Epílogo

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— ¿Ya llegaste a Nueva Jersey?

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¿Ya llegaste a Nueva Jersey?

Camino entre los estudiantes tratando de encontrar el edificio de mi dormitorio.

—Sí, ahora solo trato de instalarme en mi dormitorio del campus.

Que bien. Sabes, los extraño demasiado, a ti y a los chicos—puedo escuchar un suspiro.

—Yo también Mía, pero así es la vida. Crecemos y tenemos que dejar a algunas personas atrás—aclaro.

Oye, ¿desde cuándo tan profundos pensamientos?

Me carcajeo tratando de no parecer un lunático, suficiente tengo con que mis compañeros crean que soy raro por comer papas fritas con helado.

Aprovecha la beca que te ha dado la Universidad,  Jake. Ya sabes que cuando te gradúes podrás ayudar a muchos niños y niñas, que sufren, como lo hacía Mily. Que ella sea tu inspiración y la razón de ser mejor cada día.

—Lo sé, y gracias—siento un nudo en la garganta.

Bueno, en fin. ¡No te vayas a olvidar que tienes una mejor amiga, eh! Si no me las pagas muy caro… ¿Hola?... ¿Jake?... ¿Estás ahí, Jake?

Y cuando menos lo espere, ahí estaba ella, en la cafetería del campus. Una gran sonrisa surcaba sus labios. Tan brillante, tan hermosa, tan llena de vida como nunca antes. Reía con el chico frente a ella. Ojala yo la hubiera hecho reír alguna vez, pero nunca sucedió.

¡¿Jake?! ¿Estás bien?

—Sí, aquí estoy.

¿Qué te sucedió? ¿Acaso viste un fantasma?

—Eso creo. Un fantasma que ahora es más feliz con alguien más… Y me alegro mucho de que lo sea.

💙💜💙


— ¿Layla, todo bien?—Cass me saca de mis pensamientos.

—Sí, solo… Aun no decido por cual Universidad irme. Tío Gregg quiere que me quede en Miami para estudiar derecho, pero, aquí me ofrecen una beca completa en Literatura y Lingüística. Así que, no sé.

—Sé que si te digo que te quedes aquí, pensaras que solo lo digo porque yo estudiare aquí, así que… Solo puedo decirte, haz lo que te diga tu corazón. ¿Deseas estudiar Derecho o Literatura? ¿Deseas quedarte aquí en Nueva Jersey, o regresarás a Miami?

—Sí, tienes razón, aun así no lo sé—tomar decisiones me vuela los cesos.

—Bien, pero apresúrate. Ya solo tienes una semana para decidirte, están ya casi por empezar las clases.

Cassio toma un sorbo de su café, para luego darle una mordida a su emparedado con frijol.

—Cass.

— ¿Qué?

—Tienes una cascara de frijol en los dientes—intento no reirme.

— ¿Dónde?—abre la boca mostrando todos los dientes. Toma una cuchara y se observa en su reflejo—. Me veo muy sepsi, a que sí.

—Hay Cass—es imposible, me carcajeo. Él mueve sus cejas de arriba abajo, causándome más gracia.

Tapo mi boca con la mano para que no se escuche mi risa de morsa, y volteo a ver a otro lado para evitar volver a reírme, cuando lo veo. El chico de cabellos platinados. ¿Sera él?

—Cass, iré a dar una vuelta. Tal vez el campus me convenza de quedarme.

—Si claro, deja aquí comiendo solo a tu mejor amigo…  ¿Me puedo comer tu croissant?

—Está  bien, ya vuelvo.

Salgo de la cafetería tratando de encontrarlo. Observo a un montón de estudiantes, pero no hay rastros de él. Empiezo a caminar por la dirección que vi que tomó. No tardo en encontrar una multitud haciendo una huelga; con carteles y silbatos. Y es ahí cuando veo el cabello rubio del chico. Empiezo a seguirlo, pero no puedo alcanzarlo, camina rápido.

— ¡Jake!—grito en la multitud, pero no me escucha. Además de que va hablando por teléfono.

No sé qué hacer para llamar su atención, así que tomo medidas extremas. Desato uno de mis Converse y lo tomo con mi mano. Apunto, respiro, y lo tiro. El proyectil da justo en el objetivo más de lo deseado, ya que topa en su cabeza y lo hace dar traspiés hasta casi caerse, pero logra mantener el equilibrio. Recoge el tenis y observa a su alrededor con cara de pocos amigos. Cuando me ve, sus ojos lanzan un destello. Empiezo a caminar hasta él, y cuando ya está a pocos centímetros de mí, se agita mi respiración.

— ¿Te importaría devolverme mi Converse?—pregunto indiferente.

—No lo sé. ¿A cambio de qué?

Sonríe…  y me desarma.

Me pongo de puntas, lo tomo del cuello y planto un suave beso sobre su mejía. Todo este tiempo desenado volver a verlo, se siente tan bien robarle un beso, aunque sea solo en la mejía.

—Ahora sí, ¿me devuelves mi Converse?—no responde. Ha quedado perplejo por lo que he hecho y no lo culpo.

—N-No, exijo una repetición, en la boca—contesta con sonrisa pícara.

—No quieras aprovecharte de la situación, Jake—advierto sujetando fuertemente su chaqueta de lona

—Creí que no me amabas.

—En realidad, nunca deje de hacerlo, aun hoy creo que siento algo por ti.

Me devuelve mi Converse, me lo coloco y me doy la vuelta.

— ¿A dónde vas?—me sostiene obligándome a volver en su dirección.

—Sinceramente, no lo sé. Pero ahora—le doy otro beso, esta vez me decido por sus suaves labios—, ya sé dónde quedarme.


💙 FIN 💜

Retando a tu corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora