Capítulo 27

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Valentina

—Es un grosero, un irrespetuoso, un patan y... Y...— Me dejo caer en la cama de Gema. Me siento frustrada por lo que me hace sentir Dante. Primero se porta muy frío y demandante, después se interesa demasiado en mí, me dice cosas agradables y hasta me invita a salir, pero al final resulta ser un idiota. Ni siquiera se tomó la molestia de avisarme que no asistiría a mi departamento a la cena.

—Es Dante— dice Gema, terminando mi frase. Yo suspiro largo y sonoro.

—Si, es Dante, y creo que por un momento lo olvidé...

—Sabia que te gustaba, amiga, pero no sabía que tanto—. Me levanto de golpe y la miro con mi cara descompuesta. —Ay, no te hagas— dice con obviedad y después rueda los ojos, —se te nota en todo tu rostro, en tu comportamiento y ...

—¿En mi rostro?— le pregunto confundida.

—Si, en cómo lo miras. También es esa sonrisa bobalicona que pones cuando él se presenta en algún programa o solo cuando escuchas su nombre. Así que entiendo tu enojo.

—¿Ah, sí?— Ella asiente y sonríe como si supiera algo que yo no.

—Estas molesta porque querías pasar tiempo a solas con él, y lamentablemente el muy tonto no asistió, pero ya viste que no sólo quedó mal contigo, sino que no ha vuelto a clases.

—Tienes razón— lo digo más para mí. Razonando que tal vez está enfermo o tuvo algún accidente. Soy una tonta, debí pensar en esas posibilidades primero y no juzgarlo.

—Si, seguido tengo la razón— dice a broma mi amiga. —Pero deberías ir a verlo, visítalo, pregúntale cómo está, qué si necesita ayuda.

—Él no necesita ayuda.

—Eso es lo que todos creemos, pero en realidad es un muchacho más, Valentina—. La miro pensativa, pues ella tiene mucha razón. Dante está solo, no tiene a sus padres y convivir con sus máquinas no debe ser igual, incluso no debe de ser sano.

—Pero no sé donde vive, solo he ido a su oficina, la que está en el edificio dorado.

—Pues ve ahí, o...— se queda callada Gema, parece que está empezando a planear algo, y vaya que es demasiado ocurrente. —¿qué te parece si vamos a la presentación que hará este fin de semana?

—¿Ir?— pregunto sorprendida.

—Si, vamos y lo esperamos a que termine todo su discurso, después nos acercamos a él, así tú puedes hablar sobre lo que le ha pasado, del porqué no asistió a la cena en tu departamento y así.

—Pero este fin de semana iría a mi ciudad natal, quiero ver a mi familia, y como tendremos unos días libres de clases por las festividades y el ensamblaje de los octágonos, decidí irme.

—Podemos ir después de la presentación y de que hayas hablado con Dante— dice Gema y sonríe, —anda, vamos. Incluso yo puedo llevarte en mi deslizable hasta tu ciudad, me puedo quedar contigo el fin se semana y así nos regresamos juntas ¿qué te parece?

—Bueno...— digo un poco convencida. Gema sonríe más y levanta sus brazos como mostrando triunfo, yo solo sonrío y niego divertida ante su actitud.

***

Los días restantes fueron abrumadores con Leandro como profesor, incluso se mofó de la ausencia de Dante, diciendo que era un bocón y que había temido dar clase. Pero ahora con esas palabras resonando en mi cabeza, podía inclinarme más por la suposición de Gema, sobre que probablemente Dante estaría enfermo, pues él no es de ese tipo de personas Ordinarias a las que les da miedo estar frente a un grupo numeroso escuchándolo hablar.

Dandrois HumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora