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—Dormimos en la casa de un maestro —dijo Armin mirando su café—. E-Eso debe ser ilegal.

Tomé un sorbo del mío. Apenas salimos de la casa del maestro lo más silenciosamente posible—para que el dueño de la casa no nos dijera nada—, optamos por ir a desayunar en una cafetería cercana. Compartimos una porción de wafles con jugo de naranja y cada quien pidió una bebida con café para tomar en el camino y así discutir lo que acababa de pasar.

—Lo sé... me da tanta vergüenza que todo eso haya pasado. No me puedo creer que hayamos hecho algo así.

—Ni yo —comentó Mikasa—. Todo ese jueguito de que "es mi vecina" suena súper sospechoso, ¿no?

Escuché cómo Eren tomaba un sorbo de su frappé.

—Yo digo que nos secuestró.

—¡¿S-S-Secuestró?! —exclamó Armin—. ¿P-P-Por qué dices eso, Eren?

—Piénsenlo, el tipo es re sospechoso, claramente tiene un pasatiempo morboso. Digo, ¿realmente es tan amigo de Petra Ral para que se hagan ese tipo de favores mutuamente?

Mordí el vaso.

—De pronto son familia —dijo Mikasa.

Eren le dio unas cuantas vueltas a su bebida haciendo movimientos circulares con la muñeca.

—Yo digo que son pareja —soltó antes de tomar otro sorbo.

Apreté mis dedos.

—Mila, ¿todo bien? —preguntó Armin, —Te pusiste pálida de repente.

—S-Sí, es sólo que tengo dolor de cabeza...

Mikasa me tocó la frente.

—Estás ardiendo, deberías irte a casa y descansar.

—Tienes razón —tomé el abrigo y me lo puse—. Me voy a casa, gracias por todo chicos.

Me puse de pie antes de tomar mi café escuchando como Armin se despedía mientras me retiraba.

Ya estaba comenzando a caminar la ruta hacia mi casa cuando me llamó la atención el escuchar unos pasos rápidos acercándose cada vez más. Me di media vuelta algo asustada, pero suspiré con alivio al ver a Eren corriendo en mi dirección.

—Me asustaste —le reclamé.

Él se puso las manos en las rodillas, agitado

—P-Perdón. Esto... ¿quieres que te acompañe a tu casa?

—¿Qué hay de Mikasa y Armin? —pregunté.

—Tienen cosas que hacer más tarde en la casa de Marco... —explicó Eren en lo que se paraba derecho.

Lo miré incrédula.

—¿No vas con ellos?

—Es un trabajo que tienen los de la clase 3-A. Además, tengo que ir a recoger mi auto en la casa de la presidenta.

Es verdad... se me había olvidado por completo.

—Bueno, te acompaño por él. Cómo agradecimiento a ayudarme anoche —me ofrecí con una sonrisa.

Sus mejillas se pusieron rojas.

—N-No fue nada. Pero, ¿acaso no te sientes algo enferma?

—La cafeína me ayudó un poco —levanté los hombros—. Además, me queda de camino a mi casa.

Mi amigo asintió y emprendimos nuestro camino hacia la casa de la presidenta. La conversación lentamente se fue desvaneciendo —más que todo por culpa y obra mía—. Me quedé pensando sobre todo lo que había pasado la noche anterior.

EXAMEN ✎ levi / eren y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora