Parte 6

6.7K 480 29
                                    

Al terminar de cargar todo, emprendimos el regreso en silencio. El ambiente dentro de la camioneta se sentía más pesado, como si las conversaciones no dichas flotaran en el aire, pero nadie parecía dispuesto a romper esa calma. El paisaje pasaba rápidamente frente a nosotros, los árboles y colinas desdibujándose en tonos verdes y marrones mientras la tarde avanzaba.

En un momento, al doblar una curva del camino, vi a Ray caminando solo por la orilla. Parecía sumido en sus pensamientos, con las manos en los bolsillos y la mirada fija en el suelo, supuse que ya iba de vuelta a casa. Sin pensarlo, bajé la ventanilla y le saludé con la mano, estirándola hacia afuera. Ray levantó la cabeza, sorprendido, y me devolvió el saludo con una sonrisa tímida antes de seguir su camino.

El gesto fue breve, pero me dejó una sensación extraña, como si hubiera sido algo de tiempo atrás, como sí mil y un veces hubiéramos repetido esta acción.

La noche se hacía cada vez más presente, tiñendo el cielo con tonos oscuros que se extendían sobre el paisaje. Las aves, en grandes grupos, volaban formando siluetas contra el horizonte, sus alas batiendo en perfecta sincronía mientras se dirigían a sus nidos, buscando refugio en las copas de los árboles que bordeaban el camino.

El aire comenzaba a enfriarse, trayendo consigo el aroma a tierra húmeda y pino, típico de las montañas. A lo lejos, el croar insistente de las ranas rompía la tranquilidad del entorno, resonando como un eco que se extendía entre los valles y colinas. Sus cantos, fuertes y constantes, creaban una sinfonía nocturna que se mezclaba con el susurro del viento entre las hojas.

La oscuridad envolvía lentamente el paisaje, pero aún podían distinguirse los montes, cubiertos por una capa de niebla que comenzaba a formarse en las partes más altas. Era como si la naturaleza estuviera tomando el control, reclamando su espacio, mientras la luz del día se desvanecía.

Y en medio de la espesura de los árboles, en repetidas fracciones, se veía a un hombre de ropajes extraños. Sus movimientos eran fluidos, casi etéreos, como si fuera una extensión de los mismos árboles. Se deslizaba entre los troncos y ramas con una gracia hipnotizarte, danzando a través de los huecos de la vegetación, mientras su silueta parecía fundirse con la naturaleza que lo rodeaba.

Cada vez que el vehículo avanzaba, su figura reaparecía por un instante, moviéndose con una rapidez desconcertante. No podía discernir si era real o una ilusión creada por el bosque mismo, pero había algo en su presencia que me resultaba a la vez inquietante y familiar.

Conforme nos alejábamos, la figura del hombre se desvaneció entre los árboles, hasta desaparecer por completo con la distancia, dejando tras de sí una sensación de misterio y un nudo en el estómago que no lograba sacudirme.

Me sobresalté cuando el vidrio empezó a subir — Se te va a enfriar la cara y te vas a enfermar, o se te mete un mosquito al ojo, y eso va a estar más feo — decía Baco mirándome por el retrovisor. Ya con la calefacción llenando la cabina sentí lo adormecido de mis cachetes por el cambio de temperatura, llevando rápido mis manos a la cara para calentarlos más, haciendo inevitable que él riera bajo.

— No esperaba que regresáramos tan tarde — murmuró Logan, visiblemente inquieto mientras jugueteaba con sus manos.

— Logan, a ti qué te preocupa llegar tarde, ¿eh? Total, ni planeación tienes que entregar, estás de permiso, y Alex salé hasta... al rato, no hay problema de nada, y vienes con nosotros. Tu tranquilo

— Sí pero debimos llegar hace rato... — insistió Logan, con un dejo de preocupación en la voz.

— ¡Sí, y Demián no me va a andar reclamando a mí!, y llegamos tarde por mí, así que no les va a decir nada tampoco — bromeaba Baco, riendo mientras trataba de calmarlo. Luego, volteó hacia mí con una mirada más relajada — ¿sabes Sarah...? Soy más bien de los que trabajan mejor cuando baja el sol. Aún podríamos ir al último piso, para mostrarte lo que teníamos planeado hacer, ya si quieres podríamos seguirle o ya mañana, si es que te parece bien.

30 LobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora