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 Desperté de un sueño profundo gracias a mi despertador, me levante y me dirige a la habitación de Leila, note que no estaba y me preocupe un poco, hasta que recordé que ella no se quedó en casa sino en el hospital.

Era extraño estar en casa sin verla a ella, nunca me quedo sola, cuando ella está en el hospital, yo estoy con ella, pero hoy es diferente, hoy no estoy preocupada por tener que llevarla para hacerse la quimioterapia o llevarla a su guardería, para luego yo irme a mi trabajo, el cual es de buena paga, pero no es nada para todos los gatos que tengo, pero las circunstancias no están a mi favor, tenía que trabajar para poder pagar los tratamientos de Leila, más los cuidados que no son nada baratos, y menos cuando se trata de cuidar a una niña con cáncer, pero necesito que alguien la cuide para yo poder trabajar, y poder pagar todos sus gastos.

Me dirige al baño para poder tomar una ducha y poder relajarme, de verdad estos últimos días estoy más que estresada; cuando entre a la ducha abrí la llave y no callo ni una gota de agua.

-Esto tiene que ser una broma.

Salí de la ducha y me puse mi toalla, fui a donde guardo todos los recibos y busque el de agua, efectivamente, no había pagado y no solo eso, debía más de 4 meses, ¿De dónde iba a conseguir dinero para pagar? Ya tengo muchas deudas, y entre esas están las quimioterapia de Leila y el alquiler de la casa donde vivimos, tengo que hacer algo, ya el dinero no me alcanza y no se dé ningún lugar en el cual puedan pagarle a alguien sin tener algún título universitario. Fui a mi habitación y me puse mi típica ropa para ir a trabajar, la cual consiste en un jean negro, una camisa blanca y zapatos bajos, nada complicado, cuando por fin estuve lista, salí de mi casa con la cabeza echa una lio, y mi principal preocupación era "¿De dónde sacare dinero?"

Decidí irme caminando a mi trabajo, no queda muy cerca pero tengo mucho tiempo de sobra.

Tal vez se pregunten "¿En que trabaja ella?", pues trabajo de "Ayudante" en una revista, y bueno lo más emociónante que hago es esperar que el café esté listo, porque lo único que hago es llevar papeles de un lugar a otro y llevarle café a todos en el edificio, llevo un año y medio trabajando en ese lugar y solo mi jefa sabe mi nombre, soy conocida por todos los demás como "Tu, la del café", y la verdad lo prefiero así, no me interesa que nadie se meta en mi vida ni sienta lastima de ella, no quiero que la gente me mire como "Pobre, su hermana tiene cáncer y son huérfanas" prefiero ser "La chica del café".

Al llegar al gran edificio luego de unos 30 minutos caminando, el día estaba muy fresco, no había ni calor ni frio, así que no había llegado tan cansada. Al llegar al ascensor marque el número 7, el cual era el piso de la revista "ELLE", cuando las puertas se estaban cerrando escuche la voz de un chico que grito "¡Espera!" así que pulse el botón para volver a abrir las puertas y entro un chico de cabello negro y con barba.

-Gracias por detenerlo — Dijo el chico de cabello azabache.

-No hay de que, ¿A qué piso te diriges? —Pregunte para marcar el piso.

-Al piso 7 por favor

-¡Oh!, vamos al mismo piso —El chico sonrió y se dio por culminada la pequeña conversación.

Al llegar al piso de "ELLE" el chico me dejo pasar primero y cada quien fue por su lado, me dio un poco de curiosidad saber quién era ese chico, me la paso dando vueltas por todo este piso y es primera vez que lo veo, tal vez es nuevo aquí.

Fui al aérea de la cocina y comencé a hacer café, mucho café, por lo general reparto más de 200 tazas de café al día, todos me piden y yo tengo que ir por todo el piso llevando café mas todos los papeles que tengo que llevar de un lado a otro, la verdad termino agotada.

Tome una de las tazas y serví el café y me dirige a la oficina de mi jefa y la dueña de la revista en Reino Unido, Mia Gatti, una mujer muy refinada, millonaria y hermosa, a pesar de su edad de 59 años, es muy hermosa. Al entrar a la oficina pude notar que el mismo chico con quien me tope en el ascensor estaba sentado al frente de Mia.

- ¡Oh Flor! Qué bueno verte—Me dijo sonriendo.

- Le traje su café—respondí devolviéndole la sonrisa.

- Muchas gracias—dijo cuándo se lo entregue—Y aprovecho para presentarte a mi sobrino.

- Un placer—dijo extendiendo su mano hacia mí y la tome, y sentí un poco de nervios, la verdad no sé porque—Gonzalo Gravano y vos sos...

- Florencia Vigna.

- Flor, Gonzalo de hoy en adelante te ayudara un poco, he podido notar que algunas veces tienes que ir de un lugar a otro y no te da tiempo de nada, así que como mi sobrino necesita un empleo ¿Qué mejor que este?, no tienes problemas con eso ¿Verdad?

- No, para nada, no tengo ningún problema—le dije sonriendo y vi que el chico igual sonrió.

- Muy bien, entonces a trabajar.

Salimos ambos de la oficina de Mia y nos dirigimos a la cocina nuevamente, y me pude dar cuenta que el chico no quitaba los ojos de mí, cada movimiento que hacía, él lo seguía, ¿Y a este que le pasa?, la verdad me tenía muy incómoda y aunque lo mirara con cara de reproche él me sonreía, solo lo ignore y le dije que llevara el café a algunas de las secretarias mientras yo les llevaba a otras, no es una tarea difícil, no creo que haga algo mal... eso espero.

Luego de yo haberle entregado el café a la mitad de los empleados regrese a la cocina para poder buscar algo de comer, había olvidado desayunar y mi estómago pedía a gritos algo de comer, lo que fuera, pero mientras me dirigía a la cocina una de las editoras me detuvo.

-Oye ¿Me podrías traer un café?

-¿No te trajo café un chico?

-Mmm la verdad no y quiero un café, estoy que muero del sueño.

-Me podrías traer a mi también —dijo otra chica.

-Claro, se los traigo de inmediato

Me dirige a la cocina para buscar otros 2 cafés, no entiendo, porque no les repartió a esas chicas, tiene un carrito lleno de café, solo los tiene que dar, ¿Acaso es muy difícil?

Le lleve café a las chicas que me pidieron y otras personas me pidieron de nuevo café, ya que no habían recibido el día de hoy, volví a la cocina como alma que lleva el diablo y volví a tomar mi carrito con café y se los repartí a todos los que faltaban, eran más de 30 personas las que faltaban y cuando por fin todos tenían su café, regrese a la cocina y me encontré con el señor bueno para nada jugando con su teléfono, ¿Este que se cree? 

Déjate AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora