Capítulo 18. Visita sorpresa.

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MIA.

Sigo estando enfrente de ellos y sí, siguen besándose como si estuvieran en una habitación de hotel y no bajo la atenta mirada de todo un campo de espectadores. Rachel me dedica una mirada triste cuando es capaz de ver el fuego al rojo vivo que sale de mis ojos, pero yo me encojo de hombros, haciéndome la indiferente, y me siento en mi sitio, manteniendo la mirada fija en los otros jugadores que miran a Jason con ceños fruncidos.

Quiero matar a Kate y a Jason y echar sus cuerpos al océano para no tener que volver a verlos en la vida.

Jason por fin se separa de la gran…, y mira hacía todos lados con la mirada confusa. Me reiría por la expresión  perdida en su rostro si no fuera por el hecho de que aún tiene el pintalabios de Kate en la boca. Será buscona…

Echándome una última mirada que no devuelvo, marcha hacía el campo con la vista perdida en el suelo y ante los abucheos enfadados de la multitud de Berkeley. Echo una mirada a mi ropa, y al ver la ridícula camiseta de Jason aún en mi cuerpo, me la quito sin miramientos (creo oír el rasgar de la tela) y se la lanzo a Rachel que no dice nada antes de metérsela en el bolso de nuevo.

Kate, tras darme una mirada de suficiencia después de su numerito para marcar territorio, se va de mi lado y se sienta unas filas más abajo antes de empezar a gritar el nombre de Jason y agitar los brazos como si le fuera la vida en ello.

Rachel me da un golpecito en el hombro pero no estoy de humor para hablar. Ni siquiera debería estar aquí. No puedo soportar el hecho de que cada vez que veo a Kate o a Jason, la imagen de ellos dos besándose como si quisieran morir de falta de aire me viene a la mente y no me creo capaz de soportarlo.

Por fin puedo entender que sintió Jason cuando me veía estar con Alec y el sentimiento es demasiado horrible para querer experimentarlo en mi propio organismo.

Me levanto de mi asiento y, esquivando centenares de cuerpos que están eufóricos por el partido, me marcho del campo, ignorando la voz de Rachel que grita mi nombre.

 

 

JASON.

Mia aún no ha vuelto y ya hace más de una hora que acabó el partido. Obviamente ganamos, de eso no tenía ninguna duda. Pero no puedo quitarme de encima el sentimiento de pérdida, quizás porque sí que he perdido algo. O a alguien.

-          Amor –dice Kate chasqueando los dedos ante mis ojos –te veo perdido. ¿Pasa algo?

Niego con la cabeza e intento que no pueda leer lo que pasa por mi cabeza. Sería un poco… incomodo.

-          No, nada. –finjo un bostezo y, antes de que Kate pueda decir algo que ponga en duda mi última afirmación, Mike se acerca y me zarandea por los hombros.

-          ¡Somos la hostia! –grita emocionado. Kate sacude la cabeza, molesta, y me hace un gesto de despedida antes de irse junto a las novias de los demás jugadores.

Mike pone mala cara y arruga la nariz antes de señalar con el mentón la dirección de Kate.

-          No la soporto. –gruñe –Debe follar bien porque sino no me explico como has podido estar casi tres meses con ´´eso''.

Aunque me rio interiormente, es mi deber defender el honor de mi chica. Golpeo su rígido hombro, ganando que un par de gotas de su cerveza caigan sobre mis zapatillas nuevas y le aviso con voz fingidamente molesta:

-          No te metas con ella, Mike. Es mi chica.

-          ¿Es una chica? –ríe y yo aguanto las ganas de seguirle la broma a duras penas –Porque la última vez que lo comprobé era un auténtico Hulk. No me habla porque hace dos meses le tire un pintalabios sin querer. –bebe un trago y mira hacía donde se encuentra Kate riendo de algo que ha dicho una chica –Es odiosa.

A Finales de Verano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora