La voz de Andy retumbaba en su cabeza una y otra vez. Las mismas palabras, el mismo orden, mismo significado. El dolor en la boca de su estómago, el calor extendiéndose por toda su tráquea hasta llegar a su cuello y boca, provocándole arcadas.
Las lágrimas nuevamente salían por milésima vez en un par de minutos al recordar.Veía al ojiazul como cuando lo había conocido en aquella calle mientras cruzaba y sus oídos eran bañados por la melodiosa voz de los conductores soltándole cualquier cantidad de insultos por cruzar mal la calle.
Las paredes blancas y azules de su baño parecían encerrarle, se volvían cada vez más pequeñas, asfixiando a Oliver. El ojiverde sentía el tiempo en cada vena, en cada célula de la piel, en cada cabello en su cuerpo, en las uñas. Lo sentía presionándolo, presionando su pecho hasta que lo dejaba sin aire.
Recordó las palabras de Andy nuevamente y soltó un sollozo. Podía escuchaba a Oskar arañando la puerta del otro lado del baño. Lloró aún más pensando en que Oskar no tendría con quién quedarse. Las voces nuevamente lo persuadían como cuando era un niño, las voces le decían lo que tenía que hacer, lo que tenía que sentir en cada momento.
Oliver recordó por última vez:“¿Lo quieres?” Preguntó Oli de repente. Andy lo miraba fijo y se relamió los labios.
“Sí, Oliver, lo amo. ¿Por qué me miras como si estuviese loco? Se ve que en esa pequeña cabeza sólo entra mierda y más mierda.” Habló Andy, con un evidente rastro de maldad en sus ojos. Él soltaba veneno en cada palabra que salía de sus labios.
Oliver se paró y miró su reflejo en el espejo, sintiendo el mayor rechazo que se podía sentir hacia una persona, hacia él mismo. Odiaba escuchar las voces a su alrededor, sin embargo, allí estaba el, solo.
“¿Sufrí tanto por nosotros dos para que termines dejándome por alguien a quien apenas conoces, Andrew? ¿Es en serio?” Oli estuvo a punto de quebrarse a mitad de la oración, la situación le tenía más que angustiado y sentía que si no se iba de allí, probablemente el vecino del ojiazul sufriría las consecuencias. Las lágrimas traicioneras comenzaban a mojar sus mejillas y Andy sólo lo miraba.
“¿Por qué estás rompiendo mi corazón como si no te importara?” Preguntó directamente, se sentía tan asqueroso e inservible. Se sentía una verdadera mierda.
Sykes comenzó a tirar de su cabello, intentando despertar del sueño en el que nunca se sumergió. Veía sus ojos hinchados, rojos, llenos de lágrimas. Sus labios cortados, su cuello tatuado en tensión.
La voz de Andy. La voz de Andy retumbaba. Oliver gritaba, intentando que su voz fuera más fuerte que la de su cabeza.“No me puede importar algo que jamás existió, algo que ya estaba completamente quebrado, Oliver. No me busques más, no me sigas. No quiero saber de tu miserable existencia. No quiero saber qué ocurre en tu mente, no quiero ver a tus amigos, no quiero ver tus lágrimas. No quiero tener una puta relación contigo, eres tan egoísta.” Escupió entre dientes. El ojiverde sintió la presión en el pecho y sus ganas de vomitar eran cada vez más grandes.
“¿De verdad lo amas a el?” Preguntó nuevamente, esperando que Andy le dijese que todo era una broma de mal gusto.
“Sí.” Respondió directo, sin una mínima duda en su rostro. Oli suspiró, sintiendo ira. Un calor muy feo rodeó su cuerpo, se sentía horrible.
“Dudo que lo ames, ¿Sabés por qué? Ni aunque estés con mil personas a la vez vas a poder llenar ese vacío que tienes, porque eres una persona asquerosa.” Sentenció entre dientes, dejando en silencio al menor. Andy lo miró a los ojos y todo en su mente pareció volver al principio, como si el tiempo jugara con su retorcida mente.
ESTÁS LEYENDO
The distant blue. // sysack //
Short Story// s y s a c k // ❝Estoy almorzando, pero ahora estoy cenando. Ya es octubre, ya es enero, ya estoy acá, ya estoy allá, el tiempo.❞ Una historia en donde es muy probable que termines confundidx.