Maraton 2/3 Capitulo 46

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POV Ana

No puedo evitar sentirme culpable de haber huido y venir a esconderme sin decirle nada a Christian, la angustia que se reflejaba en su rostro fue lo que me hizo entender cuanto me ama, pero siento que eso no me tranquiliza, siento que por mucho que me esfuerce jamás seré suficiente para él y ahora para colmo esta mama, que sin más ni más piensa que voy a ceder parte de la empresa de papa, algo que le costó sudor y mucho esfuerzo, y yo he trabajado muy duro para sostenerla y elevarla al punto en el que se encuentra. Todo esto es bastante abrumador, pero la culpa no es de Christian.

De igual manera necesito hacerle saber mis miedos, lo que me atormenta día con día y espero me comprenda. Al decirle que fui a ver a Elena su rostro se tornó rojo de ira, y me he empezado a cuestionar si haber ido fue realmente lo correcto, dijo que estaba haciendo justo lo contrario de lo que quería demostrar al dejarlo, al huir, esas palabras fueron como una bofetada para mí, pues eso no era lo que quería, sin lugar a duda necesitaba hacerle saber a esa maldita mujer que nada de lo que diga será nunca cierto y nada de lo que haga será suficiente para alejarme de Christian pero sin embargo terminó por dejarme atemorizada.

-No me hables como si tú lo supieras todo Christian, que sentirías si yo tuviese un pasado similar al tuyo y tuvieras que lidiar con ex amantes locos que tratan de secuestrarme? O peor aún, que tuvieras que levantarte día con día atemorizado por la idea de que no eres suficiente para mí y sientes que algún día me daré cuenta de ello y te dejare? Dime Christian.... Podrías lidiar con ello? Dime!!- le grito, y noto como su rostro se crispa con sorpresa e ira a la misma vez, esta discusión está tornándose incomoda.

-Qué? Eso sientes?- su tono de voz denota sorpresa. Me giro para no verle, no puedo siquiera disimular la vergüenza que me causa contarle mis inseguridades con respecto a nuestra relación, yo que siempre fui una mujer segura de mi misma.- Ana, mírame.- ordena, obedezco y me giro segundos después.- Porque sientes eso? Acaso no he sido claro cuando digo que te amo? Te amo Ana, te amo tanto que esos mismos temores que sientes tú los tengo yo, y créeme Ana, día con día le temo a la idea de que tú te des cuenta de lo jodido que estoy, todos los días desde que aceptaste casarte conmigo.- instintivamente mi vista baja hacia el anillo que llevo y luego lo veo a él, desplomándose en el sofá, hundiendo su cara en sus manos, puedo ver la frustración que siente y el dolor reflejado en su expresión.- De esto va todo? Dime Ana, que puedo hacer para que te des cuenta que nada de lo que un día fui hoy podría hacerme falta?- pregunta.

Me quedo segundos e incluso minutos en silencio tratando de decir algo, algo que me ayude a mí a salir de esta situación, que me ayude a alejar ese temor de mí, ese miedo pero no encuentro nada, nada que sea de gran ayuda, nada que pueda ser suficiente.

-Dime algo.- susurra mientras se levanta del sofá y camina hacia mí, con sus largos dedos me sujeta la barbilla haciendo que lo vea y noto sus ojos llenos de una vivida tristeza que puedo detectar a simple vista, se ve tan vulnerable, tan desolado y muy lastimado y la idea de saber que soy yo quien provoca todos esos sentimientos no me es agradable.

-Yo... yo... no tienes que hacer nada Christian, solo hazme sentir segura de que realmente soy quien deseas para compartir tu vida, dime que jamás necesitaras una vara o una fusta para poder vivir y te juro que me entregaré a ti en cuerpo y alma sin ningún tipo de remordimiento ni temor.- mi voz suena ahogada y esperanzada, me toma en sus brazos y me abraza.

-Nena decirlo es fácil, te lo demostrare todos los días, hasta que estés completamente segura de que tú eres lo que más deseo, y que esa vida quedo atrás, que tú eres mi presente y mi futuro.- acaricia mi rostro y se acerca suavemente hasta que su boca encuentra la mía, fundiéndose nuestros labios en uno solo, mi respiración se acelera y enredo mis dedos en sus cabellos tirando de ellos, lo que lo hace gemir, nuestras lenguas danzan a un compás muy conocido, sus manos bajan por mi cuerpo y acarician cada lugar con deleite.- Quiero demostrarte que el único instrumento que necesito para mi placer es tu cuerpo, tu perfecto y delicioso cuerpo. Un gemido sale desde el interior de mi garganta, me levanta y yo instintivamente enrosco mis piernas en su cintura, sin dejar de besarme me lleva hasta el sofá donde me deposita suavemente.

Lentamente desata las tiritas que unen mi camisa, sacándola suavemente y dejando mi sostén a la vista, besa mi cuello, mi clavícula, baja por mis hombros, acariciando, saboreado, deleitándose, murmurando lo mucho que le encanto, lo mucho que le exito, sube de nuevo y me devora nuevamente los labios, lleva su mano dentro de mis leggins y mis bragas, llegando al punto donde mis piernas se unen y me hace estremecer, sentir sus hábiles dedos acariciando mi sexo con adoración, gimo y me retuerzo del delicioso placer que me provocan sus dedos. Se incorpora y saca mis leggins junto con mis bragas de un tirón, desprende mi brasier dejándome completamente desnuda a su merced sobre el sofá de la sala.

Sin dejar de verme inicia el rito de quitarse su ropa lo me pone de sobremanera y no puedo esperar sentirlo dentro de mí, de esa manera que solo él sabe, llenarme completa con su ser, sentirme suya, solo suya, al quedar completamente desnudo me doy tiempo para admirar su cuerpo que parece haber sido esculpido por un ángel, perfecto, a pesar de sus cicatrices, para mí él es perfecto, y me cuesta creer que sea todo mío, es me ayuda mucho a querer confrontar mis miedos y querer demostrar a quien sea que piense que él y yo no podemos estar juntos que no es así y que nos merecemos el uno al otro desde el desde el primer día en que nos conocimos.

-Disfrutando de la vista señorita Steele?- pregunta sacándome de mi ensoñación.

-Mucho señor Grey.- Sonrió y muerdo mi labio lo que provoca que se abalance sobre mí y me tome en sus brazos con ferocidad delicadeza a la vez, situándose entre mis piernas sin dejar de besarme murmura antes de penetrarme:

-Te amo nena, nunca más vuelvas a dudarlo.- y sin más se desliza dentro de mis pliegues colmándome, llenando ese vacío que siento, calmando esas ansias de sentirlo dentro de mí, iniciando sus movimientos me eleva hasta el cielo donde me sostiene, dejándome caer lentamente en un orgasmo que me deja alucinada y agotada.

Despierto desorientada, Christian está completamente desnudo dormido sobre mí, con un brazo colgando del sofá, su mejilla posada en mi cintura, me tomo mi tiempo para admirar lo tranquilo y sereno que se ve, quero hacerlo feliz, quiero que me haga feliz, solo el, solo nosotros, sin nadie que trate de dañar lo que tenemos, eso será un obstáculo difícil de superar pero sé que lo lograremos.

Minutos después siento como se remueve y abre lentamente sus ojos.

-Hola- murmuro.

-Hola- responde sonriente. -Cuanto tiempo llevas viéndome?- pregunta.

-No mucho, solo pensaba.-

-En qué?- inquiere.

-En ti, en mí, en nosotros.- respondo mientras acaricio su cobrizo cabello.

-Y?- pregunta curioso.

-Y no creo que haya algo que logre separarnos, necesito estar contigo todo el tiempo, que tu estés conmigo en el momento más difícil y así poder luchar juntos contra lo que sea.- me mira, me mira... y al cabo de un momento sonríe.- Que te parece tan gracioso?-

-Solo me siento muy afortunado de tenerte, gracias por estar conmigo después de todo.- se incorpora para besarme y nos quedamos así, acurrucados, desnudos, hablando de trivialidades, sonriendo, jugando y teniendo más sexo, obviamente.

Corazones de PiedraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora