VII

70 8 0
                                    

Desde muy arriba se veían Inas, Leti y Psycho, estos se dirigían al pueblo pesquero que se encontraba al norte, una pluma cayó hasta el hombro de Inas, algo los vigilaba desde el cielo.

Leti estaba muy inquieta y Psycho aún mas, Inas sugirió salir de la carretera para descansar, el sol aún brillaba tras el planeta, Inas lideró el grupo hasta un claro rodeado de árboles gigantescos y verdes, estos no eran para nada comunes, algo los hizo crecer, algo fuera de este mundo.

Inas caminó hasta la raíz de uno y se sentó aliviado, pero al parecer Psycho y Leti dormían uno encima del otro tirados cerca de Inas, la cómica imagen lo hizo reír. Algo en medio del bosque levantó la cabeza, unos cabellos castaños dejaron ver una hermosa cara pálida, esta cara lloró de alegría al escuchar la voz, esta figura dudó un momento y luego comenzó a cantar, era una melodía triste, que a la voz de la hermosa sombra sumergió en una atmósfera de pena a todo alrededor.

(Esta en piano y violín pero es la melodía, escúchenla mientras leen esta parte ^.^)

Esta melodía llegó con el viento al oído de Inas, este al escucharla giró la cabeza hacía donde venía, miró a Psycho y a Leti, dormían profundamente, se levantó y caminó evitando ramas y raíces para llegar al origen de la melodía, cada vez mas cerca su ansiedad por ver de donde venía la dulce voz aumentaba, Inas llegó al límite de correr por ello, en su mente solo quería ver el lugar de donde provenía la voz dulce y triste, una luz se filtraba desde el otro lado de una barrera de ramas, Inas las cortó con su espada.

El bosque crecía alrededor de una gran masa negra de plumas, estas plumas se levantaron reaccionando a la llegada de Inas, este no se movió hasta que las grandes alas negras dejaron a la vista un bello rostro con los ojos cerrados, labios delgados con una sonrisa dibujada en ellos, mientras una lágrima corría por su blanquecina mejilla, el pelo otoñal se movía con gracia en el viento, Inas dio un paso, se dio cuenta de que la hermosa cara era de una mujer, de su espalda brotaban como rosas seis alas de noche, cubriendo un cuerpo que estaba tendido en el piso boca abajo, mientras la sangre brotaba de un lugar desconocido y estaba empapaba una armadura de nieve, teñía de rojo el piso lleno de raíces que absorbían esta sagrada sangre, Inas se acercó a la hermosa figura, buscó la herida, buscó, y así, encontró una flecha rota ensartada traspasando la tela de la armadura blanquecina, con cuidado la extrajo, nada, ni los pájaros que hace un tiempo cantaban, hicieron un ruido, la flecha fue extraída y la herida atendida, la pobre figura rió, Inas se inclino y levantándola la colocó en sus brazos ensangrentados, daba igual todo en ese momento la melodía seguía en su mente, este ángel caído sonreía y lloraba a la vez, sus alas débiles colgaban de los brazos de quien la cargaba, la pequeña figura pronto se durmió, Inas llegó al claro, donde el sueño gobernaba, dejándola apoyada en la raíz donde se había sentado. Prontamente curó la herida, removió la armadura de aquel delicado cuerpo, que, al desnudo, se volvía una figura tierna y delicada, colocándole el chaquetón encima se sentó al lado del ángel herido, este inclinó la cabeza buscando refugió, su lugar de descanso fue el hombro de su salvador, la melodía seguía mientras este cerraba los ojos lentamente, miró el otro planeta, arriba volaba una golondrina, se cerraron las cortinas para Inas, pero en vez de soñar lo de siempre se vio ante el cielo celeste e inmenso, con nubes blancas decorándolo, mientras volaba se dio cuenta de que en cada nube dormía un ángel, sus alas dejaban plumas negras a su paso, una gran nube apareció en frente de él, algo le decía, "Cuídala, es mi hija preferida", Inas volvió en si, frente a el se encontraba de pie esta hermosa ángel moribunda, con cuatro alas desplegadas y dos tapando sus ojos, murmuraba sonrojada, "Gracias", Inas se acercó y apartó las oscuras alas de los ojos de ella, tras estas yacían cerrados como el mayor tesoro, "¡No! ¡Morirás!" murmuró la pequeña ángel, se acercó un poco mas, sonrojado, el tiempo se detuvo cuando sus labios tocaron los labios de ella, un beso con la muerte, una locura, pero para Inas era la mejor manera de verle los ojos, se apartó tras un rato y la muerte abrió los ojos, mostrando así sus pupilas que mostraban guerras, enfermedades, traiciones y pena, todo eso del color mas verde, el color de la esperanza, Inas sonrió y la muerte lo abrazó, aquel ser osado no murió, solo encontró a alguien de quien cuidar como si fuera su hermana, de los delgados labios morados de la muerte surgieron las palabras "Soy tuya", Inas no respondió, solo le acarició la cabeza de forma jovial, la muerte por primera vez lloró por algo, y ese algo era Inas, la muerte de las sombras tomó una espada y clavando esta al suelo juró protegerle sin descanso, era la primera vez en la historia, la muerte le debía la vida a un mortal.

 Prontamente curó la herida, removió la armadura de aquel delicado cuerpo, que, al desnudo, se volvía una figura tierna y delicada, colocándole el chaquetón encima se sentó al lado del ángel herido, este inclinó la cabeza buscando refugió, su luga...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Entre Cadenas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora