El sonido del agua llenaba toda la casa, penetrando incluso las gruesas paredes, creando una atmósfera pesada y constante, casi como si la estructura misma respirara con el flujo del agua. Mientras avanzaba por el patio, el eco del agua parecía seguirme, haciéndome sentir pequeña en medio de la gran casa. Al doblar la esquina para pasar de un extremo a otro, vi a Demián y Sam hablando en el piso de arriba, sus figuras apenas visibles en la penumbra. Aceleré el paso, sintiendo una mezcla de anticipación y preocupación; no quería que siguieran esperando por mí.
— Subo rápido — le dije a Sam cuando estuve cerca.
— Dice que... que me... — Sam intentó decir algo, pero Demián lo interrumpió con un gesto.
— Sí, capté; descuida, Sarah, aquí te espero — respondió Demián con una sonrisa, aunque era evidente que no estaba del todo complacido. Algo en su tono me hizo pensar que la conversación con Demián no había sido fácil.
Subí las escaleras lo más rápido que pude, el sonido del agua todavía resonando en mis oídos, mezclándose ahora con los murmullos que se filtraban por las paredes de la planta alta. Cuando llegué al pasillo, me asomé para encontrarlo vacío, pero las voces seguían ahí, tensas y cargadas de algo que no lograba identificar del todo.
Me acerqué a una puerta entreabierta, tratando de escuchar.
— Por última vez en el día te lo diré, Sam — la voz de Demián era tensa y autoritaria — Ya tengo un problema lo suficientemente grande allá, como para que ahora Raphael aparezca, quiera llevársela, y ¡tú! me lo quieras ocultar.
Antes de que pudiera asimilar lo que estaba oyendo, una voz más relajada rompió la tensión.
— Hola, Dem. Quería ver si me puedo preparar algo de cenar — dijo la voz con un tono despreocupado que contrastaba con la atmósfera.
— ¿No encontraste lo que ocupas en la cocina o allá abajo? — Demián respondió, todavía irritado.
— Pues no, ¿tú crees? — contestó la voz, que ahora reconocía como Edwin, mientras arrastraba una silla — No es burla, bueno, no del todo, ¿verdad? Pero ya en serio, Lucas lo deja todo bien raro y quién sabe dónde queda todo. Además, esta casa ya no es mía, ¿verdad? Por eso ya no ubico nada.
Decidí tocar la puerta y entrar con cuidado. Sam, Edwin y Demián levantaron la vista al verme. Me acerqué a la mesa, me senté y di unos golpecitos en la superficie para captar la atención de Sam.
— ¿Le puedes preguntar qué va a preparar? — pedí en señas, todavía sintiendo la vibración del agua que resonaba en la casa.
— Intenta decírselo tú, por lo que vi, él sí te entiende — respondió Sam, su voz amable pero firme.
— En serio eres terrible, ¿eh, Sam? — intervino Edwin, con una sonrisa divertida — ¿Qué te cuesta decirme lo que quiere y ahorrarle la pena de hablar? De todas formas, me falta mayonesa... Sarah, voy a preparar sándwiches. Hace rato vi pierna y se me antojó ¿Quieres? ¿Alguien quiere?
— Creo que no, gracias — respondió, mientras Edwin encogía los hombros y sonreía de lado. Miró a los demás, pero solo obtuvo negativas. Justo en ese momento, Logan entró y se disculpó por el retraso, mencionando que había olvidado algo en su habitación.
Edwin rio suavemente y prometió un sándwich a Logan, quien le hizo una mueca de broma. Sin embargo, Demián se mantuvo serio, su mirada fija en Edwin fue suficiente para borrar su sonrisa y acelerar su salida.
— Iré a acomodar el sillón. Buenas noches, Sarah — dijo Edwin, antes de salir de la habitación, dejando un silencio incómodo tras de sí.
Esperaron a que Edwin diera la vuelta en dirección a las escaleras y un poquito más antes de girarse hacia mí. Logan fue el primero en romper el silencio:
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30 Lobos
WerewolfDespertar en un mundo extraño, rodeada de rostros conocidos pero con recuerdos borrosos, es solo el comienzo. Nada es lo que parece. Las verdades se ocultan detrás de sonrisas amistosas y susurros en la oscuridad. Cada paso la acerca más a una revel...