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"Tenías que arruinarlo todo"
Ya era de día y había dormido de largo y tendido, después de bastante tiempo había hallado tranquilidad para dejarme llevar por Morfeo, ni siquiera soñé pues ni bien mis pies tocaron el colchón me hundí en el sueño, Sehun no me había tocado durante la noche más que para besarme y abrazarme.
Se había ido a la mitad de la madrugada diciendo que tenía algo importante que hacer, se había despedido con un beso en los labios bastante corto y había dejado un vacío en mí durante esas horas.
La puerta sonó y la oí entre mis sueños.
Sehun volvería, lo sabía, pero no pensaba que tan pronto, ni siquiera el sol había salido del todo, eran las siete y cuarto cuando volvieron a tocar con insistencia.
Me arrastré peinándome y recordando la última vez que había hecho el oso de mi vida con Sehun ahí, había tenido la misma sensación de fastidio, mi sueño era sagrado y cualquier persona merecía morir por interrumpirlo.
¿Desde cuándo lo llamaba por su nombre y ya no con el formalismo?
Abrí la puerta indagando una respuesta cuando oí a mi corazón detenerse y el mundo se quedó en silencio, oí el ruido de mi saliva pasar por mi garganta.
¿Qué es esto?
Su sonrisa me dejó fría y casi sentí que las piernas me flaqueaban.
- ¿Azul?-oí su voz a los lejos y solo cerré mis ojos.
Tenía que estar viendo visiones o definitivamente no había despertado del todo.
¡Era eso!
Cerré los ojos fuerte y no pude respirar, solo desee en ese momento que la pesadilla terminase porque eso era lo que era una terrible pesadilla, de repente, todo se volvió negro y frío.
En ese momento solo quise que Sehun apareciese corriendo con la expresión preocupada, que me hundiese en ese mar de sensaciones y que me protegiese de cualquier peligro.
