- Bueno, ahora que me doy cuenta, está señorita no ha comido desde la mañana, debe estar muriendo de hambre. - Comentó Hanji cuando sintió que cortar el momento ya no sería irrespetuoso para sus hijos. - Como es el primer día de nuestra querida nena en casa ella escogerá el almuerzo y luego dirá quien debe preparar la cena. - Mientras ella se encargaba de dar las indicaciones sobre sus planes, Levi bajó a Mikasa lentamente para permitirle regresar al lado de su padre y que tomara su mano.
- ¿Qué te gustaría comer, hermosa? - Le preguntó Erwin a la niña, poniéndose de rodillas en el suelo para poder estar casi a su altura y que se escucharan claramente el uno al otro. - ¿Te gusta la pizza? -
- Perdón no sé que es la pizza, pero me gusta la sopa de tómate, en el orfanato la preparan una vez al mes. - Contestó dejando a los presentes sorprendidos, entonces nunca había probado la pizza, y como no tenía acceso a televisión en donde solía rescindir era lógico que no supiera sobre aquella deliciosa combinación de alimentos.
- Pues está decidido, almorzamos pizza y sopa de tómate. - Comentó Hanji con una sonrisa, aunque le extrañó que los muchachos no se quejarán para nada, pues estaban acostumbrados a evitar cualquier tipo de sopa. Mikasa buscó la aprobación de los demás en la sala, los miró como perrito abandonado y más rápidamente que inmediato todos estuvieron de acuerdo.
Mientras la mujer iba en busca del teléfono para hacer el pedido a domicilio los chicos se miraron entre ellos, sintiéndose avergonzados, de siete solamente dos estaban presentables, los demás estaban en ropa de casa, unos sin camisa y otros sencillamente en calzones. Si ella fuera un niño no hubiese importado, pero era chica.
- Les dijimos que tendríamos un nuevo familiar ¿Por qué no quisieron vestirse para la celebración? - Les preguntó su padre muy molesto al grupo de chicos que más que sentirse culpables se sentían como animales comparados con sus otros dos hermanos, uno de ellos era Levi. Obviamente.
- Está bien, señor Erwin, yo tampoco me he bañado. - Comentó con timidez la azabache buscando salvar a los muchachos de una llamada de atención o un castigo. Lo logró, pero también causó que los corazones presentes se aceleraran hasta casi estallar debido a su ternura. Su nuevo padre la levantó del suelo y sin explicar nada se dirigió con calma hasta la escalera, puso un pie en el primer escalón y tomó aire.
- ¡VAYAN A BAÑARSE Y A VESTIRSE, DEGENERADOS! - Fue lo que exclamó para regresar a su postura natural, Mikasa se rió de lo sucedido pero notó que no harían caso, conocía la expresión de sus amiguitas cuando no tenían intención de obedecer a las monjitas, vio a Sasha dibujada en el rostro de cinco de sus hermanos.
- Por favor - Mencionó a media escalera, y así consiguió que corrieran cada uno a sus habitaciones para bañarse, vestirse y prepararse para almorzar junto a la ternura que tenían por hermanita. - Qué rápidos... - Comentó risueña.
- Obedecieron porque lo pediste tú. - Aclaró queriendo hacer énfasis en que su presencia era encantadora y especial, después le plantó un beso en la frente y terminó de subir los escalones para continuar sus pasos, atravesó el pasillo y llegó hasta una puerta de madera color rosa claro, la abrió mientras sostenía a Mikasa en un brazo para que no se cayera y pudiese golpearse, después continuó e ingresó junto a la niña en una habitación bastante grande, está contaba con una cama doble de madera fucsia, sábanas y cobijas pastel y algunas almohadas y cojines a juego, decoradas con cronistas tenidas, pececitos o lunitas. El suelo era de madera y gran parte estaba cubierto por un tapete blanco muy suave, los muebles eran igualmente de madera fucsia, lo que incluía dos mesitas de noche, dos armarios, un tocador, una biblioteca y algunos estantes en las paredes, que por cierto eran de un color piel. La habitación de una princesa.
- Aquí vas a dormir tú, Mikasa, esta habitación es solamente para ti. - Prosiguió a sentarla en la cama que se hundía levemente debido a que era un tanto suave. Era muy suave.
- ¿Por qué? ¿Dónde dormirán los demás? - Estaba acostumbrada a compartir habitación con más de diez niñas.
- Ellos tienen cada uno su propia habitación, tranquila, ahora si abres los cajones. - Comentaba señalando los muebles con su dedo índice y luego la miraba para recibir un movimiento de cabeza que le indicaba que entendió. -- Encontrarás tu ropa, tienes suficiente por ahora, cariño, escoge lo que más te guste. - Era hora en la que notaba como iba vestida la niña, con un vestido largo y muy sencillo de color blanco y un abrigo delgado de color rosa, los zapatos eran un par de zapatillas viejas que lo sorprendieron. La niña bajó de la cama y se acercó algo tímida hasta los muebles, regresó su mirada a Erwin para que le diera una obvia aprobación y después prosiguió a abrir el primer cajón, en donde encontró variedad de vestidos, de muchos colores, algunos con flores de hilo, otros con encaje, unos cortos, los demás hasta el suelo, luego se miró a si misma y pensó que un cambio no le sentaría mal. Luego de pasar sus manitas sobre la tela de todo aquello, se detuvo en una esquina del cajón, en donde estaba doblado uno color gris, tejido en lana, lógicamente se ajustaba al cuerpo de una chiquilla de su edad. Lo sacó algo nerviosa y se lo enseñó a Erwin, quien sonriente recibió la prenda y la dejó sobre la cama para que ella pudiese seguir mirando.
La niña cerró el cajón y abrió el que estaba sobre ese, era más pequeño, de ahí escogió unas medias gruesas de lana de color blanco y también sacó ropa interior. Solamente faltaban los zapatos, los cuales encontró dentro del siguiente armario en el primer piso con el que contaba, tomó un par de valetas grises y eso fue todo. Su padre la tomó de la mano y con la otra sostuvo la ropa, incluidos los zapatos, para así llevarla hasta la bañera y que pudiese sentirse limpia. Debido a que en el orfanato le enseñaron como asearse sola, el rubio se encargó nada más que de llenar la bañera con agua y espuma, diciéndole que se tomara su tiempo. Era un baño elegante. Pensó Mikasa. Dejó su ropa sucia en un cesto que su padre dejó cerca y se metió entre las burbujas, pero por muy feliz que estuviese, solamente se tardó cinco minutos.Las mangas solamente le cubrían los hombros y el largo del vestido llegaba hasta sus rodillas, las medias le eran cómodas y los zapatos eran perfectos para ella, parecía otra Mikasa, la que tenía una familia y mucha ropa para ella sola. Al salir del baño vio que el rubio la estaba esperando, y cuando la vio podía estar muriendo de amor por ella.
- Te ves hermosa, pequeña. - La cargó entre sus brazos y comenzó a caminar en dirección a la habitación rosa para buscar un par de ligas y un cepillo.
Sentó a Mikasa sobre un taburete blanco un poco alto para una niña, pero no importaba, tomó un cepillo para cabello del tocador y comenzó a deshacer los nudos con delicadeza, sin lastimarla, finalmente ató su cabello en dos coletas. Dejando su mechón central junto a otros dos a los lados de su rostro y Mikasa estaba lista.
Bajaron rápidamente al escuchar que la comida había llegado, tenían hambre, era obvio. Al entrar al comedor, la niña notó que todos sus hermanos habían cambiado, al pasar por su lado olían bien y todos estaban muy bien vestidos. Qué extraño.
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Pretty Little Girl
FanfictionMikasa es la pequeña adoración de una familia, conformada por Hanji, Erwin y sus hijos por adopción. Pese a que tienden a tener una gran cantidad de trabajo siempre sacan el tiempo necesario para sus hijos. Son siete hermanos para una sola niña, la...