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—¡Lois! ¡Estoy en casa! —grité quitándome los zapatos.

Admito que estaba bastante cansada. El conflicto con el profesor Ackerman, la conversación incómoda con Papá, la cantidad de trabajos en aumento y el hecho de que no lograba empezar "Los relojes" me dejaban algo aburrida al llegar a casa.

Frené un momento en seco al creer escuchar no una, sino dos voces en la cocina. Al confirmar que era así, comencé a acercarme más.

—¿Mila? ¿Llegaste? —escuché la voz de Mamá.

Algo aturdida, me adentré a la cocina, y ahí pude ver a mi madre, que estaba hablando con un chico de cabello marrón en la pequeña mesita de madera que a veces usamos para comer.

—¿Mamá? —pregunté, antes de mirar aquel cabello y nuca que claramente reconocía—. ¿Eren?

—Bienvenida a casa, cariño —dijo Mamá con una sonrisa en su rostro.

Dejé mi mochila en el piso, todavía algo aturdida por la sorpresa de ver a Eren ahí.

—¿Qué... qué hacen ustedes dos aquí? —pregunté.

Mamá rió.

—Hoy finalmente me dejaron salir temprano del trabajo, ¿puedes creerlo? Cuando llegué Eren estaba esperándote sentado en las escaleras, así que lo invité a pasar.

Miré a Eren, quién sólo se limitó a sonreír.

—Pero si estás cansada y no me quieres aquí, ya me iba.

—Por favor, Eren —dijo Mamá—, quédate a cenar. Haré lasaña.

Él me miró.

—Bueno... sólo si la señorita Emilia Rangel me permite quedarme.

Rodé los ojos con una sonrisa.

—Tomaría como insulto que rechaces la invitación a la reconocida y premiada lasaña de Christina de Rangel, señorito Jeager.

Los dos sonrieron.

—Bueno... me quedaré entonces, gracias por la invitación, Tina —dijo con sus ojos verdes brillando.

Le devolví la sonrisa, sintiendo una leve calentura en mis mejillas.

Después de cenar, Eren y yo nos dedicamos a hacer los deberes de ese día. Que ya eran varios para a penas ser pleno inicio de año escolar.

—¿Cómo te fue con el enano? —soltó Eren.

Lo miré con algo de mofa antes de soltar una risita en lo que volvía a prestarle atención a mi cuaderno y al deber de matemáticas.

—Es la segunda vez que me lo preguntas.

—Bueno, es que antes no me dijiste nada al respecto —dijo mirándome muy de cerca.

Un escalofrío me pasó por la espalda, recordando en parte que el maestro Ackerman se había referido a personas como Eren (o a él, específicamente) como un problema.

—No fue nada importante —dije apartando la mirada.

Eren levantó una ceja.

—No te creo, te ves consternada.

—Me la paso consternada.

Iba a hacer un comentario, pero se quedó callado al ver que no tenía nada que objetar.

—Pareciera que quisiera molestarte, pero en serio estoy preocupado —murmuró mientras me miraba fijamente—. Nunca te habían llamado tanto después de clase... no sé cómo te lo estás tomando.

EXAMEN ✎ levi / eren y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora