8.- «Me voy, katsudon»

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        No podía mentir, algo dentro de él quería dejar las cosas en claro. —Yuri, sabes que tengo que decirte algo— Mencionó un poco nervioso el de cabello obscuro mientras bajaba su cabeza, en verdad no quería destrozar los sentimientos de él.

El rubio se enredó en una sábana y se levantó. —Ya lo sé, cerdo —Buscó su ropa en el piso mientras bostezaba como si en verdad no estuviera triste, como si no le importara, aunque era todo lo contrario.

—Perdóname, pero yo quiero a Viktor, mucho —No quería mirar la cara del Ruso, posiblemente estaría triste, ya lo había dañado lo suficiente en el pasado como para volver a hacerlo.

Bufó —Ya lo sé, ¿Me crees estúpido? —se pusó la ropa interior y tiró la sabana en la cama —Solo no podía contenerme, pero yo lo sabía muy bien, no tienes que explicármelo— Se encogió de hombros y siguió vistiéndose.

—Lo lamento mucho, esto es mi culpa. Yo debí contenerme, ahora te hice daño, igual que... — le miraba a los ojos con tristeza.

Lo detuvo, ni siquiera quería volver a escuchar eso —Sólo cállate cerdo, ambos tenemos la culpa. Eso pasó hace mucho, no se puede hacer nada —subió sus pantalones.

No cruzaron otra palabra, era verdad, el pasado ya había sido, no podían cambiarlo o tal vez sí, pero sería estúpido a esas alturas del partido.

—¿Cuánto tiempo estarás en Japón?— Inquirió Yuuri colocándose los lentes, quería que la presión del ambiente se dispersara un poco.

Yuri pensó su respuesta un par de segundos —Un par de días pero tengo habitación para un par de meses, probablemente vendré después, no lo sé —se sentó a ponerse los calcetines.

—¿Quieres desayunar?, te haré el desayuno, debes estar cansado —mencionó el japonés con un arrebol en las mejillas.

—Hazlo. Iré a lavarme, luego bajaré —tomó sus zapatos y entró al baño.

Yuuri se quedó sentado en la cama unos minutos asimilando lo sucedido, en cerio le había faltado así de horriblemente a su matrimonio con Viktor.
Luego de un largo suspiro se levantó y se vistió con la primera ropa que encontró.
Le dolían bastante todas las piernas y las caderas, siquiera Viktor lo había dejado tan adolorido, batalló para caminar con el dolor pero al final salió y comenzó a cocinar eso que le hacía a Yuri para desayunar años atras, al parecer él aún seguía en el cuarto de baño.

Yuri se miraba al espejo, y observó esas estúpidas gotas de agua bajar por sus mejillas, odiaba eso a muerte, pensó que sería fácil escuchar esas palabras una vez más, él estaba al tanto de cuales serían, pero seguían doliendo bastante, se repetían en su mente una y otra vez. Sonrió y se limpió las lágrimas, ya no importaba, igual había recibido más de la cuenta. Mucho más.

Se mojó el rostro y salió, caminó un poco hasta llegar a la sala, prácticamente se dejó caer en el sofá y esperó a que Yuuri le llamara.

El moreno lo miró desde la puerta de la cocina, se sintió triste al ver la cara de fastidio del menor. —Yuri, desayunemos como en los viejos tiempos.

—Yuri se fué de viaje, regresará después— Mencionó Mila sentada al lado de Viktor mientras veían a sus compañeros practicar sus saltos.

Sólo observaba hacia adelante —Vaya, y yo que le quería ver, tengo tanto sin verle —Su voz estaba apagada, sólo un poco.

—¿Por qué estas aquí en Rusia?— Preguntó sin rodeos la pelirroja, sabía que algo andaba mal, Viktor no llegaba de la nada a Rusia y más sin su esposo.

—Quiero distraerme unos días, después regresaré con Yuuri a casa —volteó a mirarla y sonrió con dulzura, intentando esconder la verdad.

Sonrió igual, sabía que estaba triste así que quería que se le olvidara un rato —Hoy iré al centro comercial para comprar ropa para esto —Se señaló— ¿Me acompañas? —Se levantó ilusionada, esperando que él aceptara.

—¡Claro!, Vámos —ssintió emocionado varias veces.

—¡Chicos! —Llamó la de cabellos rojizos—Iré con Viktor de compras

Otabek y Phichit se acercaron al lugar donde estaban unos segundos después. Mila les dio un par de botellas con agua.

—¿Comprarás la ropa ya?— Inquirió Phichit con los ojos brillosos y muy emocionado.

—Sólo un poco, igual tú y yo iremos después—Le guiñó el ojo.

—No compres mucha —mencionó el Kazajo mientras le pasaba las llaves del auto.

—No lo prometo —Tomó la mano de Viktor y se fueron corriendo— ¡Adiós! —Vociferó a lo lejos.

—No debería de correr —Indicó Otabek mirándola un poco enfadado.

—Deja de preocuparte tanto — Phichit le movió de los hombros y se fue luego de terminar su botella de agua.

Y sí, Yuuri lo había sorprendido. Era un buen recuerdo, una buena despedida.

Terminó de desayunar y bebió al final el vaso de jugo de naranja. Era ya hora de despedirse y hacer como si lo de la noche anterior no hubiera sucedido nunca, o al menos no cuando Yuuri estaba casado. Habría que olvidarlo y cuando se volvieran a ver, actuarían naturales. Como si fuera fácil.

—Ya me voy, katsudon — Dijó Yuratchka acomodando su chaqueta.

—¿Nos veremos después?   

El rubio sonrió, también quería saber si eso era posible.

....

"El hijo de Yuuri" | Yuuri on Ice |  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora