En una escuela secundaria, Jake disfruta de cada momento junto a sus amigos. Un chico muy positivo, alegre y con gran sentido del humor. Su peculiar actitud lo lleva a veces a meterse en líos, o en esta ocasión, llevar su curiosidad al límite por un...
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Jake: —Hola corazón <3
Layla: —Sabes
—Me arrepiento de haberte dado mi número de teléfono
Jake: —Siempre tan amargada, baby
Layla: —En primer lugar, no me llames corazón o baby, no somos más que solo amigos
—Y en segundo, si querías hablar conmigo, porque diablos no te sentaste junto a mi
Jake: —En respuesta a lo primero, ouch! Mi kokoro, me mandas a la friendzone
—Y lo segundo, es que quería estrenar el chat contigo 7u7
Layla: —Sí que eres un tarugo
—Si me quitan mi celular y me sacan de la clase otra vez por tu culpa te juro que zjsbchjawd uihbewilacIWH
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Muevo mis pies por debajo de la banca, mientras tamborileo mis dedos en la madera del respaldo, Layla se mantiene recostada en este con el rostro en dirección al techo mientras sus parpados se mantienen cerrados y sus brazos cruzados.
— ¿Estas enfadada?—pregunto esperando una respuesta positiva.
Endereza la cabeza y voltea a verme, podría jurar que quiere devorarme con la mirada y no en el buen sentido.
— ¡No, qué va! Si solo me han quitado mi preciado celular por tu culpa y tendré que limpiar la cafetería por cinco días luego de clases, y lo peor, con tu compañía. Así que no, no estoy enfadada—comenta sarcásticamente.
—Ves, sabía que te gusto, por eso aceptaste el castigo, para pasar más tiempo conmigo. Además, a mí también me han quitado mi celular—le guiño. Ella solo resopla indiferente, volteando a ver a otro lado—. Por cierto, ¿has pensado en lo que te dije? ¿Quién eres Layla?
Su vista vuelve a mí; esos ojos marrón, más adictivos que el chocolate, que me vuelven loco.
—Layla Karina Scott, ¿quién es? Pues... Una chica huérfana, llena de conflictos internos, reina del sarcasmo, amante de la escritura, pero sobre todo, últimamente, presa del miedo...
— ¿Miedo? ¿Miedo a quién... o qué?
—Bueno yo… No te incumbe—su nerviosismo se nota en su voz temblorosa.
—Solo dime Layla, tal vez te pueda ayudar, ¿o es que no soportas que los demás vean tu lado débil?
Layla no dice nada, pero por su expresión se nota que he tocado un punto débil. Y para nada eso es bueno, sus ojos penetrantes me causan un fuerte estrago y en cualquier momento presiento que estallara de rabia.
—Vete al carajo Jake. Tú no me conoces.
Se levanta hostigada, pero no le será fácil escapar de mí. Sí, no la conozco, pero me encantaría hacerlo de verdad, si tan solo dejará.
—Todas las personas somos débiles Jake, cada quien tiene una debilidad. Pero que tú vivas con una sonrisa en el rostro, como si todo fuera color de rosa, no te hace superior—espeta sin medirse en cuanto la alcanzo, para luego reír sarcástica—. Además no creo que puedas ayudarme, o ayudar a alguien más. Ni siquiera podrías salvar tu propia vida, Jake, porque bajo esa facha de niño tonto sabemos que hay un cobarde acomplejado.
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