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"¿Matrimonio?"
El café había resultado muy agradable, todos me caían bastante bien. Por alguna razón me causaba gracia que se despedían con mucho respeto y me trataban de usted, excepto Kim Junmyeon quien había pedido que lo llamara Suho.
Era el mayor de todos y siempre muy amable conmigo, era el encargado mientras el dueño no estaba, administraba y se encargaba de dirigirlo todo.
La semana había pasado bastante rápido para mi agrado, entre cafés y pastelillos, entre sonrisas y el sonido de la caja registrando algún pedido más.
No hubo más rastro de Sehun desde nuestro último encuentro en mi habitación.
No hubo más visitas de su parte y había sido lo mejor alejarnos, sobre todo ahora que ya no estaba en un estado que me permitiese ir como loca echando polvos con él.
Incluso ahora que estaba sola podía escuchar mis pensamientos, mi corazón. Podía oír mis latidos tranquilos y bastante extraños, podía sentir más frío y necesitaba con urgencia sentirme cálida.
- Azul –oí la voz de Suho y giré para mirarlo, este me indicó con su dedo que fuese a la caja.
Me quedé fría y solo caminé como robot hasta ahí.
Él estaba ahí, con los audífonos puestos.
Sehun estaba ahí mirando por encima de la caja, miraba los letreros destellantes anunciando la promoción del mes.
¿Debía actuar normal?
Era un cliente más por lo que solo lo miré con mi expresión más fría y rara.
- Hola, bienvenido a "Café de París" ¿Qué se le ofrece?-lo miré.
Sentí que el corazón me dio un vuelco en ese momento, Sehun curvó los labios sin quitarme la mirada de encima.
- Un café –acotó- y un frappuccino.
- ¿De que sabor?-dije mientras movía los dedos por la caja.
Sehun pensó un momento mientras sacaba un billete de su bolsillo, luego parpadeó.
- ¿Qué sabor les gusta a las chicas?-preguntó de repente.
Me sentí nerviosa en ese momento y mis dedos temblaron por las teclas, no quise que lo notara por lo que solo alcé la vista.
¿Estaba saliendo con alguien?
- No lo sé –lo miré- contamos con tres sabores, fresa, chocolate y oreo.
- ¿Cuál te gusta más?-me miró alzando una ceja.
¿Y eso a él que le importaba?
- No los he probado –contesté fría- Entonces ¿Qué sabor?
