Capítulo 6

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No le respondo. Y le observo. Empiezo a dibujar su rostro, lo primero sus ojos almendrados, despiertos, vivos y  también con cierto halo de tristeza. Continúo con su boca. Sus dientes blancos y alineados y sus labios, esos mismos que me besaron. Mientras lo dibujo, no aparta su mirada de mí. Por último, sus cabellos rubios y desordenados. Prosigo con el cuello, cuando de repente cierran mi cuaderno bruscamente. Eso me asusta, y a Liam también, que sale de su ensoñación para volver a clase de biología. Es la mano de la profesora la que ha roto el momento.  Disgustada, por no atender, nos manda a ambos a la sala de expulsados, no sin antes advertirnos que llamarán a nuestras casas para que nuestros padres tengan constancia de lo que ha ocurrido. Me preocupo de cómo se tomará mi madre la noticia, pero al mismo tiempo no puedo evitar el sonreír. Ahora tendremos que estar juntos durante media hora.

Liam es el primero en levantarse, y yo lo sigo. Vamos por el pasillo dejando atrás nuestra clase. Sus pasos son largos y me cuesta seguirlo. Al llegar a la puerta del aula de convivencia se detiene y me cede el paso para que entre primero. Cuando cruzo el marco de la puerta me agarra del brazo y me susurra: "vámonos ". Me doy la vuelta y lo miro.

-Vamos - me repite.
-¿A dónde? - pregunto yo.
-Ahora lo verás.

No me lo pienso y voy tras él. Volvemos tras nuestros pasos, pero en vez de seguir el camino hacia las aulas bajamos por las escaleras hasta la planta baja, salimos al patio y lo atravesamos. Y me lleva a una pequeña cabaña de madera detrás de las pistas de tenis. Abre la puerta desvencijada. La cabaña es pequeña y destartalada, únicamente cuenta con un viejo sofá mullido en color azul y viejos trastos olvidados que alguien dejó y olvidó recoger. Por el olor a cerrado, creo que no suele ir nadie por allí.

-¿Por qué me has traído aquí?, ¿cómo es que conoces la existencia de este lugar?
-Siéntate en el sofá y espera - me dice mientras aparta una serie de cajas polvorientas abandonadas en una esquina de la choza. Levanta del suelo una pequeña caja y se sienta a mi lado.

-Aparta el trapo. Se refiere a un paño descolorido. Hago lo que me dice y veo que debajo de este asoma un gatito negro.
-¡Dios mío! Es una cría de gato.
-Lo encontré esta mañana cuando venía de camino.
-¿Qué vas a hacer con él?- pregunto curiosa.
-Todavía no lo he decidido. ¿Te lo quieres llevar tú?
-Que va. A mi madre le daría un ataque si me ve entrar por la puerta de mi casa con él. Y más después de que me hayan expulsado de clase hoy -contesto mientras acaricio al gato.
-Llévatelo tú. Así te hará compañía, - le aconsejo.
-¿Por qué crees que necesito compañía? -me pregunta mientras levanta la mirada.
-Lo siento. No quería ofenderte.
-No lo has hecho.

Y vuelve a bajar la mirada hacia el gato, que ronronea cuando él le acaricia.

-Solo pensé que sería buena idea que cuidaras de él -le sugiero.
-Es ella - me dice.
-¿Cómo?
-Que es una gata.
-¿Cómo lo sabes? - Le pregunto sorprendida. Pero justo en ese momento pienso que he hecho una pregunta estúpida y por cómo me arde la cara supongo que me he puesto colorada.
-Me gustas cuando te avergüenzas y te pones roja - me dice sonriendo.

Me quedo mirándolo. Con ganas de decirle que a mí me gusta todo de él. Pero no me atrevo. No tengo tanta seguridad en mí misma. Me da miedo su rechazo. Continúa mirándome. Creo que me va a besar otra vez. Sus labios se entreabren y su cabeza se inclina ligeramente hacia mí. Cierro los ojos. Pienso en la otra vez que me besó. Todo pasó muy rápido y no pude disfrutarlo. La espera se me hace eterna. Ya debería de haber llegado a mis labios. Entonces, abro los ojos y, como si nada, me da un empujón para que nos levantemos del sofá.

-Vamos. Si nos retrasamos pensarán que nos hemos escapado y llamarán a casa.

Me quedo pasmada. Estoy segura de que quería besarme, pero desconozco el porqué no lo ha hecho. Cuando creía que lo estaba conociendo un poco más, vuelta a las andadas. Estamos como al principio.

Mi historia y su historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora