Capitulo 1

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19 de septiembre 2016

Hace un calor asfixiante, el sol entra por mi ventana. Es increíble que siendo septiembre sigamos con estas temperaturas. Llevo un rato mirando las aspas del ventilador  del techo, aquí tumbada, sobre mi cama. Esa misma cama que un día fue testigo de los nervios que él me provocaba. Después de tanto tiempo, y aún mi almohada huele a él. Hubo un tiempo en que pensaba que nunca lo superaría, y todavía hay días en que lo creo. Menos mal que puedo contar con las chicas,  eso es de gran ayuda.
Me levanto de un salto cuando escucho el claxon. Debe ser María. Salgo del cuarto y veo a mis padres, que están la mar de tranquilos tomando café mientras discuten sobre qué programa de televisión ver.
Qué raro se me hace salir de mi casa a estas horas para ir a clase. Es mi primer día, en la facultad. Al final me he decantado por estudiar Administración y dirección de empresas. Siempre he sido más de letras, pero viendo las salidas he escogido esta carrera.
Por fin mis padres descubren que su adorada hija está esperando que acaben su discusión para poder despedirse de ellos. Mi padre se pone de pie, viene hacia mí y me da un abrazo enorme mientras me desea suerte para mi primer día, no puedo evitarlo y empiezo a sollozar de la emoción. Mientras,  mi madre nos mira de reojo desde el sofá y nos dice que somos unos exagerados. Siempre actúa de esa manera, como si no le diese importancia a las cosas. Una vez me he despedido de ellos me miro en el espejo para ver que mi maquillaje no se haya estropeado.
Cojo el bolso y salgo al descansillo. Y otra vez el letrero de no funciona en el dichoso ascensor. Menos mal que vivo en el primero. Si viviese más alto no saldría nunca con tal de no ir por las escaleras, no tanto por bajarlas, sino más bien por tener que subirlas luego. Ya me lo decía 'el petao': "eres más floja que un muelle guita. Por el petao me refiero a mi profe de educación física. Fijo que se alimenta de batidos de proteínas.
Bajo y aparcada en segunda fila me encuentro a María junto a mi vecino.

-¿Qué ha pasado?-Le pregunto al ver que su coche rojo está totalmente pegado a otro azul.
-Madre mía, Nara no sé cómo ha pasado. No quería pegarlo tanto. ¿Qué hago ahora? ¿Cómo lo saco?
-Esto ya no tiene solución. Lo has pegado mucho niña. Ya el arañazo te lo llevas y este otro coche también. -Este que contesta es mi vecino intentando arreglar la situación.
-Bueno, gira el volante todo lo que puedas hacia la izquierda y una vez que lo tengas arrancas el motor y lo sacas, ¿entendido?
-Vale -Contesta mi pobre amiga con el rostro desencajado.    

Dicho y hecho, eso es lo que hace y su coche nuevo de segunda mano ya tiene la primera herida de guerra, pero conociendo a María seguro que no será la última.
Me subo al coche y me siento donde el copiloto, miro a mi amiga demacrada y me entra un ataque de risa.

- Tía, no te rías. Lo he pasado fatal.
- Lo sé, lo siento. Ya sabes, cuando me pongo nerviosa me da por reír.
- Bueno, por lo menos te ríes. Hacía mucho tiempo que no te veía hacerlo. -Me dice cambiando el tono de voz.
- Ya, necesito tiempo.
- Pues el tiempo de luto se acaba. Es nuestro primer día de clase. Nuestro primer día en la universidad. ¡Somos universitarias! A partir de ahora prepárate para ir a fiestas.
- No me veo yendo a muchas fiestas, la verdad. Quiero aprovechar el tiempo y sacar buenas notas. Por poco repito el curso pasado y no quiero que eso me vuelva a pasar.
- Eso ya se acabó. Liam ya se fue Nara. Es agua pasada.

15 de Septiembre 2015

Primer día de clase en un instituto nuevo de una nueva ciudad. Me planto frente al espejo y me miro para volver a cambiar de peinado por cuarta vez. Estoy de los nervios. No hay manera. Por más que me cambio de peinado ninguno me convence. Termino haciéndome una cola. Tengo un pelo muy normal, castaño y no lo tengo liso pero tampoco rizado. Mi cara también es muy corriente. Aunque si algo me gusta de mí es mi piel. Estoy en plena adolescencia y no tengo ni una espinilla. Eso siempre me ha dado miedo, desde que era pequeña. Cuando era niña y veía a mi primo Roberto con esa cara llena de granos, me entraba pavor. Todos decían que era acné juvenil y que pasaría, pero yo no estaba tan segura. Aunque fuese solo algo pasajero, no me gustaba nada la idea de tener ese "acné juvenil" en mi rostro, aunque solo fuese un día.
Una vez que termino mi peinado, comienzo a vestirme. En esto no tardo mucho porque llevo uniforme. Si tuviese que elegir un modelito sería otra odisea. Siempre he llevado uniforme y eso me gusta. No tengo mucho estilo a la hora de comprarme ropa y siempre acabo con unos vaqueros y una camiseta de algodón. Así que llevar uniforme me ha evitado muchos quebraderos de cabeza. Este es distinto al que llevaba en mi otro centro. Consta de una falda plisada azul marino, unos calcetines del mismo color, un polo blanco y la rebeca también azul, pero por las altas temperaturas que aún sufrimos dudo que la vaya a utilizar pronto.
Ya estoy terminando cuando escucho a mi madre llamarme desde la cocina para que vaya a desayunar.

- Buenos días pequeñaja. -Así me saluda todas las mañanas mi padre desde que tengo uso de razón.
- Buenos días papi. -Le digo mientras le doy un beso en la mejilla.
Luego me dirijo a mi madre para repetir la misma acción, pero me aparta suavemente mientras me pone los cereales en la mesa.
-Lo siento mami, pero no me entra nada. Tengo el estómago cerrado por los nervios. -Le digo con mirada de cachorro,  pero veo que no cuela.
- De eso nada. De aquí no sales hasta que esté el cuenco limpio.
- Mamá, te lo prometo. No puedo ni masticar. Estoy muy nerviosa. -Le contesto mientras derramo leche encima de mi falda.
-¡No me lo puedo creer, Nara! Espabila hija. Ya tienes 16 años. Es tu último año en el instituto, y todavía sigues derramando los cereales sobre tu falda.
- Lo siento mami, ha sido sin querer. Ya te digo que estoy muy nerviosa.
-Ya basta Ágata, solo ha sido un poco de leche.

Menos mal que mi padre siempre está ahí para calmar los nervios de mi madre.

- Tú no te metas Ramón. Siempre andas defendiéndola, y así está.
- Bueno, venga hija coge tu mochila y no te olvides del bonobús. ¿Quieres que te lleve yo?
- No papá, prefiero ir sola en autobús . -Y le doy un beso y salgo corriendo antes de que coja las llaves del coche para llevarme.

No es que me avergüence de mi padre, es que quiero hacer esto yo sola. Cuando vivíamos donde yo nací, siempre me llevaba mi padre al colegio. Era una ciudad pequeña donde prácticamente todos nos conocíamos. Aunque este lugar tampoco es una gran ciudad, es mucho cambio para mí, y también va a ser muy distinto el instituto.
El bus me deja enfrente del centro. Es enorme. Todo el recinto se encuentra vallado por un muro de piedra con una gran verja negra de dos puertas. Ambas se encuentran abiertas. Al entrar sigues un camino serpenteado de piedra y a ambos lados de este encontramos un cuidado césped y multitud de palmeras, rodeadas de bancos de piedra. El camino andado termina en una gran escalinata, también de piedra, y una vez la hemos subido nos encontramos con otra puerta que da paso al hall del centro. Lo primero que veo es conserjería. Quiero preguntar cuál es mi clase, pero me resulta imposible llegar hasta la conserje. Mientras espero a que se disperse el lugar veo que al lado de conserjería hay una pared con un mapa. Me dirijo para ver cuál es mi aula. Vale, ya lo tengo, aula 312. Mi primera clase es de gimnasia. Subo las escaleras hasta la tercera planta y giro a la derecha para buscar el aula y veo que los pasillos están llenos de chicos y chicas. Estoy tan nerviosa que creo que voy a vomitar los pocos cereales que he desayunado esta mañana. Intento tranquilizarme. Total, qué me puede pasar. Nunca he tenido problemas para hacer amigos. Puede que esté sola un par de días, hasta que conozca a alguien que haga que mi vida aquí sea más llevadera. Respiro hondo y entro. La clase prácticamente está llena ya. Grupos de chicos y chicas hablando. Paso totalmente desapercibida y decido sentarme en primera fila, justo al lado de la ventana. El  porqué hago eso es porque como soy nueva, puede que el profesor quiera que yo misma me presente  y, de esta manera no tendré que andar mucho, no quiero hacerme notar. Dejo mi mochila, saco  una libreta y un boli y hago dibujos mientras espero a que llegue el profesor. Este no se hace esperar. Llega puntual y cuando entra en clase veo como todos los alumnos y alumnas se colocan delante de sus mesas, en pie. Yo hago lo propio y también me pongo en pie.

-Bienvenidos y bienvenidas un nuevo curso al colegio Colinwood. Este año yo voy a ser vuestro tutor. Podéis sentaros. Vaya, vaya, señor Solberg. Ha escogido este año un sitio muy cerca de la puerta, ¿es que ya desde el primer día quiere salir corriendo? Por favor, coja sus cosas y siéntese aquí. - Le ordena mi nuevo profesor.

Y entonces lo veo. ¿No os ha pasado nunca que veis a alguien y creéis que ya lo conocéis? Eso fue lo que me pasó a mí con Liam, Liam Solberg. Cuando caminaba hacia su nuevo asiento su pelo rubio brillaba con el sol que entraba por la ventana. Sus pasos eran largos y seguros. Agarró la silla y se sentó. Justo al lado mía. Giró su rostro y con sus almendrados ojos castaños me guiñó un ojo. Creo que estuve sin respirar minutos. No quería moverme, no es que no quisiera, es que no podía.
Nuestro tutor seguía hablando, pero yo no me estaba enterando de nada. Solo sabía pensar en lo afortunada que era. Mi primer día en un centro nuevo y me sientan al lado al que es,  con casi total certeza,  el chico más guapo que he conocido, y ,probablemente,  conoceré en mi vida. De repente salgo de mi mundo cuando el adonis de al lado me da un suave codazo y volviéndome a guiñar el ojo me dice : "tú, preséntate tú, vamos levanta la mano".
Sin pensarlo le hago caso, levanto la mano sin saber por qué y el profesor me nombra nueva delegada de la clase. Así, a pelo, sin presentaciones ni nada que se le parezca. De esta manera salgo elegida delegada, sin yo quererlo. Miro a mi derecha y ese rubio por el que antes estuve minutos sin respirar está muerto de la risa y chocando la mano con su amigo de atrás. Pero será gilipollas.

Si os ha parecido interesante, ya sabéis, dadle a la estrella!!!

Mi historia y su historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora