Andy V.

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   El sonido de las agujas del reloj se escuchaba en toda la casa, como si de alguna forma estuviera conectado a un parlante. Fuera donde fuera, ya sea en el baño, a la cocina o incluso al jardín, se escuchaba aquel sonido que me perseguía hasta en mis sueños.

   Todo lo que sucedió en el día de hoy me tenía nervioso, con la ansiedad a tope y bastante confundido. ¿De verdad él me había besado? ¿O sólo lo imaginé? La escena vino a mi cabeza rápidamente.

   El se estaba riendo de mí, ¿Será porque estoy despeinado o algo por el estilo? Sabía que tenía que maquillarme, soy un desastre. Le pregunté qué le pasaba, intentando parecer lo más diva y ofendido posible, a lo que él me contesta que se reía de mi. Es un estúpido. Creo que se reía porque estaba fumando en el baño, algo muy típico de los de primer año. Me siento un rebelde sin causa ahora. Quizás el no se daba cuenta, pero yo lo miraba todo el tiempo, aunque su mirada estaba perdida en la puerta del baño. La miré, encontrándome con varios dibujos y corazones con iniciales de personas en ellos. Por el amor de Dios, qué infantil. Aunque sin tener control de mis pensamientos, imaginé un corazón mal dibujado con la inscripción “A+O” dentro. ¿Patético, no? Siento su mirada en mi, qué incómodo. Cuando acabé de fumar, tiré la colilla al suelo y la pisé con mis botas, apagándolo. No necesitaba provocar un incendio en estos momentos. Escuché que su respiración cambiaba, se volvía más agitada, por lo que me acerqué a el a preguntarle qué le sucedía. Aunque no lo quisiera admitir, me importaba bastante su bienestar, lo que me hacía un emo demasiado gay. Acaricié su mejilla. Por suerte no estaba llorando, eso me rompería el corazón. Sería como si Blanco se rompiera una patita. ¿Por qué siempre termino pensando en gatos? El suspiró, me miraba fijamente y luego me abrazó con fuerza, como si estuviera aliviado de que estuviese allí con él. Debo admitir que me daba vergüenza el hecho de que él sienta mi cuerpo sobre el suyo, que sienta mis costillas y mi pecho. Con mi mentón, acaricié su hombro y fui palmeando su espalda suavemente, sin ningún tipo de violencia. Todo parecía tan armonioso, que podría apostar a que esto era un sueño. De repente, escuché su voz un poco temblorosa, pero con el mismo acento que me encantaba. Si, lo admito.
   “Imagino cosas.” Vaya, esto es bastante jodido. No pude pronunciar palabra, simplemente había millones de pensamientos, pero ninguno lo suficientemente bueno para que saliera a través de mis labios para así llegar al oído de Oliver. Lo observé mordiendo su labio y extendiendo sus dedos hasta mi rostro. Una pequeña sonrisa se extendió a lo largo de mis labios. Sus dedos eran suaves, estaba acariciando mi nariz e iba bajando lentamente hasta mis labios. Ni te atrevas, Sykes. Acarició la argolla negra y tocó mis labios con demasiada suavidad. De acuerdo, estoy nervioso.

  “Soy yo, Oli, soy yo.” Dije intentando que mi voz no sonara débil, aunque terminó siendo un susurro. Sentía que el pecho se me iba a salir de lugar, se encontraba realmente cerca. Entonces sólo pasó. Se acercó a mí y acortó la distancia por completo. Me besó y prácticamente me morí allí mismo. Me presionaba la cintura suavemente, y a pesar de tener una chaqueta y una remera sobre mi piel, sentía sus dedos quemandome. Se separó de mis labios por unos cortos segundos y me miró fijamente a los ojos. Nunca había visto una mirada que transmitiera tanto como lo hacía la de Oliver. Volvió a besarme, estaba demasiado confundido porque no sabía si me gustaba, si esto era mi imaginación o si el tiempo se detendría justo en este momento. No sé en qué momento mis dedos se encontraban acariciando la nuca de Oliver. Su cabello era tan suave y juro que voy a desmayarme. Mi cuerpo se topó contra la fría puerta del baño y sentía hasta los latidos de su corazón. No quiero que sienta mi cuerpo, no quiero que opine sobre mi delgadez. Mordí su labio inferior sin previo aviso y básicamente, me asusté. Salí corriendo por esa idiotez y lo dejé allí, aunque mi cabeza me gritaba que volviera y lo abrazara.

