2.- «Dolor»

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“Incluso no duele tanto cuando tu fé es más grande”

     —No lo sé, iré a contestar —Fue lo que le contesté a Viktor, me vio a los ojos sonriendo como siempre. Caminé hasta la cocina y tomé el teléfono en manos.

Apenas descolgué habló, era él. —Buenas noches —Su voz era inconfundible para mí. Un tanto tarde, así que seguramente se trataba de algo delicado, yo sabía perfectamente de lo que se trataba. Nunca llamaba tan tarde, salvo que se tratara de algo de último momento —¿Eres tú Yuuri? —Inquirió, ante mi notable falta de respuesta.

Intenté arreglar mi voz, aunque no me resultó del todo fácil. —Sí, soy yo, ¿Qué sucede doctor Yoshikawa? —Contesté con toda la gentileza que logré reunir, de esa forma el miedo que carcomía mi cuerpo sería mucho menos notorio, eso esperaba.

Suspiró como cansado al otro lado de la línea —Mañana te toca venir a tu revisión y aplicaremos la última inyección, Yuuri —Vaya, era la última. El telón se cerraría pronto.

Cerré mis ojos con fuerza, con una tristeza internada en ellos. Juro que logré sentir como si alguna especie de corriente eléctrica viajara por mi cuerpo internandose en cada parte que deseara. Solo abrí nuevamente mis ojos al sentir el ardor y solo logré  que se tornaran rojizos. Un pequeño pellizco en la parte baja de mi estómago logró erizar mi piel. —¿Ese será el final, doctor? —Logré preguntar entristecido.

Lo más probable en ese momento era que no lo lograríamos otra vez y el sueño culminaría. Ambos llevábamos más de tres años intentándolo, lo habíamos logrado una vez, pero solo se había tratado de una ilusión, una horrenda ilusión aunque también muy hermosa. Pero ahora simplemente no podíamos triunfar nuevamente. Me pregunté muchas noches el por qué no lo lograba, llegué a la conclusión de que tal vez había hecho algo malo a alguien antes. Esa era la razón por la que se me negaba la posibilidad de hacer feliz a mi querida pareja, de llenarme de alegría, y poder lograr eso que tanto anhelabamos, era algo parecido ¿Al karma?, no lo sabía a ciencia cierta, solo estaba al tanto de que todo ello me llevaba a simplemente querer llorar, deseaba gritar con toda mi fuerza, abjurar todo, añoraba... Añoraba morir, y que de una vez por todas se dejara de iluminar ese escenario tan doloroso.

El doctor suspiró nuevamente con un deje de pesadez y me habló —Vamos Yuuri, a partir de la inyección tendras oportunidad por otras tres semanas —Agradecí que quisiera animarme, pero yo ya no deseaba seguír con la platica.

Arreglé mi voz lo más que pude —Gracias doctor, mañana lo veo temprano. Que tenga una buena noche —Intenté sonar lo más natural posible, pero bueno, eso era muy difícil.

—Buenas noches, Yuuri —Fue esas palabras las últimas que notificó antes de colgar el teléfono.

Me permití resbalar en picada hacia el suelo al estar pegado a la pared. Cuando por fin estuve sentado dejé que las gotas que amenazaban con salir lo hicieran, que todo el dolor se derramara no importaba, no deseaba dejar de llorar, quería hacerlo hasta secarme, solamente debía sacarlo todo, ya no podía continuar con esa pena... Deseaba que mi bebé regresara para aminorar el dolor. Era imposible.

Sentí una mano en mi hombro y luego cuando me levantaron en brazos con cariño. Nos dirigimos a la habitación, ahí Viktor me acostó me cubrió con la sabana y me abrazó por detrás, seguramente con todo el amor que me profesaba.

Con su dulce voz me habló e intentó calmarme. —Deja de llorar Yuuri, todo estará bien, todo estará bien —Entre los brazos de él seguí llorando hasta que logré que mi mente se quedara en blanco y terminé por dormir.

Sintió un dulce abrazo y al escuchar la voz que le llamaba con lentitud habría los ojos.
—Yuuri —Era tan lindo que sus primeras palabras del día fueran aquellas.

—Viktor —Despertó finalmente y se sentó en la enorme cama con cuidado. Se acercó a su esposo y depositó un pequeño beso en los rosados labios ajenos.

Después de un pequeño intercambio de sonrisas, Viktor volvió a hablar —Se nos hará tarde —Mencionó dulcemente.

Asintió mirando la hora en el reloj de la pared y se levantó —Iré a ducharme, y nos vamos —Tomó un par de toallas de una mesilla cubierta de blanco y entró con rapidez al cuarto de baño.

—Muy bien Yuuri, ya sabes el procedimiento, si quieres cierra tus ojos —Propuso el doctor a sabiendas de la grandiosa cantidad de dolor que recibiría el nipón.

El hombre de cabellos plateados sujetaba las manos de su querido esposo con fuerza, demostrando que estaba a su lado. Observó el rostro de Yuuri con cuidado, sufriría tanto que los incluso a él le dolería igualmente.

El doctor sostenía en manos una inyección, con una sustancia color azul verdosa. La mísma que le introdujo en la parte baja del abdomen con toda la delicadeza que le fue posible, intentando que el dolor fuera un poco menos intenso.

Yuuri dejaba que gotas de dolor salieran de sus ojos que se encontraban aún cerrados y apretaba con mayor fuerza la mano de su pareja que también dejaba que las gotas saladas rodarán por sus mejillas al ver el sufrimiento de su más grande amor.

Después de algúnos segundos el doctor sacó la aguja sin el líquido y le colocó un parche, para ese entonces Katsuki ya se encontraba dormido después de su sufrimiento.

—¿Necesitas que te ayúdemos a llevarlo, Viktor? —Inquirió una enfermera, sin embargo Viktor negó con la cabeza, tomó con delicadeza a Yuuri y lo cargó con amor hasta el automóvil.

A la mañana siguiente, cuando el sol ya se encontraba brillando con belleza y las personas corrían en las calles, Yuuri finalmente despertó. El dolor había desaparecido por completo y solo le quedaba un pequeño punto de uno o dos centímetros de diámetro desvaneciéndose con prontitud.

Viktor le esperaba con bastante comida en el comedor, definitivamente su Yuuri tendría mucha hambre y necesitaría bastante energía para lo que tenían que hacer.

—Yuuri —Lo abrazó con amor ayudándolo a levantarse.

Él besó la mejilla de su esposo —Viktor.

Luego de una muy animado desayuno y una ducha, la hora había llegado.

—Yuuri, ¿Listo? —Sonrió con lujuria y amor, Viktor.

Asintió varias veces —Sí —Contestó afirmando una vez más, mientras le daba un abrazó—. Espero tenerte en mis brazos, bebé —Fue lo que pensó antes de comenzar las andadas con su pareja.

—¿Los visitaras? —Preguntó un jóven moreno mientras hacía una rara pose para su cámara.

—Sí, esta vez lo enamoraré y no me importa nada —Bebió un poco de agua mientras sonreía altanero, su maldita altanería.

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"El hijo de Yuuri" | Yuuri on Ice |  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora