Capítulo 9. JB... ¿Jason?

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JASON.

Hazlo. ¿Qué lo haga? ¿Quiero hacerlo? Pero por supuesto que quiero, como no voy a querer hacerlo cuando he estado pensando en ella casi toda mi puta vida. Pero una parte de mí llamada sentido común no hace nada más que gritarme que me aparte de ella todo lo rápido que pueda y creo que esa parte es muy sabia.

Me mira, fijamente, con sus grandes y verdes ojos llenos de un deseo demoledor y mi cuerpo y mi corazón me piden a gritos que la lleve a mi habitación y que haga lo que he estado soñando todo este tiempo, pero mi cabeza me dice que la deje, que tiene novio. Y si lo pienso soy experto en que ella engañe a sus novios y no me gusta para nada eso.

Me aparto de ella y la miro con una pequeña sonrisa.

-          Podría hacerlo pero corro el serio riesgo de que salgas corriendo en el instante en que nuestros labios se rocen, ¿no? –le digo sarcástico.

Ella me mira con los ojos entrecerrados y parece salir del hechizo que nos había envuelto segundos antes. Se aparta de mí y me mira con rabia.

-          ¿En serio crees que habría… hecho… contigo? –balbucea y yo reprimo una risa tapándome la boca con la mano. Me giro y me muerdo el labio. –Mírame´´ JB''. –se burla de mi apodo y eso me molestaría si no fuera ella quien lo hiciera.

Me giro y la miro. Ella me devuelve la mirada y siento que mi erección quiere recibirla con gusto. ¡NO! No vayas por ahí Jason… tiene novio, que aunque sea un gilipollas es su novio.

Me vuelvo a dar la vuelta y camino por la entrada de la residencia hasta mi dormitorio. Sé que se va a enfurecer cuando se dé cuenta de que no voy a llevarla a su universidad pero una parte de mí se muere por hacerla rabiar. Esta muy sexy así.

-          ¡JASON! –grita -¡¿Vas a dejarme aquí?! ¡Si lo haces estás muerto! –sigo caminando, mientras sonrío por su locura -¡Tú lo has querido!

Oigo como corre hacía mí y me doy la vuelta, pero es demasiado tarde porque cuando me giro ella cae encima de mí, provocando que los dos nos caigamos en la fresa hierba. Ella encima de mí.

Su pelo cae en mi nariz y huele a fresas, a jodidas fresas que hacen que mi jodida erección se despierte de su largo letargo. Mierda y más mierda. Como no se levante en este instante de mí se va a dar cuenta y no quiero tener que darle explicaciones de mi vergonzoso estado.

Ella no se mueve, creo que ni respira, solo está encima de mí mirándome directamente a los ojos. Y yo me pierdo en su profundidad esmeralda. Ella levanta su mano y acaricia mi pómulo con sus suaves y un poco temblorosos dedos. Mi piel arde por donde me toca y yo también ardo en deseos de probarla. Subo mi mano y la poso en su cadera y voy ascendiendo hasta llegar a su brazo, que acaricio de arriba abajo. Sonríe levemente y mi boca, por cuenta propia, le devuelve la sonrisa.

No había sentido tanta paz desde hace siete años, cuando estábamos exactamente igual en aquel valle en el festival. Recuerdo el sabor de sus suaves labios, recuerdo el ardor en mi pecho… pero también recuerdo la culpabilidad después. Recuerdo cuando no podía mirar a los ojos a Alec por lo que pasó. No quiero revivir aquellos terribles momentos, pero por otra parte, el estar así, aquí, con Mia, mi Mia hace que todo valga la pena.

Sacudo la cabeza y me levanto del suelo, levantándola a ella conmigo. Me sacudo la hierba de los pantalones y ella hace lo mismo. Nos miramos pero ninguno habla, no es necesario hablar en estas circunstancias, ¿no?

He cometido una estupidez al traerla aquí, me dejé llevar por el impulso y no calculé. Bueno la verdad es que intenté protegerla de la verdadera venganza de los chicos. Espero que no les pillen…

A Finales de Verano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora