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—Varias cosas han pasado con ese tal Ackerman que tú no has querido contarme —soltó algo frustrado—. Soy tu mejor amigo, nos conocemos desde pequeños... ¿por qué demonios no puedes confiarme eso?

Él tenía razón, mucha razón. Había intentado al máximo no tener que contarle nada sobre esas detenciones y menos sobre esos pensamientos que tenía hacia el maestro Ackerman los días posteriores a la primera detención.

Él se puso de pie.

—Si no me vas a tener confianza... ya es tu decisión —dijo sin mirarme—. Mejor te dejo sola.

El corazón lo tenía en un hilo al verlo tan sombrío, tan enojado conmigo. Me estaba haciendo sentir fatal, por lo que pellizqué su camisa, haciendo que el me mirara.

—Te contaré todo... —murmuré—. Pero deja de tratarme así, ni que hubiera cometido un crimen.

Al darse cuenta de su dureza innecesaria, suavizó su semblante antes de sentarse a mi lado.

Le confesé que el maestro de historia me agradaba mucho, como en aquella primera detención había podido conocer a una persona con actitudes, ideologías y gustos tan parecidos; como me hacía sentir tan cómoda, tan entendida y tan inteligente. También admití que me encontraba pensando en cómo iba a impresionarlo, o de cuál libro tenía que escoger para que fuera de su mismo agrado. Eren me miraba sin expresión alguna, lo cual alcanzó a generarme un poco de ansiedad.

—Ni yo entiendo qué era lo que me pasaba —musité—. Pero después de todo eso que pasó, me daba más miedo que no me sentía incómoda. Me agrada, es todo.

Eren se quedó unos segundos más en total silencio. Esa pequeña espera se me hizo eterna, teniendo la intriga torturándome. Llegué a pensar que él ya había alcanzado un alto nivel de inconformidad al punto de tornarse en ira, me preparé mirando al piso con la cabeza gacha; para mi sorpresa, mi amigo acarició mi cabello con una leve sonrisa.

—Vaya que no has dejado de ser la misma soñadora que has sido siempre —contestó.

Lo miré confundida.

—¿No estás molesto?

Negó con la cabeza.

—¿Tendría que estarlo? Entiendo que te ilusiones así al conocer a una persona con tantos gustos similares, y también que valore las pequeñas mañas que tienes. Y bueno... el tipo no es... feo.

Asentí con una risita.

—Supongo que tienes razón.

—Sin embargo —prosiguió—, entiende que es un hombre adulto. Claro, resulta intrigante y excitante que alguien así te preste una atención especial, pero no va más allá de una conversación privada de una vez.

Miré arriba.

—Créeme, creo que eso me lo dejaron más que claro —acepté, siendo que el "fue un error" que había dicho el mayor me había quedado resonando en la cabeza.

Sonrió un momento antes de mirarme a los ojos una vez más.

—Y... ¿cómo fue que llegaron a eso?

—¿Eh? ¿Llegar a qué?

—A esa posición... esa cercanía —dijo con su sonrisa ahora forzada—. ¿Cómo pasó eso?

Abrí la boca, demorándome un poco para contestar.

—Ah... eso...

Él levantó una ceja.

—¿Estaba ebrio también?

—¡No! Es sólo que... —suspiré—, hubo un acontecimiento incómodo y él... él me ayudo con eso...

Tomó mi muñeca con algo de firmeza, pero siendo lo suficientemente cuidadoso de no lastimarme.

EXAMEN ✎ levi / eren y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora