Oliver II.

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   El ojiazul se encontraba tirado en el suelo, con las extremidades relajadas. Se había desmayado después de haber hablado conmigo. Lo recuerdo como si hubiese sido tres segundos atrás —Fue hace cinco—. Comenzaba a sospechar que el tenía el mismo problema que yo, la obsesión enfermiza por el tiempo. Se comportaba como un loco, y es que hasta lo parecía. Esos ojos distantes, traspasandote el alma, las dos bolsas violáceas, casi negras debajo de sus ojos, la palidez extrema y su delgada figura me hacían creer que era una especie de vampiro emo. Algo así como el conde Drácula con anorexia.
   Había corrido hacia el tan rápido cuando escuché el sonido que hacía una bolsa de papas al caer al suelo. Sus labios estaban de un rosa pálido, con pequeñas cortaduras y piel seca, y por supuesto la argolla negra rodeando el inferior. Se veía fatal. Yo estaba sentado al lado de el, acariciaba su cabello, apartándolo de su rostro. Nadie nos veía, todo el mundo comenzaba a llegar en unos veinte minutos. Tomé su mano y la apreté, moviéndola para saber si aún seguía con vida. El movió la pierna en forma de reflejo y relamió sus labios, suspirando fuerte. Abrió los ojos y me miró. Yo lo miré. Nos miramos. Lo ayudé a sentarse, ví el sudor en su frente y su piel aún más clara —Si es que eso era posible—.
   “¿Comiste algo, eh?” Pregunté buscando en mi mochila algunos caramelos dulces para reanimarlo aunque sea un poco. El negó con la cabeza, tomando un caramelo cuando se los extendí y lo desenvolvió con lentitud, guardó el papel en su bolsillo y se lo metió a la boca.
   “Soy Andy.” Dijo con el caramelo abultando su mejilla derecha. Yo acaricié su mano porque si, seguíamos tomados de ellas. El no sabía que yo ya sabía su nombre, lo había escuchado nombrar por su profesor de dibujo, aunque no recuerdo el motivo.
   “Yo soy Oliver, pero puedes decirme Oli, me gusta más así.” Dije apretando su mano. Cuando me decían Oliver sentía que era para decirme algo malo y de inmediato sentía un nudo en el estómago. Además Oli era cool.
   “¿No te vas a ir esta vez?” Dijo de la nada, con la voz temblorosa y con la mirada fija en nuestras manos. ¿Irme?
   “No, no me voy a ir.” Lo ayudé a levantarse. Aún seguía muy débil, lo podía ver en sus ojos y en su piel, también en la forma en la que se paraba, parecía que sus piernas se iban a quebrar. Lo acompañé hasta el aula, donde se encontraba un tipo dormido, con un hilo de baba que iba desde la comisura de sus labios hasta la barbilla.
   “Ese es el ga… Jeremy.” Tiró de su pelo y el chico despertó gritando de dolor, secando la baba de su barbilla.
   “Qué te pasa, estúpido.” Dijo levantándose, despeinando a Andy por completo. Enarqué una ceja y me senté en una silla, observando la escena, imaginando a Matt sentando al lado mío. El diría “Demonios, pelea de emos.” Y soltaría una carcajada tan estruendosa que explotaría el aula. Andy me miró fijamente por varios segundos, minutos.
   “¿Qué pasa? ¿Tan feo estoy hoy?” Dije pasando una mano por adelante de su cara, intentando que vuelva a la realidad. Andy siguió mirando al frente, parecía una figura de cera, de esas que hay en los museos. Acaricié su cabello y el me miró, pestañeó y me volvió a mirar. Jeremy había dicho que iba al baño, literalmente dijo que iba a mojar sus pantalones y salió corriendo como un desquiciado. Abracé a Andy simplemente porque me nació hacerlo, me parecía adorable pero aún existía la hipótesis de que estaba loco como yo. El ojiazul correspondió mi abrazo, dando palmadas en mi espalda de vez en cuando.
   “¿Por qué nos estamos abrazando?” Cuestionó. Yo fruncí el ceño pensando una respuesta pero no la había.
  “¿Y por qué no hacerlo? Los abrazos hacen bien al alma.” Buena esa, Oliver.
 “Supongo que es válido.” Concluyó y siguió con sus palmaditas. Por lo que podía sentir, era muy delgado, demasiado, incluso podía sentir sus costillas apuñalandome el estómago. Le llevaba unos 10 centímetros de altura y su piel parecía aún más pálida desde esta perspectiva. Seguro era un vampiro, seguro. Jeremy volvió y levantó ambas manos.
  “Parece que estoy interrumpiendo una escena de telenovela, los dejo…” Dijo subiendo y bajando sus cejas. Andy bufó y se separó de mi. Caminó hasta Jeremy y lo abrazó rápidamente.
  “Para que mi mujer no se ponga celosa.” Habló en tono divertido. Jeremy lo empujó y comenzó a montar una escena de celos bastante fingida, yo ignoré todo el diálogo hasta que ví el reloj, luego ví hacia afuera y una horda de estudiantes adormilados se aproximaba hacia aquí. Bueno, no hacia este lugar, sino a sus respectivas aulas. Dejé a los dos sujetos aún discutiendo y caminé a paso veloz hasta mi aula, donde tomé asiento donde siempre lo hacía.
   Matt se reía junto con Jordan sobre algún chiste estúpido y nos saludamos chocando las manos.
  “¿Todo bien, Olivia?” Dijo dejando de reírse de a poco. Jordan me saludó desde el otro extremo del salón y yo correspondí su saludo.
  “Bien, bro, un poco cansado.” Dije sacando mis cuadernos y algún bolígrafo.
  “¿Pesadillas?” Preguntó en voz baja. Asentí.
  “Salí a caminar anoche para despejarme un rato.” No mencioné al ojiazul. Matt palmeó mi espalda en forma de consuelo y sacó los materiales para la primera clase. Miré el reloj, ya quería irme a la mierda.
  El tiempo pasó rápido, para mi propia suerte. Me encontraba camino a la cafetería junto con mis amigos mientras Matt contaba algo sobre su madre realmente no estaba prestando real atención. Sólo reía cuando todos se reían y luego miraba al suelo, recordando los ojos de Andy. Supongo que no era malo admitir que eran muy bonitos, ¿No? La cafetería se encontraba casi llena de estudiantes. Algunos hablaban, otros solo comían y los demás hacían tareas. Me dirigí en busca de alimento como todo un oso hambriento al igual que mis cuatro amigos. Buscamos lo que se nos apetecía y caminamos hasta que encontramos una mesa vacía. Nos sentamos y visualicé a Andy junto a Jeremy y otros dos chicos totalmente desconocidos. Sentí que alguien codeaba mi brazo, era Matt.
  “Mira, un grupo de emos.” Dijo riendo en voz baja. A Matt le agradaban los emo, sólo que a veces era un poco pesado al respecto. Se paró e hizo señas para que se acercaran a nuestra mesa. Qué puta vergüenza, y este chimpancé es mi mejor amigo. Andy miró con duda a Matt y se acercó al oído de un chico con los labios pintados, con pinta de borracho. El asintió y los demás se encogieron de hombros. El pequeño se acercaba a nuestra mesa y Matt sonreía ampliamente.
  “¿Qué fue eso?” Pregunté algo confundido. Y es que si, estaba totalmente confundido por la anterior escena, ojalá no meta la pata porque lo mato.
  “El bonito con cabello despeinado te estaba mirando, además de que adoro a los emo.” Habló en un tono meloso. Tomé de mi pizza y comencé a comer mientras observaba a Andy sentarse junto a sus tres amigos enfrente nuestro. Lo saludé y el me devolvió el saludo. Matt interrumpió la comida y comenzó a socializar con ellos, preguntándoles sus nombres. Según tenía entendido, los que no conocía eran Ashley Purdy y Matt Good.
“¡Genial! Otro Matt a la familia.” Dijo cuando el muchacho de ojos claros mencionó su nombre y apellido. Cuando llegó nuestro turno para presentarnos, miré a Andy a los ojos y sonreí tímidamente.
  “Oliver Sykes, pero pueden decirme Oli.” Contesté. Tomé un poco de mi jugo y Lee comenzó con sus bromas respecto a mi nombre.
  “O pueden decirle Olivia…” Dijo riendo. Toda la mesa rió junto a Lee mientras Andy se mantenía con una sonrisa. El tiempo se detuvo. Sólo lo ví a el, a sus ojos azules. Me traspasaban, como si estuvieran leyendo mi alma. Cerré mis ojos, aún sonriendo. La alarma sonó estruendosa como siempre. Mi perro, Oskar, ladró como loco y comenzó a saltar sobre mi. ¿Qué pasó? El tiempo, eso pasó.

The distant blue. // sysack //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora