07

393 36 5
                                    

Quede helada, ¿Cómo se había dado cuenta? Y recordé que en la guardería dice que es una guardería para niños con cáncer, había olvidado eso.

-No creí que fuera importante.

-¿No creíste que fuera importante? ¿No es importante que tu hermana tenga una enfermedad?

-Te conozco muy poco para decir eso.

-Sí, tienes razón.

-No quiero causar lastima.

Gonzalo me miro extrañado.

-¿Causar lastima?

-Nadie sabe, eres el primero, siento que si se lo digo a alguien dirán "Oh! Esa es la chica huérfana con su hermana con cáncer, pobre"

-Nadie diría eso.

-Si lo hacen, así actuaron las enfermeras cuando supieron que mis papas habían muerto, todas me miraban con lastima y solo eso, nadie preguntaba si estaba bien, si estaba mal, solo hablaban y sentían lastima de mí y de Leila.

Gonzalo solo me miraba, no me di cuenta que el auto estaba estacionado, Gonzalo llevo su mano hasta mi rostro y quito unas lágrimas que hasta ahora me había dado cuenta que había derramado, luego de eso solo rompí en llanto, él se quitó el cinturón y quito el mío y me llevo hasta sus brazos, yo solo lloraba, el pasaba su mano por mi espalda y solo decía que me tranquilizara, luego de unos minutos lo hice.

-Sé que necesitas ayuda.

-¿Ayuda? –Lo mire raro.

-Vi los recibos, sé que no debí pero los vi.

-Gonzalo...

-Déjame ayudarte.

-No sería capaz de aceptar tu ayuda, no quiero que me ayudes.

-Te puedo ayudar a pagar esas cuentas, de verdad, para mí no hay ningún problema, déjame ayudarte.

-No.

-Florencia, no acepto un no, te ayudare y ya.

-No, de verdad, yo puedo.

-No hay peros que valgan, yo pagare tus cuentas y te ayudare con Leila.

-Ni me conoces.

-No hace falta conocer a alguien para saber que esa persona merece tu ayuda.

-No quiero causarte lastima.

-No lo haces, eres una chica maravillosa, y solo quiero ayudar, ponte el cinturón y vamos a comer.

Me puse el cinturón y Gonzalo igual, volvió a tomar la ruta y no sé a dónde nos dirigimos, yo solo mire por la ventana, no quería que el supiera eso, no quería que nadie supiera, por un lado se sentía mal, pero por el otro, fue un alivio, por fin podría contar con alguien, por fin podría pedir ayuda a alguien y sabía que Gonzalo era un buen chico y de verdad me alegra haberlo conocido.

Llegamos al mismo lugar donde Gonzalo me llevo ayer, yo me baje antes que él y entre, ese lugar era muy cálido, tome asiento y luego el se sentó al frente de mí.

-¿Qué quiere comer?

-Em unas tostadas y un jugo de naranja.

-Bien, ya vuelvo.

Gonzalo fue a la caja y esta vez estaba una chica de unos 14 años atendiendo, pidió y volvió.

-Ya traen la comida.

-No tienes que ayudarme.

-No, no tengo que ayudarte, pero quiero hacerlo.

-¿De verdad no es por lastima?

-No, nunca sería por lastima, de verdad quiero hacerlo porque eres...

-¿Por qué soy...?

-Eres especial –Me dijo mirándome con una sonrisa y yo se la devolví.

Déjate AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora