Después de asistir a la reunión de delegados con María me voy a casa. Estoy exhausta. El día ha sido agotador. Entro por la puerta con la idea de darme una ducha rápida, cenar algo y acostarme. Nada más entrar huelo a albóndigas, la verdad es que me apetecen un montón. Entro en la cocina y cojo un trozo de pan para mojar en la salsa aprovechando que mi madre anda distraída buscando alguna cosa en la nevera.
-¿Ya has llegado? No he escuchado la puerta. ¿Dónde andabas? -me pregunta mi madre mientras cierra la puerta de la nevera.
-Estaba en una reunión de delegados para preparar la ceremonia de inauguración. ¿No recuerdas que te lo dije ayer? -Le contesto cuando veo a mi padre entrando por la cocina.
-Hola cariño. Tu madre y yo estábamos preocupados. No sabíamos dónde estabas -asevera mientras me besa en la mejilla.
-Se lo estaba contando a mamá. En una reunión de delegados -le digo mientras le meto mano a mi plato de albóndigas.
-¡Qué hambre tienes! ¿Es que no has comido?
-Sí, un bocadillo -contesto.Y entonces dejo el tenedor encima de la mesa. De repente se me ha quitado todo el hambre que tenía. Y todo, por el bocadillo. Bueno, no por el bocata en sí, sino por quién me lo ha dado.
-No sabía que fueras la delegada -me dice mi padre mientras se come sus albóndigas. Él no ha perdido su apetito. - ¿No piensas que es mucha responsabilidad?
-Bueno, ha sido algo que yo no había planificado, y ya no puedo decir que no.Esta pregunta de mi padre hace que me vuelva a acordar de él. Con los nervios que me provoca ya no seré capaz ni de tomar postre.
- Pues vas a tener que ponerte las pilas, además de comprarte una agenda, porque han llamado del hospital diciendo que hoy no has ido, y que los niños te han estado esperando.
-¡Es verdad! Lo olvidé por completo.
-No pasa nada cariño. Mañana después de clases puedes pasarte por allí y los saludas -me aconseja mi padre para consolarme.Después de mi intento de cena y de una ducha me acuesto, pero no logro dormirme. Solo sé pensar en los niños. Me siento fatal. Seguro que han estado esperándome horas.
Una vez a la semana acudo de voluntaria al hospital. Siempre me han gustado los niños, y quería hacer voluntariado, así que me decidí por los niños que se encuentran ingresados en el hospital. Solo llevo un mes, desde que nos mudamos, pero les he cogido mucho cariño, y ellos a mí también. Siempre que voy les leo un cuento y después jugamos. Son muy agradecidos. Con cualquier cosa que les hagas se ponen contentos. Y yo voy y lo olvido.Suena el despertador, me levanto, lo apago y me vuelvo a acostar. Siempre lo pongo encima del escritorio, lo más lejos posible de la cama para tener que levantarme a apagarlo. Y, aún así, no soy capaz de resistirme y vuelvo a la cama, me enrollo entre las sábanas y me vuelvo a dormir.
¿Y cuál es la consecuencia de ese segundo sueñecito? Pues que llego tarde a clase y el profesor no me deja entrar. Directamente me manda al aula de los castigados hasta la próxima clase. Esta sala es pequeña, solo cuenta con cuatro pupitres y sus respectivas sillas. Entro y no hay nadie así que decido sentarme al lado de la ventana. Tiene unas vistas increíbles al patio, con todas esas palmeras. Adoro la naturaleza. Mi sueño sería vivir en el campo, siempre me ha gustado. En una casa con un gran terreno y tener mis propios árboles frutales. Y cuando fuese la época de la recolección hacer mermeladas. En más de una ocasión he intentado convencer a mis padres de que nos mudemos al campo, pero a mi madre le parece una locura, seguramente porque a ella le pasó lo contrario a mí. Se crió en el campo y, en cuanto tuvo ocasión huyó a la ciudad. Se casó con mi padre y, desde entonces, no ha vuelto al campo. Tampoco se le ha perdido nada allí, pues sus padres murieron antes de que yo naciera. Tampoco sé mucho más, porque siempre me da evasivas cuando le pregunto algo relacionado con ese tema.
Aparto la vista de la ventana porque alguien acaba de entrar en el aula. Es él. Liam. Permanece un buen rato bajo el marco de la puerta. Me mira y se sienta a mi lado. No sé cómo actuar. Deja su mochila en el suelo y se gira. No dice nada, y yo no sé de qué hablar. Nuestras miradas se encuentran. Y, de repente, sus labios chocan con los míos. Me besa. Solo un beso rápido. Pero lo suficiente para que mi corazón lata tan fuerte que lo puedo escuchar. Se aparta, mira al suelo para coger su mochila y se va, no sin antes decirme un simple: "lo siento".
¿Qué acaba de pasar? Me quedo sola en el aula y con el corazón desbocado. Me ha besado. ¿Qué significa eso? ¿Siente algo por mí? Tiene que ser eso. Por lo menos es lo que me gustaría creer. Aunque por otro lado pienso que no puede ser. Es un chico espectacular. Puede salir con la chica que quiera, ¿qué va a ver en mí? Suena el timbre que anuncia el cambio de clase y vuelvo a la realidad.
Si os ha parecido interesante, ya sabéis, dadle a la estrella!!!
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Mi historia y su historia
RomanceMi nombre es Nara. Acabo de mudarme a una nueva ciudad debido al acoso que sufrí en mi instituto. El primer día de clase conozco a Liam Solberg, el chico más espectacular que jamás he conocido. Y me enamoro. Pero él tiene su propia historia, muy dis...