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Fue interrumpido de su hermoso sueño por unos golpes en la puerta.

—¡Jos levantate! ¡Llegarás tarde a la escuela!

Jos vio la hora en su teléfono 6:35, quitó las sábanas de su cuerpo y se vistió lo más rápido posible.

—Gracias por avisarme. —Deposita un beso en su frente— Te amo.

Bajó rápidamente las escaleras.

—Recuerda que tus cosas estarán en tú casa, no vengas.

—Lo sé.

Abandonó la vivienda y corrió lo más rápido posible. Finalmente llegó a la escuela, miró su reloj 6:55, llegó con cinco minutos de sobra. Suspiró aliviado y caminó hasta su salón.

—¡Jos! —Chilló emocionado el menor y se abalanzó hacia él— Creí que no vendrías. ¿Por qué tardaste?

—Te cuento luego bebé.

El menor asiente con la cabeza.

Las clases empezaron y ese día no pudo ser más aburrido de lo que ya era.

La campana indicaba que era hora del almuerzo.

Todos salieron a paso acelerado del salón. Jos y Alonso salieron juntos. Al llegar a la cafetería no notaron la presencia de Bryan ni Freddy, así que optaron por ir a la mesa y seguir con su rutina normal.

—¿Ya puedes decirme por qué tardaste?

—Oh sí. —Le da un mordisco a su sándwich de pollo— Digamos que ayer, al llegar a mí casa, nada salió bien.

—¿Pasó algo?

—Sí. Papá y mamá estaban peleando y para el colmo, peleaban por mí. —Da otro mordisco a su sándwich— Papá se enojó y me hecho de la casa. Digamos que no comí desde ayer a esta misma hora.

—Jos, ¿tienes dónde quedarte? Puedes ir a casa si gustas.

—Oh no, tranquilo. Tengo donde pero odio ese lugar.

—¿Qué lugar es?

—Mi casa.

Alonso iba a hablar pero fue interrumpido.

—Perdonen la tardanza chicos. —Suspira aliviado— Tuvimos inconvenientes.

—No pasa nada.

Jos devoraba, literalmente, su almuerzo.

—Jos, amigo, ¿pasa algo?

—Papá me mandó a mí casa.

—Auch. Espero que no tengas pesadillas.

—Cállate estúpido.

—¿Pesadillas? —Preguntó el rubio.

—Ahora que esta contigo no.

Jos bufo molesto.

—Iré por algo de tomar, ya vuelvo.

Todos asienten.

—¿Por qué desde que estás tan unido con Alonso ya no tienes las estúpidas pesadillas?

—Es porque lo ama, duh.

—Bryan, deja qué él conteste.

Bryan sonríe y asiente.

—Porque él tiene una sonrisa que me hace acordar a memorias de infancia, en donde todo era tan fresco como el brillante cielo azul. De vez en cuando, al mirar su rostro me lleva a ese lugar especial. Y si lo mirara fijamente mucho tiempo, probablemente me quebraría y lloraría. Él tiene ojos como los cielos más azules, cómo si pensarán en la lluvia. Odio mirar esos ojos y ver una pizca de dolor. Su cabello me recuerda a un lugar cálido y seguro, donde de chico me escondía y rogaba que el trueno y la lluvia pasaran de largo silenciosamente.

—Tú manta favorita.

—¿Eh?

—Te escondías en tú manta favorita, era casi del mismo color del cabello de Alonso.

—¿Cómo sabes?

—Soy un profesional en esto. ¿Qué te digo?

—Eso fue tan hermoso Jos, en serio.

—Me odio. Se supone que no debías saberlo.

—Tarde cariño.

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