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First
La mañana del lunes, una semana después de haber tomado la decisión de vengarme de manera definitiva para hallar mi felicidad y sobre todo tranquilidad, llegó una tarjeta de parte de Yixing, Abby había salido a hacer las compras y me había quedado sola en el departamento.
Aprovechando la ausencia de mi mejor amiga, Yixing me dio la tarjeta.
- Oh Sehun–susurré mientras leía la tarjeta.
Su nombre estaba escrito en letras blancas y bastante elegantes para ese tipo de trabajo.
- Al principio se negó el muy tonto, luego le dije lo que ocurrió y aceptó –sonrió.
- Yixing–golpeé su brazo y este se quejó.
Que contase mis intimidades a medio mundo se me hizo tan vergonzoso como presentarme a su clase sola.
- Ve con ropa cómoda –dijo Yixing y se sentó frente a la televisión- y ve en la tarde porque a esa hora no hay mucha gente.
La dirección era en un edificio no muy lejos, Yixing había comentado que tenía todo el cuarto piso para él, así que sería una total tranquilidad practicar sin tener que golpear a alguien.
Esa misma tarde fui para ver, únicamente para ver.
El edificio no se veía mal y el lugar de prácticas tampoco, estaba repleto de espejos y colchonetas en una esquina.
No estaba tan mal pero le faltaba iluminación.
- ¿Hola?-pregunté en voz alta mientras mi cabeza buscaba algún signo de vida.
Nadie contestó.
Giré destinada a irme, no tenía sentido estar ahí.
Nadie me contestaba y la idea de la venganza me carcomía de a pocos.
¡Me había equivocado!
Sí, eso era.
Escuché el rechinar de mis zapatillas mientras caminaba de regreso por la sala cuando la imagen de alguien me asaltó, se frotaba una toalla por el cabello dejando a la imaginación su rostro, no tenía camiseta además de que sus shorts eran bastante largos.
Me detuve pues me estorbaba la entrada, iba a retomar mi caminata cuando se quitó la toalla y me miró.
- ¿Eres tú la amiga de Yixing?-dijo mientras me acercaba.
Me pareció en aquel momento, una estupidez total el querer aprender defensa personal para vengarme de Jong In, debía superarlo, debía simplemente pasar la hoja y sobre todo debía "madurar", estas clases solo me lo recordarían todos los días.
El motivo estaba claro, yo solo iba por venganza y no para aprender.
- No –dije frunciendo el ceño- me he confundido –mentí- me dijeron que aquí dictaban clases de yoga.
