El chico de las gafas oscuras ©

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CAPÍTULO SÉPTIMO
El chico de las gafas oscuras
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-Entonces cuéntenme, ¿cómo se conocieron?- preguntó Olivia mirando atentamente lo que hacia Edward mientras permanecía sentado al otro lado en el sofá.

Ahora comenzaba el verdadero dilema, por qué tiempo antes le dije que leyera el libreto que le di, ahí estarían esas preguntas chocosas que se que tanto le molestarían.

-En la calle- dijo.

Si, no lo había ni leído.

-Si tontito, eso es obvio, ¿pero dónde exactamente?- resopló ella bebiendo del agua de sabor más insípida que probé en lo que llevo de vida, es más, llegué a pensar que era veneno hasta que la escuche decirle al rubio que era especialmente para el. Aterrador.

-En un puesto de revistas- sonrió.

Diablos, ya sabia para donde estaba yéndose esto.

-Mientras él sostenía una revista de...

-¡Lugares para vacacionar!- escupí al verle aguantarse la carcajada, entonces esa era su venganza, no le bastaba con tenerme frente al enano del señor de los anillos, quien claramente no despegó los ojos de su "precioso"-. El se acercó.

-No lo recuerdo así, Ellis- protestó analizando la situación.

Cabrón.

-Recuerdo bien que fuiste tú quien comenzó con esas miradas de loco. Tengo que decir que me asustaste, pensé que me asaltarías o algo así- sonrió cínicamente.

Aquí va la mía, rubio.

-Esas cosas que dices, te vi así por qué no podía creer el poco pudor que tenias, ahí mirando una revista para hombres, con uno semidesnudo en la portada, en verdad me sorprendió.

Invertí papeles, ahí tienes rubio.

Encarnó una ceja sin borrar su sonrisa-. Me sorprende más que hasta hayas visto que tenía en la portada, eso me dice que en verdad estabas interesado, ¿no, Ellis?

Sentí el rubor en mis mejillas y el calor tomaba posesión de mis orejas, si, mis orejas. Había que admitir que supo darle la vuelta al asunto sin pensárselo mucho, este chico era diferente, era un desgraciado y eso le causaba gracia.

-Que rara manera de conocerse- agregó Olivia rascándose la barbilla-. ¿Se gustaron?

-No- contestamos al unísono.

-¿Entonces?- ladeó la cabeza, buscando una respuesta clara a nuestra interpretación de pareja disfuncional.

-Resulta difícil no hablarle a alguien cada que te lo encuentras en el mismo puesto de revistas- añadí.

-Y así fue- sonrió.

Iba a tomarle a mi veneno, digo, agua cuando la boca de Olivia se abrió para hacer una pregunta que en verdad no me esperaba-. ¿Ya tuvieron relaciones?- y casi me ahogo, apostaría a que quería matarme ahí mismo, más lo hacía el, quien solo río pasándose la mano por el cabello, dejándome ver las perforaciones de sus orejas-. Debe ser incómodo para ti, Ed- mujer, lo acabas de conocer y ya le llamas con confianzas, en ese caso debería llamarte cucaracha, ya que a esas vamos.

-Bueno, nosotros no...- repliqué sin querer decir una tontería que lo hiciera partirme la cara ahí mismo pero él quiso contestar al levantar ligeramente su mano y sonreírme.

-Deja que yo le diga, ¿vale?

Asentí impresionado, había tomado las riendas sin inmutarse.

-¿Quieres la verdad?- ella asintió y yo sentí que la mentiría se caía, que el iba a confesar y que todo acabaría mal. Tendría que casarme con ella y sufrir por siempre. Se volvió completamente serio enarcando la ceja-. Me lo tiro cada que puedo.

¿Qué diablos acaba de decir?

-No lo creo, Ellis odia hablar de relaciones sexuales, incluso detesta el contacto.

Gracias, eso me ha hecho sentir una porqueria y un extraño.

-Ah, pero eso es contigo, dulzura.

-Pruébalo.

Dios, ¿por qué sigo aquí?

Abrí los ojos de par en par cuando me tomó bestialmente del brazo atrayéndome a su rostro, pegando sus labios a los míos mientras enterraba los dedos en mi cabello, tirando de él mientras me devoraba la boca, sin temer, ni dudar.

Santísimo dios.

¿Qué es esto?