojos grises como la niebla.
—¿ Cuantos años tienes?— preguntó Carl.
— 14— respondió el.
— Oh, como nosotros —dijo Claris.
Después de unas 3 horas llegamos, por fin, a la inmensa casa blanca. Estaba destruida por un lateral.
Llegamos a la parte principal.
— No se abre— dijo Acua haciendo fuerza contra la puerta.
— Te ayudo— dijo Rebecca, consiguiendo los dos como resultado, abrir la puerta.
La casa era inmensa, exceptuando algunas cosas, lo demás estaba en perfecto estado.
— Que recuerdos— susurró Kyle.
— ¿ Has estado aquí alguna vez?— preguntó Michael.
— Si—
— Mirad, hay un mapa de la casa — dijo Tara quitando el polvo del mapa.
— Voy a la armería, ir vosotros a la cocina por comida— sugirió Rebecca.
— No vas a ir sola, la casa blanca es demasiado grande, podrías perderte, o que te maten y no lo sabríamos — dijo Maddison.
— Si vamos más personas sólo conseguiremos más muertes— es lo único que dijo Rebecca.
— Yo puedo acompañarte— dijo Kyle a Rebecca.
— ¿ Por que debería pasar eso?— preguntó Rebecca alerta.
— Porque yo he venido de visita y me se todo lo que hay aquí, así no te perderías — explicó Kyle.
— No vendrás — rechistó Rebecca.
— Si que lo hará — dijo Maddison.
La cual le hizo una entrega de un cuchillo a Kyle.
— Coged toda la comida posible y cosas que nos hagan falta— ordenó Maddison después de que Rebecca y Kyle se fueran.
Kyle
— Rebecca ¿ verdad?— pregunté.
— Si ¿ Y tú?—
— Kyle, y mi apelli...— intenté decir pero ella se escondió detrás de una columna que no parecía muy estable.
— Shh, ven aquí — ordenó ella.
— Mira—
Miré hacia el sitio que me señaló ella.
Frente a la armería habían dos personas que parecían perdidas. Rebecca apoyó su rifle de caza con silenciador y disparó en la cabeza a esa dos personas.
— Podrían ser buenas— dije.
— Tu mismo lo has dicho, podrían— dijo ella volviéndose a colgar el rifle de caza en la espalda.
— ¿ Como se abre esta puerta?— preguntó curiosa.
— Tiene un código de seguridad, que lógicamente, yo no sé, podríamos buscar a un caminante guardia y coger el código — sugerí.
— Pues a que esperamos— rió ella.
—¿ Tenías hijos?— pregunté curioso.
Ella tragó saliva.
— Si, se llamaba Zara, el grupo la llegó a conocer, murió en mis manos— explicó.
—¿ Como murió?— pregunté.
— De la forma menos dolorosa — mintió ella.
— Veo que no quieres hablar de esto, lo siento— me disculpé.
— Tranquilo —
Escuchamos disparos y salí corriendo a ver qué pasaba.
— No vallas— me ordenó.
— Primero las armas— añadió después.
— Mira, nos podría servir para derribar la puerta— Observé.
— Lo debió coger la gente para intentar ponerse a salvo aquí — dijo Rebecca cogiendo la cosa en peso( no se como se llama).
Después de 10 porrazos conseguimos derribar la puerta de la armería.
— Coge todo— ordenó.
— Rebecca, estoy volviendo a escuchar disparos— dije asustado.
— Estarán bien, deberías preocuparte por nosotros que somos sólo dos— dijo ella para no asustarme.
Cogí todo lo que estaba a mi alcance y lo metí en la mochila.
Cuando cogimos todo salimos corriendo de aquella estancia. Vimos a los demás dirigiéndose hacia la armería para buscarnos, pero la columna que estaba en mal estado cayó, levantando una enorme capa de polvo.
Miré a Rebecca, su cara estaba pálida parecía que había visto un fantasma.
—¿ Que pasa?— pregunté.
Con el dedo tembloroso señaló y fue corriendo.
Nathan
—¡ No! ¡ debes aguantar te sacaremos de aquí te lo prometo!— dije con la cara llena de lágrimas.
— Seguid, el ruido habrá atraído a más caminantes, no os queda mucho tiempo— dijo Maddison llorando.
—Te sacaremos de aquí, no te vamos a dejar— dijo Rebecca haciendo fuerza.
— Se me ha caído una columna encima, debería haber muerto, dejadme y salir de aquí — insistía.
—¡ Se acercan caminantes!— advirtió Tara.
— Rebecca, te dejo al mando junto Maggie, ella podrá ser la colíder— dijo con pocas fuerzas.
— Vas a salir de aquí — dijo Maggie con esperanzas.
— Mamá....— dije tocándole la cara.
— Cuida de todos, prometemelo— susurró.
— Lo prometo— dije.
— Coge la pistola de mi cintura— dijo.
— Quiero que lo hagas tú...— añadió después.
— No voy a hacerlo... a ti no...— dije llorando aún más.
— Te servirá a ser más fuerte— insistía ella.
Le acerqué la pistola a la cabeza.
— Perdoname— susurré.
— Perdonado— dijo tocándome la cara.
Apreté el gatillo y ya no había vuelta atrás.
Comencé a llorar y tiré la pistola lejos de mí.
—¡ Vámonos están cerca!— dijo Rebecca levantándome del suelo.
—¡ Cuidado! Esto está bloqueado por caminantes— advirtió Maggie.
—Nos han acorralado— dijo Claris.
— No del todo— dijo Acua rompiendo la ventana que estaba detrás nuestra.
Algunos cristales nos cortaron pero no nos dimos cuenta.
—¡ Separaos! Aquí hay más — gritó Rebecca.
Salimos corriendo y en mi grupo estábamos yo, Claris, Carl y Kyle.
En otro estaban Rebecca, Maggie y Aaron. Y en el último Acua y Rose.
Salimos corriendo de aquella enorme e inmensa parcela.
Cuando salimos de el área de la casa blanca, vimos un caminante altísimo y gordo. Se dirigía hacia nosotros, arrasaba con todos los coches.
—¿ Que diablos es eso?— tartamudeó Claris.
— Sea lo que sea, corre, no creo que te guste ser devorada por eso— dijo Kyle.
Salimos corriendo y el caminante aumentaba la velocidad.
— ¡ Cojamos este coche!— ideó Carl.
Kyle rompió la ventana con un martillo ligero.
—¿ Quien conduce?— pregunté.
— Yo, fui al examen práctico con mi madre — dijo Carl arrancando el coche.
Aceleramos el coche e íbamos atropellando todo lo que veíamos, hasta un hombre que pedía ayuda. El caminante aumentó muchísimo la velocidad, nos pisaba los talones.
— ¿Seguro que es buena idea cruzar el puente?— preguntó Claris temiendo por su vida.
— Si— dijo Carl seguro de sí mismo.
El coche aceleró, pero el caminante nos dio con la mano en la parte de atrás del coche, haciendo que se desviase y cayéramos por el puente hacia el bosque de abajo.
Antes de estrellarnos contra el árbol, vimos como el caminante se chocó contra ese mismo árbol pero reventándose todo el cuerpo y llenando el cristal delantero de sangre.
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Un Mundo Inesperado Vol. 2 Parte 1
AkčníNathan y su grupo deberán aceptar el nuevo mundo.