   Tenía que salir a caminar, ya mis ojeras no podían volverse más oscuras. No me importaba demasiado si me secuestraban para venderme como esclavo sexual en el extranjero, no importaba nada en este momento. Salí con la ropa con la que estaba vestido hoy, porque ni bien llegué a casa, me tiré a la cama a pensar una y otra vez en los labios de Oliver y en los sentimientos que me transmitían sus ojos. Después de haber pensado tanto sobre el asunto, me quedé dormido como por dos horas y bueno, aquí estoy, saliendo de casa a altas horas de la noche. Me pregunto qué será de mi padre, a duras penas lo veo una vez al mes, se ve que anda demasiado ocupado. No lo culpo, después de que se fuera mamá de la casa él prefirió bloquear todos sus sentimientos, pensamientos y recuerdos respecto a ella y se encerró en una burbuja de trabajo y papeleo.

   Oliv estaba sentado ahí, parecía que había estado por horas allí, esperándome para hablar sobre lo ocurrido. Se formó un nudo en mi garganta y un dolor en la boca de mi estómago, la ansiedad. Miré más detalladamente a Oliver, era uno de los tipos más bonitos que había visto. Sus manos eran extremadamente perfectas, repletas de tinta al igual que su cuello. ¿Tendrá más tatuajes? Las piernas de Oli eran delgadas, aunque no tanto como las mías. Su nariz tenía una extraña línea en la parte superior, casi entre ceja y ceja, pero le quedaba bonito. Sus labios también eran muy bonitos, sus pómulos eran perfectos y toda su cara combinaba con su cabello a la perfección, haciéndome creer que estaba enfrente de una especie de ángel loco proveniente del infierno. Así que me encontraba pensando en lo bonito que era Oliver, soy patético, de veras. Tomé aire y caminé hasta donde se encontraba sentado, el lugar de siempre. Acaricié su cabello, logrando captar su atención y sentí su mirada en mis piernas, subiéndola lentamente hasta encontrarse con mis ojos. Le regalé una pequeña sonrisa, él se encontraba bastante preocupado y triste. Llevó su mano hasta mi cintura y se paró de donde estaba sentado, quedando mucho más alto que yo. Además de emo patético, enano. —Aunque prácticamente mido 1.90, de enano nada.—

  “¿En qué piensas?” Preguntó él, entrelazando su mano con la mía.

  “En que eres muy alto y eso me molesta un poco.” Contesté, levantando un poco la mirada para poder verlo a los ojos. El rió un poco, yo me morí ahí. Estaba desarrollando cierta satisfacción por hacer reír a Oliver. El se agachó y agarró algo del escalón en donde se encontraba sentado antes. Era una margarita muy pequeña, pero preciosa y delicada.

   “Discúlpame por haberte besado hoy a la mañana. Y siento ser tan estúpido, pero mi mente no me permite pensar bien las cosas y por eso siempre la cago, además de que…” Simplemente lo abracé y agarré la delicada flor, colocándola en mi pelo. Bastante gay, ni lo digan.

   “Me gustó el beso, Oliver.” Admití demasiado bajito, sobre su oído. El tiempo no tenía que saber que lo había disfrutado, el tiempo se lleva todo lo que amo. Besé su mejilla y luego por impulso, dejé un corto beso en sus labios. El acariciaba mi mano y me miraba extasiado, como si estuviera en el lugar más pacífico del mundo. Apostaba a que sus ojos estaban brillando. Nos quedamos hablando toda la noche en los escalones y cuando las nubes del cielo comenzaron a ponerse rojas por el reflejo de la luz del sol, el me acompañó a casa. Entró conmigo y nos acostamos ambos en mi cama a dormir, sólo a dormir. Recuerdo que Oliver no tuvo pesadillas, y yo tampoco. Pero lo más importante; El tiempo nos permitió estar juntos en ese momento.

The distant blue. // sysack //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora