1.- «Rememorando el triunfo»

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         —¡El ganador de la medalla de oro en este Grand Prix Final, es: Katsuki Yuuri de Japón! —
Se escucharon resonantes las palabras que acababa de decir el presentador, seguido de aquel momento se comenzaron a escuchar los ensordecedores aplausos, ovacionado al nuevo campeón, el público naturalmente lanzaba los ya característicos pequeños ramos de flores y pequeños peluches a la pista de hielo, donde los grandes se encontraban. 

     Se trataba de una finalización grande con un muy merecida victoria cubierta de felicidad y alegría para Yuuri, después de todos los sacrificios y duros entrenamientos que había llevado cargando sobre su espalda desde el inicio de esa especial temporada; luego de aquella dura caida del año anterior, en bello día se levantaba cual Ave Fénix emprendiendo el vuelo por los celestes y nítidos cielos.
Pequeñas gotas de felicidad se dispusieron a brotar de sus victoriosos ojos. Se dispuso a observar a los lados, hasta que finalmente pudo ver el rostro que lo llevó a renacer, se encontraba igualmente lloroso. Visualizó los brillantes ojos color agua de él; sus miradas se encontraron y automáticamente, sin necesidad de nada más, aclamaron su éxito mutuo.

     El de cabello platinado dirigió su paso con velocidad hasta la pista de hielo al igual que Yuuri, el ganador del año seguía rumbo a la barandilla. Cuando sus presencias se encontraron por fin una frente a la otra, se inundaron de una mayor plenitud, se sonrieron cálidamente mostrándose el amor mutuo y con un abrazo eximio tocaron la parte más alta de esa felicidad.

¿Este es el sentimiento de un ganador?, Yuuri no lo lograba entender claramente, pero se encontraba bastante alegre con ello. Cuando ese precioso abrazo culminó, Viktor se acercó a su pequeño pelinegro y plantó sus suaves labios sobre los de él, sin importarle en lo más mínimo el mundo a su alrededor.

     Las grandes multitudes de fans, juntaban y separaban sus manos con muchísimo más furor; los flashes de las cámaras pudieron eclosiónar en una grandiosa luz, enfocándose en ese par. Sin duda alguna debía ser un día magnífico y cubierto de apoteosis, o al menos para ellos.

—¿Quedé segundo?, después de dar sangre, sudor y lágrimas, ¿Quedé segundo? ¿Lo hize mal? —Se preguntaba desesperado y con abulia un joven rubio. Su linda mirada esmeralda siempre encendida, estaba nebulosa, baja y pérdida, entre los rayones que se encontraban marcados en el hielo.
Sus ojos perdidos se ponían ligeramente rojizos y a más de un kilómetro de distancia cualquiera podía ver su toque triste.

—¡Yuri! ¡Yuri! —Ese ligero sonido lo sacó del trance... esa voz, miró inmediatamente hacia el lugar del que pensó provenía. No se trataba de nadie más, era él. Su abuelo estaba ahí, su más grande tesoro lo acompañaba. Patinó con rapidez hasta la pequeña puertilla. Pasó al lado de Viktor y Yuuri. Se miraban felices, demasiado, pensó. Intentó ignorarlos pero intercambió una mirada con el nipón, una mirada fría. Sin embargo, cuando observo de nueva cuenta a su abuelo, los ojos de él se terminaron de pintar rojos, solamente atinó a abrazarlo fuerte, mientras muchas gotitas saladas bajaban de sus ojos en un largo recorrido por sus mejillas. Viktor y Yuuri lo observaban, veían posiblemente, por primera vez lo frágil que podía ser El tigre del hielo.

—Lo siento abuelo, lo hice mal. No cumplí con tus expectativas, te fallé —Aún entre lágrimas, el joven rubio mencionó, sin soltarlo, intentando esconder su vergüenza.

El abuelo se separo un poco de Yuri, hasta tener la posibilidad de mirarle a los ojos —No Yura, lo has hecho bien, muy bien. Tu madre estaría orgullosa de tí, tanto como yo lo estoy ahora —Sonrió ligeramente, intentando calmar el dolor de su nieto.

Yuratchka se preguntó internamente ¿Cuándo había sido la última vez que vio sonreir a su abuelo? No lo logró recordar, pero definitivamente eso le subió de golpe los ánimos bajos.

—Abuelo —Mencionó y lo abrazó más fuerte.

El hombre acarició su cabello con cariño y mencionó —Tengo que irme ahora Yura, iré a casa y te prepararé un rico platillo para la cena. Ahora disfruta de tu victoria con tus amigos, hijo. Más tarde te veré. —Luego de una pequeña plática de despedida se marchó, hasta perderse en la multitud.

El chico se quedó sentado en una banquilla, mientras intentaba limpiarse las lágrimas. Minutos despues distinguió como alguién se sentaba a su lado, levantó la vista y era él. Yuuri.
—¿Qué quieres cerdo? —Habló con ese tono de enfado, natural en él.

No recibió respuesta a esa pregunta, solamente un abrazo, un abrazo dulce y cálido. ¿Qué miérda significaba eso?, no lo sabía pero quería más de ese abrazo, quería cubrirse en felicidad, aquél día, nadie lo arruinaría.

Dejó que lo abrazaran tanto como quisieran, todos, no le importó. Probablemente sería la única vez en años. Firmó autógrafos, se tomó fotografías con todas sus fans con una gran curva en sus labios. Habló a todo mundo sin maldecir y se sintió bien, lncluso habló con el idiota de JJ.

—Te veo muy felíz, lady —Sonrió coqueto —Felicidades, lo has hecho bien, muy bien —Había dicho Leroy. Lo habría ignorado, pero ese día no.

Una pequeña risa se escuchó —Tú no lo has hecho mal, Leroy —Luego de esas palabras se alejó sonriente. Su abuelo y el abrazo de Yuuri lo habían llevado a surcar los mismísimos cielos.

Aunque el día siguiente no sería igual. Probablemente sería el mismo: explosivo, necio, grosero, lo de siempre.

—¡Regresamos a Japón! —Fueron las palabras que gritó con felicidad Viktor, mientras abrazaba con cariño a un sonrojado Yuuri.

Se acercó un poco para que ellos lo miraran —¡Mira Viktor, ahí esta Yurio! —Notificó felíz el japonés mientras saludaba a lo lejos.

Ambos se acercaron a él, para despedirse correctamente.
—Nos vemos Yurio, cuidate mucho —Dijó Viktor mientras le regalaba un abrazo cargado de cariño.

Yuuri le dedicó una bonita sonrisa —Te extrañaré, cuídate mucho por favor y visitanos pronto —Fue lo último que pronunció Yuuri antes de que ambos se marcharán.

Cuando ambos a penas estaban un poco lejos, el rubio gritó despidiéndose también.
—¡Cuídense! —Luego dio media vuelta mientras el pelinegro y el peligris sonreían por él.

Las estaciones del año se presentaron, una y otra y otra vez, varías veces en realidad. Llevándose consigo poco a poco los años. Seis largos y felices años.

—¡Yuuri, tengo hambre! —Mencionó Viktor, con una cara triste, mientras cargaba en sus brazos un cojín decorativo color azul marino.

—La cena ya esta lista, vamos a comer —Le sonrió cálidamente. Ambos se dispusieron a sentarse a comer como la pareja de enamorados que eran.

—Cerdito, ya cumplimos cinco años de ser pareja, ¿No es eso hermoso? —Sonrió muy felíz, mientras apoyaba su cabeza en el hombro de su Yuuri, que estaba sentado a su lado.

Sonrojado, contestó —Es verdad, ha pasado mucho tiempo y Viktor está conmigo —Se puso ambas manos en las mejillas.

En ese momento se escuchó el sonido de el teléfono timbrando.
—¿Quién será a esta hora? —Preguntó Yuuri, mientras se ponía de pie.

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"El hijo de Yuuri" | Yuuri on Ice |  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora