Layla come un emparedado de pollo, mientras yo indiscretamente la observo. Muchas veces me he preguntado cómo saber si alguien realmente me gusta, y llegado a la conclusión de que cuando su aroma se queda en tu olfato, sus ojos aparecen en tus sueños y el centro de tus fantasías son sus labios, créeme, estas jodido.
— ¿Qué, acaso no comerás? ¿O te pasaras todo el receso viéndome la cara como un baboso?—al parecer me ha atrapado.
—No tienes que ser agresiva, eh—contesto dolido.
No negare que hay ocasiones en las que me gustaría ponerle unas pinzas para cerrar su linda boquita, sus comentarios van como flechas puntiagudas. Sigue comiendo despreocupada y sobre todo importándole un carajo mis sentimientos, pero aunque se comporte como una jodida impertinente no lograra zafarse de mí tan fácilmente. En especial, porque conozco lo maligna que puede ser Mía sino logro el reto; pensándolo bien, se me ocurre una idea.
— ¿Qué te parece si jugamos algo?
— ¿A qué quieres jugar niño?—alza una ceja perspicaz.
—Qué te parece a, ¿verdad o reto?
—Mmm... No sé—voltea a verme dudando, a lo cual le respondo con un puchero de súplica—. Bien, pero deja de hacer esa cara tan ridícula.
Observo que entre su bolso lleva una botella con agua, le pido permiso para usarla, no quiero recibir un golpe por tomarla a lo bruto. Cuando acepta, coloco la botella al centro de la mesa, mientras yo cambio mi asiento para posicionarme frente a ella. Con la mano hago girarla y al parar señala a Layla.
— ¿Verdad o reto?—pregunto ya con las dos opciones en mente.
—Verdad—dice firme.
— ¿Yo... te gusto? ¿Verdad, o no?
Deja de masticar el bocado de empanada viéndome directo a los ojos. Recorre cada uno de mis rasgos faciales, destacando que se detiene en mis labios, entonces le muestro una sonrisa lasciva. Cierra los ojos haciendo un mohín negando con la cabeza.
—No—contesta muy segura, para seguir comiendo.
— ¿Ni un poquito?—insisto acercándome más.
—Esas ya son dos preguntas, no te pases de listo.
Vuelvo a girar la botella, y para mi suerte, la vuelve a señalar. Festejo internamente.
— ¿Verdad o reto?
—Verdad.
— ¿Te han roto el corazón alguna vez? ¿Verdad, o no?
—Más de las que puedo contar con mis dedos—alza los hombros restándole importancia a su respuesta.
Esta vez al girar el recipiente no tengo la misma suerte, me señala a mí, por lo tanto Layla no tarda en preguntar.
— ¿Verdad o reto?
—Verdad—aseguro con nerviosismo.
— ¿Por qué razón decidiste sentarte aquí? La verdad.
Escucho, proceso y miento. No puedo decirle la verdadera razón por la que lo hice, nunca me lo perdonaría; mi misión no es volver a destrozar su corazón, sino ayudarla a que sane esas heridas.
—Porque te veía muy sola, y pensé que necesitarías un amigo.
—Bien, gracias por sentir lastima por mí—intento explicarle que no es así, pero no me lo permite—. Por última vez, gira la botella, ya me estoy aburriendo de esto.
Giro la botella, y la apunta a ella. Suelta un bufido exasperada.
—Qué mala suerte tengo—dice con un toque de enfado—. Escogeré reto, no quiero que preguntes cosas más íntimas.
—Te reto a que me des un beso.
💙💜💙
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—Se Despide Fer🎈
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Retando a tu corazón
Short StoryEn una escuela secundaria, Jake disfruta de cada momento junto a sus amigos. Un chico muy positivo, alegre y con gran sentido del humor. Su peculiar actitud lo lleva a veces a meterse en líos, o en esta ocasión, llevar su curiosidad al límite por un...